Camisa blanca de manga larga, pantalón desgastado a la cadera; un paliacate en vez de corbata, un mecate como cinturón y un hilacho colgado al hombro que el mismo Mario Moreno describió como su gabardina.
El genio no necesitó más para impresionar al México de aquellos tiempos, para volcar su enorme talento en la empresa de divertir a un pueblo ávido de alegrías, emociones y entretenimiento.
El arte del legendario “Cantinflas” desbordó las pantallas cinematográficas en la época de oro del cine mexicano.
De los primeros golpes que marcaron su vida como boxeador, los porrazos que recibió como torero bufo, hasta sus sueldos millonarios en Hollywood.
Fortino Mario Alfonso fue el quinto de los 14 hijos que tuvieron el cartero Pedro Moreno y doña Soledad Reyes. El bullicio y los transparentes aires matinales del Barrio Bravo de Tepito le vieron crecer aunque, nació en Santa María la Redonda, en la Capital del País el 12 de agosto de 1911.
El Ejército Mexicano recibió a un joven Mario Moreno en 1928; solo estuvo en la institución siete meses, tiempo durante el cual se destacó como mecanógrafo. Su mismo padre solicitó su baja por ser menor de edad.
Realizó 51 películas en México. La gracia del mimo mexicano no fue muy bien valorada en los Estados Unidos. El arte de hablar sin decir nada no se prestaba para desarrollarse o explotarse cinematográficamente en el lenguaje de Shakespeare. “La Vuelta al Mundo en 80 Días” (1956) y “Pepe” (1960) así lo demuestran; la coproducción México-España denominada “Don Quijote Cabalga de Nuevo” (1972), está entre estas obras realizadas fuera de México por el histrión.
Sus filmes cargados de locuciones francas, juguetonas e inteligentes, se convirtieron en referentes del humor mexicano en el mundo entero. Produjo la mayoría de sus películas.
El talento del gran artista explota en las carpas de la capital de aquél México de los 30’s. Muchos personajes que conocieron a Mario, historiadores incluso, trataron de dilucidar el enigma del origen del nombre del legendario actor; lo cierto es que hasta hoy, solo existen especulaciones. Únicamente “Cantinflas” sabía el origen de su apodo.
Había quienes aseguraban que era una contracción de las palabras cantina e inflar; que alguien le gritó a Mario en una carpa ¡En la cantina tú inflas! Exclamación espontánea de la que se derivó después el nombre reconocido en todo el mundo décadas más tarde.
Experto en el arte de hablar sin decir nada, el origen del nombre se pierde en la leyenda del México de las carpas, de los peladitos de la calle, de los catrines y las pulquerías.
De una carpa de sus suegros en Tacuba, de La Carpa Ofelia en Santa María La Redonda, hasta el Salón Teatro Carpa Mayab de Garibaldi; de México para el mundo, el inconmensurable artista murió el 20 de abril de 1993.
De su amistad con Shilinsky que no acabó en buenos términos, sus desencuentros con Manuel Medel, sus relaciones con Valentina Ivanova, sus deslices con Miroslava Stern, Rosario Granados e Irán Eory; sus enormes automóviles, su apoyo innegable a los más necesitados; pero sobre todo, esas tremendas facultades de las que le dotó la naturaleza y supo explotar con vehemencia.
Hasta nuestros días, las nuevas generaciones, se siguen deleitando con las películas de Don Mario Moreno; por ello “Cantinflas” es, un genio para siempre y además ¡Irrepetible!
Tuíter: @santiagooctavio