SENDERO
La noticia inesperada el jueves pasado fue el fallecimiento del maestro y comunicador de toda la vida, Raymundo Villalobos Mariscal, un promotor cultural que entre sus múltiples actividades mantuvo vivo un programa de radio dedicado al Istmo de Tehuantepec, iniciado en 1962 en la radiodifusora comercial XECE y continuó desde 1964 hasta hace unos domingos en Radio Universidad.
Cada domingo, en punto de las 12 horas, la presencia istmeña muy peculiar empezaba con La Sandunga en la XEUABJ y luego la voz del conductor que los radioescuchas identificaron muy bien a lo largo de los años, llegaron a sentirla suya por la familiaridad con que hablaba Raymundo, formado en la radio y en el periodismo escrito dentro y fuera de las tierras oaxaqueñas y que desde los años sesenta no dejó de transmitir el programa, a pesar de desempeñar también cargos de responsabilidad y una cátedra en la máxima casa de estudios.
Su proyecto original cuando fungía como director de Difusión Cultural y Extensión Universitaria era que las etnias oaxaqueñas tuvieran su propio espacio en la radio y que los universitarios y personas amantes de la cultura regional lo cubrieran ellos mismos. Hay tanto que compartir, decía, y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca abre esta posibilidad.
En los tiempos en que me tocó participar con él, primero en el edificio central y luego en Ciudad Universitaria, así como en la casa del licenciado Eloy Ramírez Rodríguez desde donde se transmitían Presencia Serrana y Pensamiento del Hombre a Radio Guelatao, XEGLO, todo fue alegría y disposición de servir a las personas y comunidades que nos escuchaban y se comunicaban al programa.
Sin temor a equivocarme, fueron miles de personas que compartieron el micrófono con el maestro Raymundo, que lo mismo hablaban de música y sus autores como de poesía, historia y un sinfín de temas relacionados con Oaxaca que siempre quedaba algo pendiente para los siguientes programas.
Fue ciertamente un hombre de mil batallas que se distinguió tanto en la radio como en la prensa escrita. Siempre jovial y combativo. Sentía en carne propia las injusticias que sufren los paisanos de las comunidades oaxaqueñas; consideraba clave apoyarnos en la cultura para no perder nuestra identidad ni la dignidad como seres humanos, por muy modestos y humildes que sean nuestros orígenes.
La cultura y la educación, sostenía, son las únicas alternativas que pueden salvar a la humanidad de tantas desgracias y acciones de desajenación que vienen de dentro y fuera. Por eso acercó Radio Universidad a las comunidades rurales e indígenas, por alejadas que estuvieran, para que los moradores expresaran de viva voz sus sentires y pesares, su música, sus leyendas, sus tradiciones y costumbres.
No solo la Universidad Autónoma Benito Juárez sino Oaxaca y sus regiones pierden a uno de sus valores, a un promotor cultural incansable, sobre todo a un ser humano querido y extraordinario. Lo extrañarán seguramente sus alumnos y exalumnos de la Preparatoria número 1, adonde llegaba cada mañana a recomendarles a que leyeran y estudiaran más.
Muchos de sus amigos y contemporáneos habremos de sentir su ausencia, pero nos queda el recuerdo del amigo que lo mismo luchó con Juan Herrera y otros para fundar la Casa del Estudiante Oaxaqueño, como también a retomar los paseos del Llano, durante los viernes de Cuaresma, en donde las damas lucen su juventud y belleza.
Raymundo Villalobos vivió intensamente cada etapa de su vida. Formó parte de la generación de jóvenes que crecieron con las inquietudes políticas, sociales y culturales al lado de doña Arcelia Yañiz, Rubén Vasconcelos Beltrán y Enrique Audiffred Bustamante, fallecido apenas hace dos meses y días.
Mi solidaridad con su señora esposa Silvia Audiffred Bustamante y sus hijos Xóchitl, Xicoténcatl, Iskra, Patricia e Hiram.