Oaxaca, Oax.- Josefa González Reyes nace en Santiago Pinotepa Nacional, Oaxaca el 11 de marzo de 1926, hija de Aquino González Flores de oficio herrero y de Margarita Reyes Vásquez, que dicho sea de paso, falleció en el momento del parto dejándola en orfandad.
En su natal y pintoresca Pinotepa Nacional vive su infancia y juventud, con el paso del tiempo aspirando a tener una mejor situación económica busca un empleo que le permitiera ayudar económicamente a su familia que para ese momento ya había crecido, por lo cual en 1955 solicita empleo en el naciente centro de salud de Pinotepa, el médico encargado le informa que todos los lugares en ese nosocomio están ocupados y le sugiere que se traslade a una población cercana, Santiago Apóstol Jamiltepec, el viaje se tenía que hacer preferentemente de madrugada ya fuera a pie o en caballo, por el intenso calor de la costa oaxaqueña, al llegar a dicha población se pone en contacto con el doctor encargado de dicho centro de salud y le comenta que efectivamente necesitaban a una persona que ayudara a mantener limpia la clínica y sobre todo para que cuando el médico encargado tuviera que hacer una diligencia hubiera alguien que diera una información a los pacientes, ya que al estar tan lejos de la capital y lo sinuoso del camino las enfermeras no se “Animaban” a ir a dar sus servicios, ella con el deseo de ayudar y la vocación que ya traía aceptó el trabajo, aún a sabiendas que en cualquier momento le daban las gracias.
Un buen día, el médico tuvo la emergencia de salir a curar a un accidentado a una ranchería, en ese lapso de tiempo acudió una madre con su niño que presentaba una herida con sangrado profuso, ella al ver que el médico no llegaba y con la experiencia de haber ayudado al médico a hacer las curaciones, gracias a que, al desempeñar sus labores, no nada más informaba y mantenía limpio el lugar sino que se había convertido en auxiliar de enfermera, con ese escaso conocimiento cura al niño y le dice a la señora que espere, cuando el médico llega, ella le informa lo sucedido y obviamente el doctor se preocupa por lo que van a buscar a la señora para hacer la curación correcta, al revisar la herida curada el percibe que estaba bien hecha a pesar del escaso conocimiento de Josefa y le pide que explique como lo hizo, quedó tan sorprendido que le ofrece enseñarla a hacer curaciones de mayor importancia, así como a inyectar, lo cual ella acepta gustosa.
La joven Josefa aprende muy rápido y el médico ya siente la confianza de apoyarse en ella durante sus ausencias sobre todo cuando tenía que venir a la ciudad de Oaxaca a entregar el informe del naciente Centro de Salud, en una de esas ausencias, una mañana en el pueblo corre la noticia de que un joven de la población había ido al campo hacia dos días y no regresaba, al atardecer de ese mismo día llega al nosocomio una mujer angustiada y llorando solicitando la ayuda del doctor porque su hijo había ido al campo y se había cortado con el machete y como la herida no paraba de sangrar el joven se había puesto tierra para detener dicho sangrado, pero lo grave era que la mano ya presentaba necrosis, estaba negra y el venía con fiebre, cuando la madre se entera que el médico no está se angustia y ante ese cuadro le solicitó a Josefa su ayuda depositándole toda su confianza, lo que la animó a intervenir rápidamente, en ese momento prepara en un cuarto una improvisada y humilde sala de operación, hierve el poco instrumental que había, acuesta al joven paciente, lo canaliza para poder inyectarle la penicilina milagrosa de aquellos tiempos y se aventura a cortar la mano gangrenada con solo anestesia local, la operación resulta un éxito la fiebre en la madrugada cede y la paz llega al enfermo y a la madre; el problema fue al otro día cuando el padre regresa después de hacer una compras le informan de lo sucedido y sin averiguación alguna acude a la presidencia municipal a demandar a la enfermera que le había cortado la mano a su hijo, el presidente manda a llamar a la acusada quien le explica el caso, al enterarse la madre del joven lleva ante el presidente municipal en una charola la mano gangrenada, ante la evidencia, el presidente municipal regaña al padre el cual no le queda otra más que disculparse y darle las gracias a la enfermera.
Cuando el médico encargado regresa, su sorpresa fue mayúscula y le sugiere a la auxiliar de enfermería que estudiara, a partir de ese momento y gracias a la dedicación hacia la medicina el doctor lucha porque se le otorgue la plaza de auxiliar de enfermería y ya obtenida su plaza, tiempo después se traslada a la ciudad de Oaxaca e ingresa como auxiliar de enfermería al hospital civil “Aurelio Valdivieso” que en ese entonces se encontraba en las calles de Dr. Ramón Pardo.
