Oaxaca

MILENIO

En Oaxaca está la mitad mis raíces, mi madre nació en Pinotepa Nacional, y al conocer a mi padre y unir sus vidas, se fue a vivir a la Costa Chica guerrerense, a Ometepec.

A Oaxaca regreso una y otra vez, la sangre filial llama, vuelvo a mis orígenes, a recrear lo que soy, a lo que me formó.

La gastronomía es tan rica, que no alcanzaría este espacio para describirla. Por algo se conoce a Oaxaca como la capital mundial de la gastronomía. Aunque en Guerrero no cantamos mal las rancheras.

Oaxaca es tierra que prohija talentos: Álvaro Carrillo, apasionado compositor e intérprete oaxaqueño pero también hijo adoptivo de Guerrero; los pintores Francisco Toledo y Rufino Tamayo, con un lugar bien ganado en el arte con trascendencia internacional.

Cuna de políticos que trascendieron sus limitaciones y llegaron a la Presidencia de México, como Porfirio Díaz y Benito Juárez.

Recientemente acudí al festival de la Guelaguetza, en respuesta a la cordial invitación que me hiciera mi amigo el gobernador Alejandro Murat.

Vibramos con los sones de la Costa Chica y los bailes multicolores.

Como siempre, conviví con familiares y amigos, comimos en mercados y restaurantes.

Gracias primo hermano Pedro Cabrera Rivero Peyuqui, y a tu distinguida esposa Veda, en esos días inolvidables en mi amada Oaxaca.

Estoy convencido del talento y sensibilidad musical de los oaxaqueños, pero me hace sentir más feliz observar que cada vez es mayor el número de mujeres tocando algún instrumento musical como puede observarlo en la famosa “calenda” (desfile previo a la Guelaguetza), insisto, el talento musical de los oaxaqueños es único.

Soy súper fan de Lila Downs, de sus chilenas y sones.

Y admiro a mi paisana Alejandra Robles, de Puerto Escondido, quien cuando canta hace que retumbe el suelo.

Me encanta Yalitzia Aparicio, de la heroica Tlaxiaco, por su gran sencillez y talento.

En mi estadía, conocí también los caminos artesanales, verdaderas obras de arte donde los propios habitantes de cada pueblo o comunidad se encargan de su construcción, rescatando el famoso “tequio” (trabajo comunitario),

Soy costeño por los cuatro costados y me enorgullezco de ello, por eso siempre volveré a mi gente.

Oaxaca es cultura, es poesía, es pintura, es amor, es hermandad. por algo mi padre Delfino de Ometepec se casó con doña Lola de Pinotepa Nacional.

Probar el mole y beber su mezcal es realzar a México.

Qué bonitas las tradiciones que engalanan a Oaxaca, pero la pobreza y desigualdad siguen ahí y se tiene que afrontar.

Mucho se dice que existe una deuda histórica con los estados del sur. Deuda que no ha sido saldada. Por ello veo con simpatía el impulso hacia el desarrollo que les da la actual administración federal a través del Pacto Oaxaca.

Así como la construcción del corredor transístmico que unirá a Tehuantepec con Coatzacoalcos en Veracruz, un viejo proyecto que competirá con el canal de Panamá en el transporte de mercancías y productos.

Celebro que Oaxaca sea la entidad más visitada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero más celebro que pronto se concluya la autopista que comunicará Oaxaca capital con Huatulco-Puerto Escondido.

Tengo confianza de que el gobierno federal cumpla también su promesa de ampliar a cuatro carriles la carretera de Acapulco a Cuajinicuilapa, que me tocó iniciar siendo gobernador de mi estado.

Conozco al gobernador electo de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, fuimos compañeros en el Senado de la República y sé de su amor por Oaxaca, por lo que estoy cierto hará un gran gobierno en beneficio de su pueblo.

Ángel Aguirre Rivero