La gurú Lucía Cordero Ruiz habló durante la semana cultural de la Red Gran Fraternidad Universal (GFU) sobre las bondades que nos brinda el yoga cuando se adopta como un estilo de vida, un camino posible, pues se refleja en las acciones cotidianas, pensamientos y palabras; su observación conduce a la salud, conciencia, espiritualidad y trascendencia.
Ella fue guiando de la mano a los asistentes con información, comentarios y ejemplos claros de lo que es esta disciplina de origen oriental, que en la actualidad cuenta con millones de practicantes en el mundo y no se diga en México y Oaxaca donde ya suman miles desde la década de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
Basó su exposición en las enseñanzas del sabio indú Patanjali, a quien se atribuye la sistematización de esta disciplina hace miles de años, antes de Cristo, y quien recomienda a seguir ocho pasos  indispensables para alcanzar la plenitud del ser en su parte humana y divina, para encontrar la unión, la conexión, entre el ser humano y su esencia divina, entre lo que en sánscrito denominan Jivatman (ser individual) y Paramatman (ser universal).
La doctora Lucía Cordero, quien inició la semana cultural en el Instituto de Yoga “Quinto Sol” en memoria de uno de los fundadores de la GFU, doctor José Manuel Estrada Vázquez, explicó que dentro del ser humano hay luz, que hay algo más que el nacer, crecer, reproducir y morir que es lo cotidiano y conocido; hay algo más allá de las necesidades del cuerpo físico, mental y emocional, que descubierto y realizado conscientemente nos abren  las posibilidades de ser y trascender. 
El problema del ser humano es que se concibe, siente y vive desvinculado del gran principio de donde proviene y lo que hace el yoga es constituirse en un puente, en una vía, para hacer posible el reencuentro con ese origen, con esa esencia, y para lograrlo  el yoghi Patanjali propone los ochos pasos a seguir: el yama o abstinencias; niyama o reglas de conducta; ásanas o las posturas del yoga; pranayama o control de la respiración; pratyahara o control de las percepciones sensoriales; dharana o meditación; dhyana o concentración y samadhi o identificación.
De ahí que la tradición hindú señala: no hagas nada que altere el equilibrio de tu vida; evita ir contra las leyes de la naturaleza y las de tu propio cuerpo; actúa de acuerdo con las leyes, respétate a tí mismo y no te agredas. Recomienda una alimentación basada en lo que la Tierra nos da, la cual absorbe agua, sales minerales, también la energía del Sol, y hace un proceso dentro de lo que conocemos como fotosíntesis, es decir, sintetiza la luz. Si aceptamos, pues, que dentro de nosotros  hay luz, por qué no alimentarnos de luz. Hay que alimentarnos de cosas que tienen luz, vida, no de las que ya murieron.
Dentro de las reglas de conducta, la no violencia ocupa un lugar muy importante, empezando por uno mismo. La no violencia es el respeto a la toda la vida en el planeta, a las plantas, a los ríos, a los mares, etcétera, a través de la acción, la palabra y el pensamiento.
Hay que empezar a hacer cambios en uno mismo para mejorar la vida humana, creando una cobertura de paz y un estado de equilibrio. Si lo hacemos así generaremos en consecuencia un sentimiento de no violencia con todo lo que nos rodea.  La honestidad es otro aspecto. Si respetamos el bien ajeno, nos respetamos a nosotros mismos.  ¿Erramos entonces cuando robamos energía a otra persona, le quitamos su tiempo, o sus méritos?  Desde luego que sí.  La vida es para dar y compartir.
No acumules. El desapego nos muestra que si no somos capaces de percibir lo que está en nuestro interior, necesitaremos objetos para llenar este vacío. No me doy cuenta que yo soy todo. Que dentro de mí está la creación. ¿Qué estoy buscando afuera si todo está dentro de mí?, pero como no lo sabemos, o no nos damos cuenta de ello, creemos que mientras más posea de afuera podré satisfacer ese vacío. Solo vive con lo que necesitas, dice el filósofo hindú.
La gurú, médico de profesión con especialidad en Medicina Tradicional China, explicó que el impulso energético más fuerte en el ser humano es la energía sexual, por eso tantas violaciones, tantas muertes, trata de blancas o de niños que se dan en todos lados. Es un aspecto donde hay que trabajar mucho, tratar de entenderlo en su más amplio sentido y profundidad, porque la energía sexual no solo es la genitalidad como generalmente se considera. Esta energía ha generado todas las expresiones de la vida.
Un arma poderosa es la palabra, donde la veracidad es fundamental.  No solo de lo que se dice, sino lo que se piensa y externa. La congruencia en todo momento, y así como este conjunto de pasos nos conducen al buen vivir, hay otras más que tienen que ver con la pureza en lo mental y lo corporal.
Con la práctica del yoga se empieza a descubrir el gran potencial que hay en nuestro cuerpo, primero para tener salud, flexibilidad y luego encontrar las posibilidades para trascender a través de los pasos que están al alcance de todas las personas. Hay que pulir nuestros sentidos. La respiración juega un papel fundamental en este proceso, hay que aprender a respirar también. Igual la meditación para conectarnos con nuestra esencia y la totalidad que llamamos Dios, el Principio Creador, del cual venimos y nos hermana.
Dice la gurú Lucía Cordero que de pronto se nos hace que éste es un mundo de lágrimas, de dolor, de sufrimiento, de dramas; que vivimos cosas tremendas, que estamos en el fango, pero en el fango surge una bella flor: la flor de loto. Los seres humanos, aunque no lo creamos, somos lo más bello de la creación, lo más completo porque tenemos la capacidad de ser conscientes, de podernos darnos cuenta y emprender un camino en este plano, porque no hay otro.
Ella citó a un Maestro de la GFU, José Marcelli Noli, quien afirmaba que lo que degrada a un ser humano, nos degrada a todos, y lo que enaltece a un ser humano, nos enaltece a todos; lo que hace sufrir a un ser humano representa un sufrimiento para todos.