Una de las consecuencias más importantes e inmediatas del pasado primero de julio y a la revolución pacífica que nos estamos enfrentando, es el lugar del papel que les espera a los gobernadores.

Imagínese que usted se llama Alfredo Del Mazo y que es gobernador del Estado de México. El hombre más importante que les hizo soñar a los priistas y al habitante de Los Pinos, que ellos podían con todo.

Leyeron mal aquel resultado electoral y continuaron así durante la campaña presidencial. No solamente por los resultados, sino por cuál era el estado que de verdad estaba entre el pueblo de México, la percepción del partido del gobierno y cuán perdida estaba la situación.

Sin embargo, lo bueno comienza ahora. A partir del mes de septiembre, la Constitución de los estados, los congresos –tanto la de los diputados en San Lázaro como del Senado– y los distintos congresos locales que se eligieron, tendrán y empezarán la nueva era.

Alfredo Del Mazo vivirá un infierno. Por abajo, tendrá un Congreso que le es hostil y por arriba a Delfina Gómez, una delegada con plenos poderes que será la que administre el uso del presupuesto federal. A la que le ganó –por poco y después de miles de millones de pesos invertidos en el Estado– el actual gobernador de Edomex.

Del Mazo no es el único. Así hay muchos otros gobernadores en donde el resultado fue más allá de la sorpresa de ganar muchos otros estados como Veracruz, así como numerosos municipios y congresos estatales que pasaron a las manos de Morena.

Si no fuera porque no se trata de eso –y porque no creo que esa sea la intención en ningún caso– es tal la unidad del poder que es un sistema único, muy parecido al del gobierno de China por la decisión soberana del pueblo de México, que se le ha otorgado a este partido inexistente, presentado, manejado y liderado por el virtual presidente electo, López Obrador.

No es que esté en peligro la democracia, puesto que triunfó plenamente el primero de julio y esta fue la decisión de sus dueños.

El pueblo de México, en su inmensa mayoría, decidió que esto era lo que quería que pasara.

Otra cosa es que todos los extremos y las estructuras de poder único, terminen siendo malas hasta para quien las disfruta.

Pero la verdad es que lo único sensato que pueden hacer una serie de gobernadores –con Del Mazo a la cabeza– es entregar las llaves de los palacios de gobierno y decirle a Morena que no solamente gobernará a los congresos estatales o a través de los delegados que van a poner, sino que además ejercerá de verdad el poder sin cortapisas, en cada uno de esos estados donde tiene la estructura de un gobernador de un partido, una representación parlamentaria en el Congreso del estado de Morena y un super delegado por encima de todo.