Ahora resulta que existe una “urgencia urgente”–como dicen los millenials “del mundo mundial”– para sacar adelante la legislación que proteja al Ejército en su labor de relevo de las ineptas policías civiles.
En pocas palabras, que el golpe en la mesa que dio el general secretario Salvador Cienfuegos actuó como por obra y magia en los legisladores que se aprestan a convocar a periodo extraordinario para sacar adelante el tema largamente aplazado. Como dicen en el rancho: ¡Nos corrió la prisa!
Y eso está muy bien, pero antes del debate debemos poner sobre la mesa algunas preguntas de la llamada seguridad nacional que hoy parecen no tener respuesta. Y aquí les va una lista de muestra.
¿Quién nos puede dar un informe pormenorizado de la famosa Plataforma México, aquella en la que el entonces presidente Felipe Calderón se gastó más de 12 mil millones de pesos para tener la suficiente información y operar la inteligencia nacional? ¿Qué nos puede decir su proveedor –el señor Carlos Slim– de esa pifia que hoy no funciona?, ¿pueden investigar si sus empresas se valieron de la Plataforma México para fortalecer las bases de datos del Grupo Carso?
¿Quién concentra hoy la inteligencia nacional que está fraccionada entre la Secretaría de Gobernación, la PGR, la secretaría de Seguridad y otras instancias de las que juntas no se hace una? ¿Podemos presumir tener un FBI o una CIA mexicanos? ¿Qué hacen hoy los hombres de la inteligencia que en su momento se adueñaron de los grandes secretos nacionales, incluyendo la documentada y videograbada vida privadí-sima de los Presidentes en funciones, a los que chantajearon para garantizar su etiqueta de intocables en el Gabinete? ¿Que hace hoy el superpolicía del calderonismo, Genaro García Luna? ¿Será verdad que montó todo un centro de operaciones de inteligencia, vulgo espionaje, para trabajarle por encargo a un precandidato presidencial no-priista?
¿Qué personaje de bolsillos profundos le paga a García Luna tan sofisticados equipos humanos y técnológicos?, ¿qué posición le prometieron al policía calderonista si ese precandidato se adueña de Los Pinos? ¿Cómo salir a proponer una nueva Guardia Nacional, cuando llevamos tres sexenios con tres reinvenciones policiacas, y ni la PFP, ni la AFI, ni la PF lograron devolver al Ejército a sus cuarteles?
¿Podría la Auditoría Superior de la Federación indagar a dónde fueron a dar las decenas de miles de millones de pesos que en nombre de la seguridad nacional se destinaron a unos cuantos personajes que compraron o lo que nunca usaron o lo que nunca sirvió o que de plano se las quedaron para sus ahora “servicios privados”?
Y así podríamos enlistar cuestionamientos al infinito sobre los asuntos delicados de la seguridad nacional que naufragan en el más completo abandono.
Pero lo que buscamos es evidenciar que esta nueva urgencia legislativa –ahora de orden militar– no vaya ser secuestrada –oootra vez– como pretexto para nuevos, monstruosos e inútiles gastos.
Y que se nos vaya a aparecer otro Carlos Slim a vendernos el espejito de otra Plataforma México, que será costosísima, inútil y obsoleta aún antes de que arranque el nuevo sexenio.