1).- Una inclusión ad hoc
El PRI ha sido históricamente un partido triunfalista. Se entiende, no ha asimilado la amarga lección de las derrotas. Cada campaña política adopta los mismos esquemas; los mismos moldes acartonados. En su warroom –como hoy le dicen con eufemismo- todo es secreto, un ir y venir de quienes se asumen depositarios de las grandes decisiones. Pero también los golpes bajos, las zancadillas, las filtraciones mediáticas. La inclusión y apertura del candidato Alejandro Murat a heladistas, diodoristas y ulisistas –y otros especímenes- tiene sus riesgos: no todos caminan al mismo ritmo. Cada quien busca llevar agua a su molino. Pero además, son dignos de anécdota algunos jóvenes arrogantes, juniorciques de pacotilla, pobres diablos y fresitas de risa, que tratan de copar al candidato. Novatos hechos en hornos de microondas. Asumen por default que ya están “adentro”, “que ya son” y que en breve verán a todos con el rabillo del ojo. La foto, el selfie, el uso de las redes sociales para demostrar que están cerca, es la nota chusca. Algunos ya hasta chamba dan. Insitimos: Reparten la piel sin haber matado al oso. Nada que ver con la sencillez que ha mostrado el candidato. ¿Alguna semejanza con “Los Toficos” –¡Humm qué ricos!- que formaron el equipo de campaña de Diódoro Carrasco en 1998? Sin duda. La historia se repite inexorablemente.
2).- Sensibles y patéticos
No han hecho falta quienes se asumen los grandes estrategas, especialistas en todo y en nada. Los que sienten tener la aureola de iluminados. Simples amateurs y párvulos frente a los mañosos, que los hay también en el equipo. La mala fama contrasta con la ingenuidad; la celeridad con la improvisación. Y en el “warroom” ya se reparten todo: desde el Congreso hasta las delegaciones federales; desde las secretarías hasta las presidencias municipales. La Joya de la Corona es la candidatura al Senado. Todos quieren con o sin mérito alguno. Se asumen como “candidatos naturales”, únicos, indispensables, pues. Irse por el elevador no por las escaleras. No hay humildad; no existe el sentido común; no hay conciencia de que ganar la gubernatura es la prioridad. Confiados en que los adversarios están pulverizados, ya asumen tener el triunfo en la bolsa. Hace falta el manotazo en la mesa para que los mercenarios que venden candidaturas –hasta de regidor- ya le bajen de cojones; para que los miembros del círculo íntimo, dejen sus disputas aldeanas; para que se pongan a trabajar. El PRI está exhibido por la bajeza de algunos de sus operadores; por la falta de coordinación con su dirigencia estatal; por esa dualidad con la que se han visto en este inicio de campaña. Hay muchos generales y nada de tropa. Como buenos oaxaqueños, que la talacha la hagan otros: “¡Somos jefes!”
3).- Hartos de esos esquemas
El análisis político o la crítica –o lo que pretende ser eso- no es ni vaticinio, ni premonición ni mucho menos adelantar vísperas. Es sólo un punto de vista. Pero de seguir como está el equipo de campaña: sin solidez, con deslealtades, con protagonismos y futurismo, aumenta el riesgo de una nueva debacle. Cada quien a lo suyo, sin encimarle a nadie. La coalición CREO que encabeza José Antonio Estefan, pese a la pulverización de la izquierda no es para minimizar. El exceso de confianza siempre ha sido mal consejero. Pero aún la mejor oportunidad se habrá de minimizar de continuar los golpes bajos, las zancadillas y los enemigos íntimos. Es urgente calmar ansias enfermizas, pasiones atolondradas y el futurismo enfermizo. Todos, juniorciques y viejos mañosos, deben trabajar. Aquellos que hace sólo unos meses eran los anti-muratistas más acendrados e hicieron labor de zapa a la candidatura, nadie entiende el por qué –más que su obsesión de figurar- ahora se asumen los más leales del candidato y éste les da juego.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Algo podrido huele entre los franquicitarios del transporte, llámense de la CTM, la CNP o el Sindicato Libertad. No se necesita ser un Shelock Holmes o un Arsenio Lupin, para descubrir que la muerte de Armando Luis Martínez, a) El Tasajo, hace dos meses, como resultado de las heridas que recibió y el asesinato de su hijo, Carlos Alberto Luis López, apenas el viernes, son parte de la madeja de otros hechos criminales que las autoridades no deben minimizar. ¿Y los dos de la CTM que también fueron ejecutados en inmediaciones de San Jacinto Amilpas? Lo hemos dicho hasta el hartazgo: el transporte en Oaxaca es un cártel. Punto.
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