“La gobernabilidad del país no puede depender
de grupos a los que el país no les importa.”
Fernando Savater

Para nadie es un secreto que la situación actual que vive nuestro país no es ni mucho menos la mejor: crisis de gobernabilidad, crisis económica, crisis de credibilidad y varias más. Pero todo esto, más allá de un escenario catastrofista, o una visión negativa, nos debe llamar a la reflexión.
El ex Presidente del IFE, José Woldenberg, de acuerdo a su análisis y proyección, dice que 2018 será un escenario electoral inédito, dadas las condiciones de pulverización del sufragio. Veamos por qué. Las múltiples opciones electorales o dicho de otra forma, el sistema multipartidista en el que está basada nuestra democracia, sumado a la posibilidad legal y real de candidaturas independientes, nos lleva como resultado que el eventual ganador de la contienda presidencial lo hará con aproximadamente el 30% de los sufragios, es decir que si bien es cierto sería un presidente electo con todas las de la Ley, también es cierto que su legitimidad en el contexto poblacional estaría en entredicho.
¿Qué generaría esta posibilidad? desde mi punto de vista nos sumergiría aún mas en la vorágine de la ingobernabilidad, gane quien gane. En este orden de ideas debemos partir del “Pacto por México”. ¿Por qué? Porque dicho pacto representa en la historia contemporánea de nuestra nación el caso exitoso donde los partidos políticos se pusieron de acuerdo (aunque parcialmente) en una agenda pública de reformas estructurales, que trajeron consigo reformas constitucionales y leyes secundarias para hacer realidad dicho proceso. Pero el “Pacto por México” fue desafortunadamente, para la vida nacional, exitoso pero incompleto, ya que sirvió única y exclusivamente en materia legislativa, pero dejó a un lado aspectos tan trascendentales como la gobernabilidad.
Con el escenario planteado, es de suma importancia enmarcar la imperante necesidad de que la clase política haga un llamado urgente a generar un pacto de gobernabilidad o que el próximo Presidente surja de una coalición de gobierno. La primera variable (pacto de gobernabilidad) consiste en que las diversas fuerzas políticas acuerden y respeten al ganador de la contienda electoral por el margen que fuere, que definan una agenda de gobernabilidad y reformas de acceso al poder como la segunda vuelta para legitimar nuestro proceso democrático, y genere asimismo legitimidad que abonaría a márgenes de gobernabilidad mas llevaderos y a su vez se refleje en las otras crisis mencionadas.
La segunda opción sería una eventual coalición de gobierno que lleve a 2 o mas fuerzas políticas a no solamente hacer una coalición electoral, sino que en el ejercicio del poder sea precisamente una coalición de varios partidos gobernando con una agenda definida y pragmática para enfrentar los tan graves problemas nacionales, a su vez comprometiendo una agenda de reformas de acceso al poder, segunda vuelta, reelección en todos sus niveles, reformas constitucionales que modernicen la vida nacional y justicia cotidiana.
Sin lugar a dudas las dos opciones son una forma idónea de enfrentar las recurrentes crisis en México, pero cualquiera de las anteriores requiere de madurez política, anteponer los intereses personales o de grupo en favor del bien común, lo que quizá nos lleve a pensar que este requisito hace aún mas complicado el futuro venidero nacional.
@r_g_illescas