DETRÁS DE LA NOTICIA

Dada la criminalización de mi labor periodístico por el EPR al denunciar sus nexos con líderes corruptos de organizaciones sociales precisamos: respetamos, pero no compartimos su lucha.

 

 

Que no se equivoquen ni se confundan, los periodistas, como este columnista, no somos enemigos de la guerrilla del Ejército Popular Revolucionario (EPR). Somos sus críticos.

Y lo somos porque medio siglo de lucha armada desde el asalto al cuartel de Madera, Chihuahua, sólo ha llevado a la muerte a miles de mexicanos. El saldo del balance es negativo.

Muchos guerrilleros han olvidado que el primer deber del auténtico revolucionario honesto es educar y enseñar a producir al pueblo, para que sea realmente libre de pensamiento y acción.

De ahí la importancia trascendental de impulsar no sólo la instrucción pública, laica y gratuita, sino la educación integral que fomente los principios y valores universales humanísticos.

Criticamos que la lucha magisterial apoyada por el EPR pretenda recuperar los privilegios económicos y políticos que usufructuaron los dirigentes de la Sección XXII de la CNTE.

Sería ingenuo no reconocer que la Reforma Educativa es laboral y administrativa, pero eso no justifica las acciones subversivas y menos el asesinato de periodistas, como Elidio Zárate.

Criticamos que ex guerrilleros medren desde la partidocracia y el gobierno. Traicionan al pueblo al utilizar posturas de izquierda para obtener simplemente poder y dinero a manos llenas.

Enemigos del EPR son los dirigentes de organizaciones sociales que traicionan sus creencias socialistas y le utilizan para enriquecerse como cualquier burgués y explotador capitalista.

Por convicción político-ideológica soy crítico del capitalismo, hermano bastardo del socialismo y comunismo, porque los tres atentan contra la vida, la libertad y la dignidad humanas.

Y lo hago a la luz de los hechos históricos y actuales. Los dictadores comunistas de la desaparecida URSS, de China y de Corea del Norte, han matado más seres humanos que Hitler.

Ahí está Cuba, en la que a la dictadura castrista no le ha quedado otra salida para sobrevivir que abrir sus puertas al capitalismo de Estados Unidos, mediante la economía de mercado.

O la dictadura en Venezuela con el desaparecido Hugo Chávez Frías y su sucesor Nicolás Maduro Moros, que han provocado una crisis humanitaria con delitos de lesa humanidad.

Sigo el ejemplo del ilustre oaxaqueño José Vasconcelos, Maestro de América. Soy antiyanqui y como consta en mis columnas critico los abusos e injusticias del imperialismo yanqui.

Lucho cotidianamente por la redignificación de la persona humana promoviendo el trabajo comunitario o comunalista, desde la comunidad, es decir, desde lo que no es común en unidad.

Indispensable es promover la educación integral y la producción como instrumentos de liberación personal, social y familiar. Condeno la desviación de sus recursos por corrupción.

Es injusto que, mientras los comandantes y milicianos de la guerrilla del EPR supervivan en la clandestinidad, con todo tipo de carencias, los líderes sociales vivan como ricos burgueses.

Este columnista no es ‘vocero oficioso del engranaje represivo del Estado’, y sí crítico de los luchadores sociales corruptos que se enriquecen con las demandas de justicia del pueblo.

No estoy al servicio del Gobierno, por el contrario, soy uno de los principales críticos de la escandalosa corrupción de los servidores públicos que saquean el dinero del pueblo.

Estoy sí en contra de la grave impunidad que priva en el país porque ésta provoca injusticias y es una de las mayores maldiciones de México junto con la corrupción sin llenadera alguna.

No promuevo la represión, pero sí exijo la aplicación irrestricta de la Ley contra todos aquellos que violan ésta y utilizan al pueblo como carne de cañón con el pretexto de luchar por él.

Periodistas como este columnista no estamos de acuerdo con las acciones de terror que llevan a cabo organizaciones como la UTE, el FPR y Comuna. Sólo siembran sangre, dolor y muerte.

Ahí está a la vista de todos. En los últimos 30 años Rogelio Vargas Garfias, Germán Mendoza Nube y Flavio Sosa, dirigentes de esas organizaciones, han obtenido poder y dinero.

Claro. No son los únicos. Son muchos más líderes de organizaciones sociales dedicados a enriquecerse en complicidad con la mafia del poder. A cuyos representantes no tocan un pelo.

¿Cuándo se han atrevido estos líderes a pintarrajear la fachada de las residencias de los gobernantes en turno o a bloquear las calles de acceso a éstas y menos a poner una barricada?

Ante los hechos no hay palabras que justifiquen lo injustificable. La terca realidad siempre termina por imponerse. Sólo por complicidad pueden cerrarse los ojos y oídos a esa realidad.

Denunciar que estos dirigentes han incendiado Oaxaca como en 2006 ha llevado a ser acusado de ser “ vocero oficioso de los órganos de inteligencia del aparato represivo del Estado”.

No se requiere mayor inteligencia más que consultar los antecedentes históricos y contrastarlos con la actual realidad para identificar que son los mismos actores desde la década de los 70.

Basta navegar en Google para encontrar suficiente información documentada por numerosos investigadores independientes y periodistas de diversos medios, para escribir decenas de libros.

Con honestidad intelectual tenemos que concluir que los resultados de esta supuesta lucha por la justicia social sólo ha hundido en la ignorancia y miseria a aquellos por los que se dice luchar.

Además, a lo largo de 36 años del conflicto magisterial, se han cometido una serie de delitos de lesa humanidad al atentar contra la educación de los niños, entre otros derechos humanos.

¿Ha mejorado la calidad de vida de los indígenas, campesinos, obreros y colonos pobres, con las carretadas de dinero que han recibido las numerosas organizaciones sociales en Oaxaca? ¡No!

Que no se nos haga corresponsable de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, persecución y encarcelamiento de luchadores sociales que han cometido diversos delitos.

Han sido acusados de ser guerrilleros, de pertenecer al PDPR y al EPR, por investigaciones policíacas que obran en expedientes y que son fuente periodística pública, a raíz de sus delitos.

Es necesario denunciar que esta perversa maniobra no tiene otro propósito que crear el ambiente de linchamiento mediático, que propicie una agresión o atentado en mi contra o de mi familia.

Responsabilizo nacional e internacionalmente de cualquier agresión o atentado en mi contra o de mi familia a Rogelio Vargas Garfias, Germán Mendoza Nube, Flavio Sosa Villavicencio, al EPR y a la CNTE.

 

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila