México.- Cruzar territorio mexicano en su afán de llegar a Estados Unidos puede convertirse en la peor pesadilla para los migrantes, especialmente para los centroamericanos, ya que sus derechos humanos son violados hasta por los mismos agentes del Estado, además de que representan un mercado muy lucrativo para el crimen organizado, valuado en 10 mil millones de dólares anuales, según académicos de la Universidad Iberoamericana (UIA).
“Si para un mexicano es difícil, para un centroamericano es la peor pesadilla, el infierno se encuentra en nuestro territorio. Hay un problema muy fuerte de violación de derechos humanos”, subrayó José Martín Íñiguez Ramos, del Departamento de Historia de dicha institución educativa.
Durante la conferencia Los Migrantes: ¿de qué huyen, a dónde quieren llegar?, el investigador señaló que el Plan Frontera Sur del gobierno mexicano ha hecho de nuestro país el “policía migratorio” de EU, pues se dedica a perseguir, criminalizar y castigar a quienes buscan cruzar México en su camino a ese país.
Muestra de ello, detalló Javier Urbano, coordinador de la maestría en Estudios sobre Migración en la Ibero, es que un tercio de los delitos son cometidos por agentes del Estado o vinculados a las autoridades: el Instituto Nacional de Migración, las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional, policías municipales y estatales.
De acuerdo con Urbano, al año se registran más de 100 mil delitos de alto y bajo impacto en contra de migrantes, tales como desapariciones, asesinatos, violaciones, mutilaciones, trata y tráfico de personas, secuestro y extorsión, los cuales se concentran principalmente en Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Chihuahua, Sonora, Baja California y Tamaulipas.
“Todos se aprovechan de ellos; para la gente no son nadie, son menos que nada”, aseveró el académico experto en migración, quien calculó que son entre 35 mil y 70 mil migrantes los que han desaparecido en México en los últimos 20 años.
“La deshumanización es desde abajo: una botella de agua que a los mexicanos les cuesta 10 pesos para el migrante se cotiza en 50”.
Estas prácticas han convertido a la migración en uno de los negocios más rentables para el crimen organizado, pues le generan ganancias de unos 10 mil millones de dólares anuales y es su tercera actividad más rentable, después de la trata y el trasiego de drogas, indicó Íñiguez Ramos.
Destacó que los migrantes de Centroamérica tienen que pagar entre 3 mil 500 y 5 mil dólares para ser protegidos por un guía de cárteles y autoridades. Para los migrantes continentales, la cuota se eleva de 10 mil a 20 mil dólares. Los mexicanos entregan entre 3 mil y 3 mil 500 dólares, aunque si son de la frontera sólo pagan de 500 a 700 dólares.
Toda esta problemática ha hecho que el flujo de migrantes centroamericanos disminuya. Según los académicos de la UIA, antes de 2007 se registraban de 400 a 420 mil al año. Actualmente es de 200 a 220 mil, pues las autoridades han endurecido el paso y las bandas de narcotráfico mantienen control de corredores fronterizos. Sin embargo, para muchas personas originarias de Centroamérica, migrar es su única opción.
“Si regreso a mi país me van a matar”, dijo Max, de 27 años, un migrante originario de San Pedro Sula, Honduras, quien se vio amenazado de muerte por integrantes de la Mara Salvatrucha al negarse a formar parte de la pandilla y vender droga. “Tuve que salir de mi país, no por mi gusto, me tocó y aquí estoy de migrante”, añadió. Lleva ocho meses fuera de Honduras; entró a México por Ciudad Hidalgo, Chiapas, y llegó a Arriaga. Ahora se encuentra en el albergue de Migrantes Casa Tochan, ubicado en la Ciudad de México. Se dijo afortunado de haber llegado a la capital mexicana, pues “muchos compatriotas no logran llegar acá, incluso ni a mitad del camino”.
A Germán Alejandro le robó la identidad un líder de la Mara Salvatrucha. Cuando intentó levantar la denuncia, llegaron las amenazas y tuvo que dejar su natal Honduras. “Tomé la decisión, junto con mi esposa, de venirme para México. Lloramos. De un día para otro mi vida cambió… jamás imaginé que iba a vivir este infierno. Nunca me imaginé que iba a caminar kilómetros”.
EL UNIVERSAL / Axel Avendaño