Cuando en una o dos décadas recordemos el 2016 será sin duda porque fue el año en que el mundo se volvió analfabeta. Simplemente fuimos incapaces de leer los nuevos tiempos.
Nadie vio venir ni la candidatura ni la victoria de un führer capitalista como Donald Trump, dentro de una democracia imperial como la norteamericana, gobernada a lo largo de 24 años por dos familias: los Bush y los Clinton.
Nadie fue capaz de anticipar en España que el incipiente movimiento ciudadano de Podemos, con un rebelde como PabloYglesias al frente, pondría a la Madre Patria, al PSOE y al PP en un desgobierno de dos años.
Nadie imaginó que los británicos acabarían votando su salida de la Unión Europea y que el llamado Brexit se convertiría en una ventana de escape que pone en un hilo la sobrevivencia del segundo bloque económico más poderoso del planeta.
Nadie leyó que los colombianos terminarían rechazando en un referendum una paz tan largamente esperada, para acabar con las míticas FARC y sus narcoguerrillas, aunque a su presidente Juan Manuel Santos lo acabaron reconociendo con el Nobel de la Paz.
Nadie pronosticó con el tiempo suficiente que Dilma Rousseff y toda la ola política de Luis Inácio “Lula” Da Silva sería sepultada en Brasil por un alud de denuncias sobre corrupción, que obligarían a la Presidenta a dimitir.
Nadie vio venir que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y su partido el PRI acabarían pagando las facturas de la ola de corrupción e impunidad, exceso de deuda y magros crecimientos, con un desplome de imagen y una megaderrota en las urnas en las elecciones del 5 de junio. Y eso cuenta mucho.
Nadie imaginó que estados facturados ad perpetuam al PRI, como Veracruz, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo, pasarían en el 2016 a engrosar el creciente directorio de entidades gobernadas por la oposición.
Nadie en sus más etílicos sueños concibió los montos multimillonarios de los presuntos desvíos de recursos que se les van descubriendo a los ahora gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, en un escándalo que ya amenaza con expulsar al PRI de Los Pinos en 2018.
Nadie asertó a imaginar que la reconstrucción de imagen de Andrés Manuel López Obrador, más ecuánime y equilibrada, y que lo ubica sobradamente en la cúspide de las preferencias para el 2018, alcanzaría también a impactar positivamente en los empresarios mexicanos y en los financieros de Wall Street.
Nadie apostó a que las grandes expectativas despertadas por el primer gobernador independiente de Nuevo León, Jaime “El Bronco” Rodríguez, acabarían desplomándose por egolatría, soberbia, incompetencia y ambición desbordada, apenas pasado el primer año de un gobierno incumplido y mentiroso.
Nadie imaginó que Televisa terminaría su renovado relanzamiento 2016 sin las figuras estelares de Joaquín López-Dóriga, Adela Micha y “Brozo”, confirmando que las redes sociales son ya el medio dominante, que rebasa ya a una pantalla televisiva en agonía.
Por eso decimos que el 2016 es el año que nadie leyó. Porque muy pocos lograron descifrar la instalación de un nuevo inconsiente colectivo que concretará a partir del 2017 un nuevo orden de las cosas no solo en México, sino en el mundo entero. Despertemos y aprendamos las nuevas reglas del juego.