Gabriela Velásquez Rosas, titular de la Secretaría de Salud, en una reconocida profesional en el área de la salud pública pero su anhelo de ocupar el máximo cargo de su carrera, se cumple entre serios escollos que no le auguran mayor éxito. Llegó en el peor momento de esa dependencia carcomida por un nubarrón de corrupción sin precedentes. Algunos expertos que se han asomado a la cloaca que dejó el “Gabinato”, me dicen que el hedor a pudrición es insoportable.
El principal problema que enfrenta es el inmenso poder, basado en la corrupción, que alcanza hoy la sección 35 del sindicato de salud en manos de Mario Félix Pacheco. Esta organización está infiltrada por los agitadores más osados del cartel 22 y los grupos más radicales cebados en el chantaje político. Es tan serio el asunto que desde las más altas esferas de la Federación de Sindicatos al Servicio del Estado (FSTSE), están cabildeando para impedir la reelección del motejado “gato Félix”. Mis informantes dicen que devolver al sindicato su institucionalidad no es fácil. Calculan que sería muy riesgoso que Jenoé Ruiz fuera reelecto. Lo convertirían en gran cacique, casi dueño de la sección 35 con Tony Cruz y su hermano David y otros prominentes capos de la desvirtuada COCEI de Juchitán. Con ellos tienen fuertes ligas políticas.
Los líderes de la sección 35 de la SNTSS -primero Jenoé y luego su compadre incómodo Mario Félix- se empoderaron inmensamente al arribo de la ola de perversión del “Gabinato”. Me dicen que cuando llegó Germán Tenorio y empezó sus negocios con proveedores, al primero que corrompió fue a Jenoé. Le regaló una camioneta Lincoln blanca. “Un pequeño presente del gobernador”, le dijo, y le entregó las llaves.
EL SAQUEO
Así sellaron la complicidad en las transacciones ilícitas como el hecho de elevar el costo de los uniformes para sus compañeros sindicalizados de 36 millones de pesos a 120 millones; después le entregó la concesión para fumigar todos los centros hospitalarios de la SSO, renta de edificios a precios alzados, etc. La misma estrategia de corrupción aplicó para atraerse la connivencia del “gato Félix. Éste aguantó la vergüenza de ser señalado por altos funcionarios de la Secretaría de Salud en la capital del país. Lo exhibieron por avalar el encarecimiento excesivo del costo de los uniformes, a pesar de su pésima calidad. También censuraron su participación en la nómina alterada y su silencio cómplice.
Como se ve, la nueva Secretaria de Salud tiene en el sindicato una bestia difícil de domar si no es con las riendas de la corrupción. Pero tienen otros obstáculos.
Al llegar a la SSO se presentó como Directora General de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) y Secretaria de Salud. Intentaron quitarle el primer cargo pero se defendió y hubo marcha atrás. No hay sido pocos los intentos por restarle poder.
A su llegada planeó un equipo fuerte y con experiencia para poder enderezar la nave. Propuso como subsecretario al versado galeno Felipe Gama Casas y a un coordinador de jurisdicciones sanitarias con experiencia. Con sorpresa vio que importaron a dos funcionarios para esos cargos. Otro puesto de relevancia que no abona al proyecto de honestidad y eficiencia de doña Gabriela, fue la llegada de Ernesto Garzón como director de atención médica. Este médico fue director del Hospital del Niño de donde salió prácticamente corrido, acusado de corrupción pero hoy liga posición relevante apadrinado por Micaela Guzmán recién nombrada oficial mayor de la Secretaría de Seguridad.
Recuerdan que Garzón se confabuló con las delegadas sindicales Zulma e Ivón, ambas enfermeras, para concretar el más criminal de los saqueos en ese nosocomio. Digo criminal porque, según me dicen, inició el robo de medicamentos, instrumental y gran parte del presupuesto que debió haber sido para salvar la vida a cientos de niños de familias pobres.
El tal Garzón vendió como chatarra parte de la estructura del edificio hospitalario, endeudó al nosocomio con 25 millones de pesos. Hasta que llegaron como nuevas delegadas sindicales, la doctora Ariadna Segura y la enfermera Rita, auditaron al director y al descubrirse la corrupción cesaron a Garzón.
Para desgracia de las familias más desvalidas, el Hospital del Niño siguió en la vorágine de la corrupción prohijada desde los altos mandos de la SSO. Con la actual delegada sindical de nombre Candelaria, el saqueo continuó al confabularse con Dinora Díaz que fue la última directora del saqueo.
AL ACECHO
No solo es la corrupción y el oportunismo son los obstáculos que enfrenta la nueva titular de la SSO. También tiene que lidiar con una veintena de funcionarios de alto nivel que ella no hubiera seleccionado, como Alberto San Germán quien ocupa una de las direcciones de más alto rango. Me dicen que fueron impuestos por la diputada María de las Nieves García Fernández a través del “gato Félix”. Sabe esta dama que disfrutará de la curul solo por dos años y su anhelo es volver a ser titular de la SSO. Para eso ya envió a sus cabezas de playa. La primera vez que ocupó el puesto fue en la administración del gobernador Diódoro Carrasco Altamirano.
Por si esto no fuera suficiente obstáculo ante su deseo de control total para poder rescatar la institución, le impusieron como director del Seguro Popular a un ex diputado jarocho conocido como Paco Silva.
Obvio, por el momento hay que darles el beneficio de la duda. No es lo mismo un gobierno encabezado por un pusilánime como Gabino Cue que un joven gobernante como AMH que ya dijo: “voy a devolver el prestigio a la política”.