El secretario de la Defensa tiene argumentos para reclamar la inacción de otras autoridades que por omisión o por complicidad, acaban alimentando a esa mafia que es tan poderosa y corruptora como la del narcotráfico

Va desde quienes en Pemex sustraen los planos para localizar los ductos, pasando por una Policía Federal que protege a las bandas criminales y las policías estatales que acaban como custodio de los huachicoleros.

Incluye a redes de operadores de pipas que desplazan los millones de litros de gasolinas robadas hasta las gasolineras que compran a precio de rajatabla ese combustible robado.

Por eso tiene razón el General Salvador Cienfuegos cuando se indigna frente a quienes condenan a los soldados que confrontan a los huachicoleros y terminan acusados de violentar los derechos humanos cuando los abaten al sorprenderlos in fraganti.

El secretario de la Defensa tiene argumentos para reclamar la inacción de otras autoridades que por omisión o por complicidad, acaban alimentando a esa mafia que es tan poderosa y corruptora como la del narcotráfico.

Comencemos por Pemex, cuestionando quiénes tienen  acceso a los planos que ubican los ductos o quiénes han bloqueado la instalación de sistemas de alta tecnología que operan en todo el mundo para detectar robos, pero que en México brillan por su ausencia.

Si le buscan detectarán qué directivos de las refinerías están vendiendo, sin intermediarios, gasolinas que sustraen de sus plantas y que colocan con tasa de descuento entre los gasolineros. Son huachicoleros de cuello blanco.

Vamos detectando la existencia de altos miembros del Sindicato Petrolero operando con directivos de la paraestatal o las refinerías, para hacerse de la vista gorda en el ilícito.

¿Acaso desde Gobernación no se podía operar con el Cisen un sistema de inteligencia para detectar qué instalaciones, en qué Estados, son las mas ordeñadas para sobrevigilarlas?

Vamos revisando qué unidades de la Policía Federal están destinadas a custodiar a las mas organizadas bandas de huachicoleros, para proteger sus valiosos cargamentos, a cambio de recibir un porcentaje del botín.

Investiguemos qué gobernadores pusieron a sus policías estatales al servicio de los huachicoleros, para limpiarles el camino y servirles de halcones que alertan de las aproximaciones del Ejército en los ductos de sustracción.

Sobre todo, comencemos por seguir el dinero que se detectaría, si Pemex y el SAT –de la mano- auditan las compras y ventas, para evidenciar en qué gasolineras existe la doble facturación o el tráfico de combustibles.

Podemos entender que falle un mecanismo de vigilancia, pero la sospecha se dispara si todos los sistemas fallan y nadie detecta nada.

En este mega negocio del huachicol existen sin duda nombres y apellidos, de políticos, líderes, directivos, policías y gasolineros que si existiera voluntad política podrían estar mañana tras las rejas.

Pero alguien muy arriba tienen que decidirse a desmantelar lo que es esta nueva, clandestina y ahora muy sangrienta industria nacional.