No es verdad que el pueblo soportara calladamente el régimen porfirista, es mentira que en México reinara una “Paz Octaviana”.
Tal vez el primer brote de inconformidad en contra del Oaxaqueño Porfirio Díaz, corresponda al General Mariano Escobedo en 1876; al año siguiente el coronel Pedro Valdés, se subleva proclamando la restauración del Lerdismo; en 1878, en Jalapa Veracruz, se subleva Lorenzo Hernández y en Tlapacoyan, Javier Espino, en 1879, en Monte Alto, el general Don Miguel Negrete, en Perote, lo hace el coronel Manuel Carreón, en Cosamaloapan, el Teniente Coronel José del Rio, en Tlacotalpan, el comandante Francisco A. Nava. El mismo año hay agitación en Tepic y en Sinaloa, se subleva el General Jesús Ramírez Terrones mientras en Baja California lo hace el General Manuel Márquez León, en 1886, por iguales cargos es asesinado el general García de la Cadena y es aprisionado el capitán Martínez Arista, en el año de 1890 el general Francisco Ruiz Sandoval, radicado en Estados Unidos, lugar donde se había organizado el partido Revolucionario Mexicano, entra a México y se le obliga a regresar al país vecino, donde es encarcelado, también los movimientos estudiantiles se intensifican en 1892. EN 1893, El hijo de Ahuizote, denuncia la muerte de 50 sublevados en el rancho el Venado, cerca del Rio Grande. Al terminar el siglo XIX en forma organizada y coordinada, empieza la labor del grupo político “Ponciano Arriaga”, con un programa y un objetivo concreto. Distinguidos luchadores figuran en sus filas: Camilo Arriaga, Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gana, Librado Rivera, Rosalío Bustamante, Humberto Macías, José y Benjamín Millán, Carlos y Julio Uranga y otros muchos perseguidos, encarcelados, no cejaban en su lucha, la prensa oposicionista se multiplicaba incansablemente y por cada periódico perseguido y aniquilado, se levantaba otro u otros. El partido liberal Mexicano, organizado por los perseguidos del Porfiriato, refugiados en Estados Unidos, contó entre sus fundadores y dirigentes a los hermanos Oaxaqueños flores Magón, Ricardo y Enrique, Juan Sarabia, Antonio I. Villareal, Librado Rivera y Manuel Sarabia, como se ve, algunos de ellos habían militado ya en el club “Ponciano Arriaga”. Es producto de este partido, uno de los más extraordinarios documentos nacidos al calor revolucionario: “El Programa del Partido Liberal Mexicano”. En 1908 aparece un libro que causa gran inquietud: “La Sucesión Presidencial en 1910, El partido Nacional Democrático”. Su autor: Francisco I. Madero. Dos movimientos huelguísticos ponen de manifiesto la acción obrera, derivada de una línea política clara a seguir: Cananea y Rio Blanco.