Cuando un espíritu es inquieto siempre en busca de retos o bien ellos llegan como fue el caso de Francisca una joven mujer que proveniente de la sierra llegó buscando trabajo en los quehaceres del hogar, eso no fue lo raro, lo sorprendente era que presentaba un labio leporino con exposición de tabique nasal, el cuadro era doloroso por el rechazo social, como buena enfermera le busca una consulta para que le realicen una operación que permitiera minimizar el aspecto antiestético, desgraciadamente no hubo esperanzas pues le aducían que tenía que consultar a un cirujano plástico, mismos que en ese entonces o no había en nuestra ciudad o resultaban bastante onerosos, pero nuestra enfermera recuerda el caso de Jamiltepec, cabe señalar que ella siempre fue autodidacta, y empieza a maquinar que hacer para ayudar a esta pobre mujer, y otra vez ahí va, realiza una cirugía en una habitación de su casa y solo con anestesia local, penicilina y suero, procede a quitar tejidos y une los labios de Francisca, solo así logro que los médicos se animaran a intervenirla nuevamente ahora en el paladar para mejorar su dolencia, quedando tan bien que Francisca pudo formar una familia.
Con el tiempo, es transferida a las instalaciones de la S.S.A. ubicadas en la primera calle de J.P. García, para posteriormente al abrirse el 1 de febrero de 1960 el Centro de Salud Urbano # 1 de la ciudad de Oaxaca, ubicado en las calles de Francisco Javier Mina, esquina con José María Díaz Ordaz de esta ciudad, para al paso de los años ser comisionada para fundar una casa de salud en la colonia América en la que gracias a su labor intensa logró conseguir el local, censar a la población de esa colonia y hacer que sus habitantes acudieran al servicio médico, logrando fundar dicha casa de salud, que actualmente sigue funcionando desde su creación en 1978 en la calle de Perú de la citada colonia América.
Siempre estuvo al servicio de sus pacientes del centro de salud y de sus vecinos que acudían a buscarla, y en el ánimo de ayudar a la población necesitada, al tener noticias de que en un pueblo cercano a Tlacolula de Matamoros no contaban con atención médica, empezó a visitar cada domingo la comunidad de San Juan Guelavia, Tlacolula, Oaxaca, donde también tuvo la satisfacción de salvar el pie de un campesino al que se le agusanó un pie, logrando salvarle dicha extremidad, lo que hizo que en dicho poblado le pidieran que no dejara de asistirlos médicamente, lo que hizo a pesar de lo incomunicado de dicho pueblo, ya que solamente se accedía por tren habiendo la necesidad de caminar tres kilómetros para llegar a la población, o en su caso, abordar un camión que solamente entraba cada domingo, por lo que a veces, tenía que caminar en compañía de alguno de sus hijos, la distancia de seis kilómetros, de la carretera al pueblo, ya fuera con lluvia o con frio ella estuvo realizando siempre esta labor, donde el cobro era mínimo, lo que nunca le desanimó por su espíritu de ayuda, así como tampoco las envidias que ocasionaron la intervención de la policía federal que fue informada que vendía las muestras médicas, lo que después de su investigación al ver que no era así, dejaron que ella siguiera con su labor humanitaria.
A finales de 1985 se lanza una convocatoria para el premio nacional Lucia Salcido, al enterarse sus hijos elaboran un documento con todos sus logros el cual es tomado en cuenta y el diecisiete de marzo de mil novecientos ochenta y seis es informada la familia mediante un documento enviado por el Dr. Guillermo Soberón Presidente del Consejo de Salubridad, el haber sido declarada la enfermera Josefa González, que era merecedora al segundo lugar del premio al mérito auxiliar de enfermería Lucia Salcido, por unanimidad del jurado calificador.
Siendo entregada la presea nacional durante la ceremonia conmemorativa del Día Mundial de la Salud el siete de abril de mil novecientos ochenta y cinco en el auditorio de la Unidad de Congresos del desaparecido Centro Médico Nacional, Post Mortem, ya que ella falleció en la ciudad de Oaxaca de Juárez, un año antes el día 25 de abril de 1984, por lo que la recordamos a los 34 años de su partida (D.E.P.).
Oaxaca, Oax., a 05 de Agosto de 2018.
Jorge Alberto Bueno Sánchez.
Cronista de la Ciudad de Oaxaca.
Miembro de la S.M.G.E.
Miembro del S.C.M.