“Desde aquel momento se abrió en la conciencia nacional, a manera de un rojo botón de rosa, el ideal de la Revolución y el gobierno sintió que menguaba su fuerza y prestigio”
Luis Manuel Rojas
Don Francisco I. Madero, acompañado por su esposa y por el Lic. Roque Estrada, después de una activa campaña en la capital de la República, salió de México D.F. rumbo a Monterrey, la noche del 3 de junio en la que fue su última gira de propaganda llegó a San Luis Potosí a las 8 de la mañana del día 4, donde el candidato pronunció un enérgico discurso que el pueblo, que había acudido a vitorearlo, le aplaudió largamente, de allí continuo el viaje a Monterrey, donde sus partidarios organizaron varios mítines que alcanzaron éxito. La policía intervino abiertamente en su contra, a petición del juez de Distrito de San Luis, apresando a Madero y a Estrada, para conducirlos, días después, a esa ciudad, internándolos en la Penitenciaria del Estado. Después de 45 días de prisión efectiva, obtuvieron su libertad bajo fianza, abandonando la prisión el 22 de julio. Mientras el Sr. Madero permanecía encarcelado, se realizaron las elecciones primarias el día 26 de Junio, en medio de una paz impuesta por el terror del régimen de Porfirio Díaz, Con abundantes argumentos, el Lic. Federico González Garza presentó una enérgica protesta ante la cámara de diputados, por los incontables fraudes y atentados cometidos. A principios de octubre, la Cámara de Diputados contestó brevemente rechazando la petición de nulidad de las elecciones, hecha por los organismos demandantes, el Lic. González Garza declaró que la acción legal de los partidos de oposición al régimen había terminado, sólo quedaba un camino: “La lucha armada con todas sus consecuencias”. Las protestas de los oposicionistas resultaban muy desagradables en momentos en que el gobierno celebraba el centenario de la Independencia Mexicana, más aún, el 11 de septiembre los Antirreeleccionistas y los nacionalistas democráticos organizaron una gran manifestación, para la cual les fué negado el permiso, la policía intervino para disolver a los manifestantes, y la sangre del pueblo, corrió por las calles. En estas condiciones, el 6 de octubre, el Sr. Madero se decidió a escapar hacia los Estados Unidos, lo que logró con ayuda de un empleado del express que lo ocultó, en San Antonio Texas se le unieron el Lic. Estrada, el Dr. Cepeda y sus familiares, ya le esperaban en esa ciudad, Sánchez Azcona, González Garza y Aquiles Serdán. El “Plan de San Luis”, fechado en la ciudad de San Luis Potosí, el 5 de octubre de 1910, fué redactado realmente en San Antonio, en fecha posterior, De aquí difundido por todo México. Dice el Plan en su artículo 7º: ”El día 20 de noviembre, desde las 6 de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente gobiernan, Los pueblos que estén retirados de las vías de comunicación lo harán desde la víspera”.
La decisión estaba tomada.
Hechos.- Don Aquiles Serdán había hablado ampliamente con Madero, volvió a Puebla a preparar con gran entusiasmo y decisión el levantamiento del 20 de noviembre. Con la colaboración de los numerosos partidarios del Club Antirreeleccionista “Luz y Progreso”, que Serdán dirigía, almacenó en su casa, de la antigua calle de Sta. Clara, abundantes pertrechos de guerra, burlando la vigilancia policiaca. Obreros, trabajadores en general, mujeres y hasta niños, lo hacían, valiéndose de artimañas, en el traslado de parque y armas que serían distribuidos en el momento necesario. Debido al regreso de Serdán, de los Estados Unidos, o a la denuncia de un traidor, o ambas causas, las autoridades sospecharon lo que ocurría y el día 18 de noviembre, el jefe de policía, coronel Miguel Cabrera, el mayor Fregoso, el empleado Vicente Medina, dos policías de la reservada, un oficial y cuatro gendarmes se presentaron en la casa, dispuestos a hacer un cateo, los Serdán, preparados, abrieron fuego, el Coronel Cabrera cayó muerto, otros heridos, los policías pudieron escapar para avisar a D. Murcio Martínez, gobernador del estado, lo que