“No es buena la innovación si no está apoyada con la Constitución” Manolo.
Denominar “Constitución Moral” al documento que ha anunciado López Obrador es un desacierto jurídico y es equívoco referirse como “Constitución” a un texto que no tendrá fuerza legal ni será de cumplimiento obligatorio, más allá de que en esa carta se establezcan lineamientos de conducta ejemplares. El presidente adyacente reconoce que la idea de su “Constitución” está inspirada en la Cartilla Moral que Alfonso Reyes escribió para promover la campaña de alfabetización (para adultos principalmente) del gobierno de Ávila Camacho en 1944, cuadernillo que contiene catorce lecciones en las que se transmiten nociones de moral, sociología, antropología, política, educación cívica, higiene y urbanidad.
En esa Cartilla se explica que el hombre debe educarse para el bien, que esta educación y la doctrina en que ella se inspira constituyen la moral o ética, qué todas las religiones contienen un cuerpo de preceptos morales que coinciden en lo esencial, que la moral de los países civilizados está totalmente contenida en el Cristianismo, que el creyente hereda con su religión una moral ya hecha, pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente sino para todos los hombres en general ya que el bien no sólo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo, se funda también en razones que pertenecen a este mundo, por eso la moral debe estudiarse como una disciplina aparte.
Reyes afirma, “podemos figurarnos la moral como una Constitución no escrita, cuyos preceptos son de validez universal para todos los pueblos y para todos los hombres. Tales preceptos tienen por objeto asegurar el cumplimiento del bien, encaminando a este fin nuestra conducta”. Expone que el concepto de la apreciación del bien es el objeto de la moral, lo que supone el acatamiento a una serie de respetos que son como los “mandamientos” de la moral, que la humanidad no podría subsistir sin obediencia a esos respetos morales, el respeto que cada ser humano se debe a sí mismo, en cuanto es cuerpo y en cuanto es alma, de este respeto a nosotros mismos brotan todos los preceptos sobre la limpieza de nuestro cuerpo, sobre la limpieza de nuestras intenciones y el culto a la verdad. Una de las ideas que tiene mayor fuerza es la del respeto a la verdad, que reconoce como la más alta cualidad moral y la más alta cualidad intelectual. Después viene el respeto a la familia y a la sociedad. El problema de la política es lograr que nuestra convivencia sea lo más justa y feliz.
El segundo grado del respeto social es el respeto a la ley, que a su vez asume varias categorías, además de que el campo de la ley puede imaginarse como un grado más solemne del cuerpo de la conducta. Con gran visión del futuro Reyes sostenía que el más impersonal de los respetos morales es el respeto a la naturaleza, y que aunque a algunos les pareciera extraño que se haga entrar en la moral el respeto a los reinos mineral, vegetal y animal, debe recordarse que estos reinos constituyen la morada humana, el escenario de nuestra vida. Las ideas básicas que Alfonso Reyes quiso transmitir en esta Cartilla son que la moral humana es el código del bien, que la moral nos obliga a una serie de respetos, que esos respetos están unos contenidos dentro de otros, y que los más importantes son el respeto a nuestra persona, en cuerpo y alma, el respeto a la familia, el respeto a la sociedad humana, el respeto a la patria, el respeto a la verdad, y el respeto a la naturaleza que nos rodea.
En el resumen de esta Cartilla Moral se enfatiza que el bien es el conjunto de nuestros deberes morales, que la satisfacción de obrar bien es la felicidad más firme y verdadera, que la sociedad se funda en el bien ya que el bien nos obliga a obrar con rectitud, a decir la verdad, a conducirnos con buena intención, que la mejor guía para el bien es la bondad natural, que todos tenemos el instinto de la bondad, pero que este instinto debe completarse con la educación moral, con la cultura y adquisición de conocimientos, pues no en todo basta la buena intención.
Resulta claro que la “Constitución Moral” que propone AMLO no es el título adecuado, en todo caso se trata de un documento equivalente a un Código de Ética, y si su verdadera intención es que sirva como guía para fortalecer valores morales y reforzar la conciencia social debemos apoyar su difusión. Sin embargo, debemos estar atentos pues es posible que ese documento se quiera utilizar como un catecismo político o un evangelio ideológico del obradorismo.
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