A MÁS de uno sorprendió, inclusive dentro del propio gobierno federal, el exabrupto de Luis Miranda de espetarle a una diputada federal que, para entenderla, era necesario ser psiquiatra.
LA SORPRESA no fue sólo por los modos del secretario de Desarrollo Social, sino porque a estas alturas del partido pareciera que el mexiquense no ha entendido no sólo la dimensión de su cargo, sino la de su muy cercana relación con el presidente Enrique Peña Nieto.
DE SER un oscuro pero efectivo operador político, ahora bajo los reflectores Miranda está demostrando tener la piel muuuy delgada y se está convirtiendo en una incomodidad para su jefe.
EL COLMO del asunto es que, contrario a lo que cree el titular de Sedesol, la diputada Araceli Damián sí que sabe de pobreza, pues no sólo es académica e investigadora de El Colegio de México, sino que tiene un doctorado de la Universidad de Londres y ha publicado varios artículos y libros sobre la materia.
Reforma / Templo Mayor / F. Bartolome