En su primera rueda de prensa en seis meses, el presidente electo no deshace las sospechas de conflicto de interés
Donald Trump intensificó este miércoles la guerra contra los servicios de inteligencia de Estados Unidos, el país que liderará a partir del 20 de enero. En una rueda de prensa, la primera en seis meses, el presidente electo dijo que era “escandaloso” que estas agencias permitieran la filtración de rumores sobre supuestos documentos comprometedores en manos de Rusia. La filtración, avisó, es “una mancha tremenda” para estos servicios. “Era algo que la Alemania nazi habría hecho, y hacía”, dijo. Los vínculos de Trump con Rusia y los conflictos de interés entre sus empresas y su futura función pública amenazan con lastrar el inicio de la presidencia.
Era su primera rueda de prensa en seis meses, poco más de una semana antes de que se convierta en el presidente número 45 de Estados Unidos. En la Torre Trump de Nueva York la expectación era máxima. El presidente electo compareció acompañado del vicepresidente electo Mike Pence y sus hijos Don Júnior y Eric, además del equipo de abogados encargado de avalar sus decisiones para deshacer las sospechas sobre sus conflictos de interés.
Trump, que además de constructor de rascacielos y fallido empresario de casinos fue estrella de la telerrealidad, escenificó la comparecencia como un reality show, con el drama, las digresiones, la confusión, los exabruptos y los aplausos de la claque propios de un espectáculo de este tipo. Hablaba a ratos en tercera persona de sí mismo. Bromeaba sobre su alergia a los gérmenes para negar que hubiese participado en orgías en Moscú. Lanzaba ataques virulentos contra periodistas y medios de comunicación y negó la palabra a uno de los periodistas de uno de estos medios, CNN. Aclaró pocas dudas y terminó bromeando con el estribillo de su reality show El aprendiz: You’re fired, “estás despedido”.
“Sobre el pirateo, creo que fue Rusia”, dijo Trump, en la primera admisión clara, por su parte, de la responsabilidad de este país en el intento de sabotaje de las elecciones del 8 de noviembre. Los servicios de inteligencia estadounidenses creen que ayudar a Trump era el objetivo del robo y difusión de correos electrónicos del equipo de la candidata demócrata Hillary Clinton. El presidente ruso, Vladímir Putin, controló la operación, según estas fuentes.
Las conclusiones, divulgadas en diciembre, abrieron un enfrentamiento entre el presidente electo, que se negaba a aceptarla, y la llamada comunidad de inteligencia, irritada por las burlas y ataques del próximo comandante en jefe.
El caso se complicó unas horas antes de la rueda de prensa, cuando se conoció que los jefes del espionaje de EE UU han transmitido a Trump una información no verificada pero potencialmente muy dañina para el futuro presidente. En un documento, entregado a Trump el viernes, constan detalles escabrosos que podrían comprometer a Trump y que Rusia podría usar para chantajearle. El informe también señala contactos entre el equipo del presidente electo y agentes rusos durante la campaña electoral.
Ninguna de estas alegaciones, que llevaban meses circulando por Washington pero nadie había publicado al ser imposible de demostrar, está refrendada por fuentes públicas ni pruebas concluyentes, y de hecho contienen algunos errores de bulto.
La CNN abrió el fuego el martes al revelar que los servicios secretos habían informado a Trump de la existencia del informe. Fue la filtración de esta noticia en la CNN, y la publicación de supuesto informe en Buzzfeed, lo que desató la ira de Trump contra los periodistas de estos medios, y contra los servicios de inteligencia.
El otro problema que afronta Trump en este convulso traspaso de poderes es la sospecha de que sus empresas puedan beneficiarse de su poder político. La rueda de prensa debía servir para resolver el problema. La solución es ceder la gestión de las empresas a Don Jr. y Eric y congelar acuerdos internacionales. La abogada Sheri Dillon explicó en la rueda de prensa que Trump donará al Departamento de Tesoro los pagos de extranjeros en hoteles de Trump. Se trata de evitar violar la cláusula constitucional que impide al presidente recibir pagos que puedan parecer sobornos.
El arreglo no resuelve el principal problema con el conflicto de interés: Trump seguirá siendo el propietario del grupo y cualquier beneficio acabará siendo un beneficio para Trump o su familia.
EL PAÍS