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Me considero una mujer que expresa sus sentimientos y preferencias a las personas en los momentos adecuados; si se trata de las espontaneidades en la cama, bueno, pues soy un libro abierto si lo amerita el suceso y el hombre con quien lo comparto. Basta con los testimonios de los que les encantan sin importar los vecinos y de quienes no les agrada tanto. Es oportuno decir que no es que cante la Traviata, pero sí demuestro vocalmente mi placer.
Dependiendo de la calidad del evento, si estamos en su casa o ellos hacen una visita en la nuestra, etcétera, las mujeres seguimos algunas normas, que aunque no son rigurosas, sí que pueden llevar a buen cause el encuentro sexual. También hay limitaciones, como las que aplico cuando estoy con los que creen que incomodo a sus vecinos; por eso, no está mal ajustarse a ciertas reglas, a esas sutiles sugerencias que se hacen antes o después de la esperada y caliente colisión. Durante; no siempre es buena idea porque se corta un poco la pasión.
Normalmente, hay muchas mujeres como yo y creo que un número muy reducido que no precisamente se desintegran de gozo cuando tienen un orgasmo. Ya sabes, discretas; te aseguro que a ti no te gustan tanto las chicas con el mute accionado. La verdad es que nuestras demostraciones sonoras son ese calibrador que te ayuda a saber qué bien lo estás haciendo o si hay que realizar algún ajuste en tu desempeño. Sin embargo, esto sólo es una muestra de lo que a las chicas también nos agrada obtener de ustedes. Por ejemplo:
¿Gimes o no gimes?: tanto a mí, como a otras mujeres cuyos testimonios fueron recabados por varones que me los confiaron amablemente, nos gustaría que los hombres fueran más expresivos en su disfrute, pues a varios, contrario a nosotras, sólo les oímos el resuello; respiraciones profundas, eso sí, pero sólo se percibe un candor no muy revelador que digamos. A algunos les he tenido que preguntar si se vinieron cuando han estado dentro de mí. Generalmente, son las convulsiones en el cuerpo las que delatan el orgasmo o la dilatación del pene que notamos en la vagina (de eso te hablé en Lo que a ellas les gusta del orgasmo masculino). ¿Acaso esto tiene que ver nada más con las féminas?
Dímelo en la cama: recuerdo a un ex (y ya siendo mi ex) a quien le fascinaba decirme lo bella y sensual que le parecía mientras yo me quitaba la ropa frente a él. Después, en la desenfrenada sesión de pieles, seguía halagándome con una ansiedad como si me le fuera a ir viva, que hacía creíble la adulación. También me expresaba lo que deseaba hacerme, poníamos nuestra música favorita y me cantaba al oído las frases exactas al mismo tiempo que las caricias viajaban por todo el mapa corporal. Sus palabras, sobre otras cosas, indudablemente activaban mi lascivia. En cambio ha habido otros que me han indicado lo que querían que les dijera… y ya. Otros de plano no dicen ni “mu”. ¿Resultado? Nos encanta hablarles, pero también que nos hablen. Seguro ya conoces los códigos con tu chica y la rudeza que a cada uno le acomoda; un punto que también es importante: ¿qué tanto nos agrada que nos hablen con palabras del argot sexual elevadas de tono o hay que bajarle dos rayitas? Tú sabrás con quién y cuándo usarlas. Si no, pregunta, que no tiene nada de malo.
Ruidos de fondo: ¿sabes algo? No sólo el sentir una nalgada nos prende sobremanera a algunas de nosotras; el sonido que genera ese impulsivo ‘cariñito’ ameniza el ambiente ardoroso. Ese embate de su mano en el trasero es como un sonar de campanitas en la sinfonía de jadeos y arrebatos. No olvidemos las bocas besando, chupando, succionando. Qué tal nuestra palma en ese falo endurecido haciendo un manual fenomenal y los deliciosos chasquidos mientras subimos y bajamos nuestra mano húmeda y febril. ¿Una más? El choque de los centros; “¿oyes cómo suenan nuestros sexos mientras te penetro?”, me han dicho algunos lujuriosamente… Otra confesión: en un hotel, sola y de vacaciones, escuché en alguno de los cuartos ese inconfundible ruido que hace la cama contra la pared cuando dos están en pleno encontronazo; fue tan cachondo que, sí, “I touched myself”. Para mí también lo es cuando, acompañada, estoy en una cama así de perturbada. ¿El rechinar de un colchón? También. Todo esto siempre que mi hombre piense igual que yo, porque, ya sabes, “los vecinos”.
¿Qué tanto sonorizas tus sexuales interacciones? ¿Eres silencioso o te expresas como en pleno parachute? ¿Qué dices? ¿Qué callas?