Entre las rebeliones campesinas, es de especial importancia el levantamiento de los yaquis, a partir de 1885, al asesinato de su gran guía, el indio Cajeme, es aplicada a las fértiles tierras de los indígenas, la policiaca de terrenos baldíos, en beneficio de Ramón Corral, Torres e Izabal y la Richardson Construcción Company. Las rebeliones constantes de los indios mayos, aunque originadas en los despojos de la Colonia, se agudizan en este período a medida que el cultivo del henequén adquiere mayor importancia industrial. Al lado de los levantamientos de los yaquis, vecinos de estos, los mayos se levantan contra el robo constante que sufren. La Epopeya de Tomachic, en la Sierra madre de Chihuahua, es otra de las valientes páginas escritas por el pueblo indígena contra sus opresores. Larga resulta la enumeración de estos hechos, pero no pueden dejar de señalarse, por su importancia, las rebeliones de Acayucan, Veracruz, Viesca, en la zona lagunera, en las Vacas, en Palomas. Al lado de otros movimientos revolucionarios, nació una gran actividad el Club Antirreeleccionistas, entre sus miembros se hallaban hombres de gran dimensión: Emilio Vásquez Gómez, Patricio Leyva, Alfredo Robles Domínguez, Luis Cabrera, Paulino Martínez, José Domingo Ramírez Garrido, Luis T. Navarro, Aquiles Elorduz, José Vasconcelos, Manuel Urquidi, Teodoro Hernández, Filomeno Mata, Juan Urquidi y otros más. Entre sus grandes líderes, Francisco I. Madero, nacido en la hacienda “el Rosario”, del municipio de Parras, Coahuila, el 30 de octubre de 1873. Fué en la convención de este partido, iniciada el 15 de abril de 1910, donde se acordó sostener las candidaturas de madero y de D. Francisco Vázquez Gómez, para la presidencia y la vicepresidencia de México. Antes de su designación, Madero había recorrido ya la República en su afán de despertar la conciencia ciudadana del pueblo mexicano, no lo intimidaron los actos arbitrarios del Porfiriato, contra su familia y contra sus correligionarios en Puebla, Yucatán, Coahuila, Jalisco, Colima, Sonora, Chihuahua, en Oaxaca estuvo el 9 de diciembre de 1909, en la casa del Licenciado Juan Sánchez. . . . En Tlaxcala, la heroica acción de Delfina Morales que defiende con su vida el estandarte de su grupo, y cae brutalmente destrozada, es una clara muestra de la decisión del pueblo, Porfirio Díaz no lo entiende. El 20 de noviembre, Madero regresó a México y atravesó el Rio Bravo, llegó al rancho “El Indio”, en territorio nacional, lo acompañaban dos de sus hermanos, José Díaz y dos sirvientes, en este lado de la frontera lo esperaban un grupo de ex oficiales del Colegio Militar de Chapultepec y de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan. La revolución Mexicana, en su definitiva etapa militar, estaba en marcha… Es importante consignar las causas del creciente descontento, en la nación, contra el régimen porfirista, en opinión del ilustre escritor político Blas Urrea:
“1ª. El Caciquismo, o sea, la presión despótica ejercida por las autoridades locales que están en contacto con las clases proletarias, y la cual se hace sentir por medio del contingente, de prisiones arbitrarias, de la ley fuga y de otras múltiples formas de hostilidad y de entorpecimiento a la libertad del trabajo.
2ª.- El Peonismo, o sea, la esclavitud de hecho o servidumbre feudal en que se encuentra el peón jornalero, sobre todo de enganchado o deportado al sureste del país Valle Nacional, Oaxaca y que subsiste debido a los privilegios económicos, políticos y judiciales de que goza el hacendado.
3ª. El Fabriquismo, o sea, la servidumbre personal y económica a que se halla sometido de hecho el obrero fabril, a causa de la situación privilegiada de que goza en lo económico y en lo político, el patrón, como consecuencia de la protección sistemática que se ha creído necesario impartir a la industria.
4ª. El Hacendismo, o sea, la presión económica y la competencia ventajosa que la gran propiedad rural ejerce sobre la pequeña, a la sombra de la desigualdad en el impuesto, y de una multitud de privilegios de que goza aquella en lo económico y en lo político y que produce la constante absorción de la pequeña propiedad agraria por la grande.
5ª. El Cientificismo, o sea, el acaparamiento comercial y financiero y la competencia ventajosa que ejercen los grandes negocios sobre los pequeños como consecuencia de la protección oficial y de la influencia política que sus directores pueden poner al servicio de aquéllos.
6ª. El Extranjerismo, o sea, el predominio y la competencia ventajosa que ejercen en todo género de actividades los extranjeros sobre los nacionales, a causa de la situación privilegiada que les resulta de la desmedida protección que reciben de las autoridades y del apoyo y vigilancia de sus representantes diplomáticos.
Oaxaca, Oax., a 13 de noviembre de 2016.
Jorge A. Bueno Sánchez
Cronista de la Ciudad de Oaxaca
Bibliografía
Historia de la Revolución Mexicana. José Mancisidor.
Breve Historia de la Revolución Mexicana. Jesús Silva Herzog.
Diccionario Porrúa.
La revolución y sus héroes. Antonio P. González y J. Figueroa Domenech.