ocurría. Testigos presenciales aseguran que los Serdán tenían oportunidad de escapar y que no lo hicieron confiados en la respuesta que el pueblo daría al conocer la noticia, El hecho fué que los Serdán resistieron y que al poco rato, entraban al ataque, el batallón Zaragoza, mandado por el coronel Mauro Huerta y Gaudencio González de la Llave, de igual grado, el cuerpo de seguridad del estado, al mando de Primo huerta, la policía de la ciudad y dos escuadrones del primer regimiento de caballería, a las órdenes del mayor Joaquín Maas, participaban algunas otras tropas porfirianas. Los revolucionarios apenas llegaban a 20 incluyendo a la familia Serdán. “A las 11 horas, el fuego por ambas partes era intenso, ocupando los heroicos rebeldes una posición central, rodeados completamente por los efectivos que cubrieron torres y bóvedas de los templos de Sta. Teresa, Sta. Clara, San Cristóbal y Sto. Domingo y atrás del mirador de la casa de Velasco Francisco A. de Velasco, presidente municipal de Puebla). Los fuegos que recibían los patriotas, de frente, de enfilada y de revés, obligándolos a desplazarse frecuentemente en las azoteas, moderar el fuego por un lado, nutrirlo por otro, esconderse en los tinacos, lo mismo que en cualquier pared o saliente que favoreciera a su ocultación de la vista de los federales. Bravamente lucharon con entusiasmo y estoicidad, soportando 20 hombres el plomo de la fusilería de cerca de 100 que, más o menos, contaba por esos días la guarnición, sumados a la policía rural y urbana, los mataron a las 11.45 en que los vítores y dianas, anunciaron la terminación de la matanza en la ciudad”. (“Recuerdos de una epopeya” El Universal, Alfonso Solís). Durante cuatro horas los valientes sostuvieron el combate, no murieron todos, Manuel Velázquez pudo burlar la vigilancia de los sitiadores y Epigmenio Martínez, herido, se fingió muerto. Agotado, sudando copiosamente, Aquiles buscó como última esperanza de salvarse, metiéndose en un frio agujero abierto en el piso de la sala, encima del cual, su madre y su hermana colocaron un tapete y un ropero. Después de 14 horas de encierro, se vio forzado a salir. Esto se atribuye a varias causas: tos, por el enfriamiento, estornudos, pulmonía o la forzada postura, el sufrimiento moral, el hambre y la sed. En las altas horas de la noche, serían las dos de la mañana, dice Porfirio Pérez, su asesino, “Cuando oí ruido en la pieza de al lado y me puse en guardia…” Tres revólver se dispararon simultáneamente sobre él, a pesar de que les había prevenido: “¡No me maten, soy Serdán!”
Doña Carmen Alatriste viuda De Serdán, Doña Filomena del Valle de Serdán, su esposa: Doña Carmen Serdán Alatriste, su hermana, las tres abnegadas mujeres fueron aprehendidas y trasladadas a la cárcel de la Merced, quedando incomunicadas. Pasaron de allí a la cárcel de mujeres y finalmente al Hospital Municipal de San Pedro, donde nació la hija póstuma del mártir, al triunfo de la Revolución, fueron libertadas. Bien está consignar los nombres de los valientes que con sus vidas pusieron en marcha el Plan de San Luis: Aquiles Serdán, Máximo Serdán, Rosendo Contreras, Manuel Paz y Puente, Francisco Sánchez, J. Clotilde Torres, Miguel Sánchez, Andrés Cruz, Vicente Reyes, Miguel Patiño. Luis Teyssier, Martin Pérez, Fausto Nieto, Carlos Corona, Juan Baño, Andrés Robles, Manuel Méndez y Francisco López. La ciudad de Puebla, orgullosa de sus héroes, ha puesto a la antigua calle de Santa Clara el nombre de Av. 18 de Noviembre y la casa de los Serdán la ha convertido en un museo que conduce al visitante a vivir hondamente el drama intenso de aquel puñado de hombres y mujeres que sin titubeos se entregaron ardorosa y apasionadamente, a la lucha que la historia les deparó.
Oaxaca, Oax., a 20 de Noviembre de 2016.
Jorge A. Bueno Sánchez
Cronista de la Ciudad de Oaxaca
Bibliografía.
Historia de la Revolución Mexicana.- José Mancisidor.
Breve Historia de la Revolución Mexicana.- Jesús Silva Herzog.
Homenaje a Aquiles Serdán.- Fed. Nal. Del Ramo Textil y otras industrias.
Diccionario Porrúa.