Esta semana salió a la luz la Encuesta Nacional de Discriminación en México (ENADIS, 2017), donde por cierto, Oaxaca alcanzó un nada agraciado 4º lugar, entre las entidades en las que más se discrimina. Hablar de discriminación en México es tan profundo que nos remonta a lo peor de nuestra historia colonial, a un pasado que persiste en un binomio perverso de desigualdad y discriminación, que mantiene a millones de mexicanas y mexicanos segregados del goce pleno de sus derechos, y que como país nos mantiene anclados al subdesarrollo.
A veces de manera explícita y otras tantas más sutil, la encuesta revela que 1 de cada 5 ciudadanos en México se sintieron discriminados durante 2017, ya sea por su apariencia física, modo de hablar, creencias religiosas, origen étnico, orientación sexual, situación económica, y/o género, principalmente. Lo cierto es que el estudio revela la persistencia de esos “ismos” (clasismo, racismo, sexismo, fanatismo, etc.) que nos avergüenzan, como trapos sucios y malolientes, pero que poco hacemos por erradicar.
Tendríamos que empezar por interiorizar, ¿Cuándo y cómo lo aprendemos? Porque es un hecho que todas y todos de una u otra manera, en algún momento hemos sido víctimas de discriminación, pero también la hemos ejercido hacia otros. Hace unos años escuche al sociólogo español Marcos Roitman decir algo que se me quedó muy grabado: “Para erradicar el racismo, primero tenemos que hacer consciencia que todos en cierto grado hemos sido racistas al menos una vez”; a lo que agregaría, que una vez haciendo esa introspección, es preciso identificar las “creencias” que nos han llevado a ello, pues mientras lo neguemos no podemos hacer nada al respecto. Como en todo vicio el primer paso es aceptar.
Tenemos una gran pelea que darle a los prejuicios y estereotipos, y en ello el papel de las instituciones y de los poderes fácticos es muy importante. Las industrias del entretenimiento no pueden seguir enalteciendo un modelo de belleza completamente alejado a la realidad de la mayoría de las mexicanas y mexicanos, como tampoco pueden evitar poner gente morena a cámara, a menos que se trate de comediantes como “El costeño”, o de actores que interpreten a delincuentes y/o gente pobre.
Las Iglesias, tampoco pueden orientar a sus feligreses a condenar a otros por profesar otros cultos, y en las escuelas las maestras y maestros tienen una gran labor enseñando en el respeto y la igualdad, sin tintes clasistas, sexistas, u otros, pues justamente la persistencia de dichos patrones explica que el 60% de la población crea que los jóvenes son irresponsables, o que el 40% se atreva a afirmar absurdos como: “los pobres son pobres porque quieren”; y/o “la población indígena es pobre debido a su cultura”.
Y es que la discriminación nos lleva al absurdo de confundir efectos con causas, perpetuando las desigualdades, porque como dijo Alejandra Hass, Presidenta del CONAPRED, en la presentación de la ENADIS: “si la discriminación no se atiende se convierte en desigualdad”.
En cuanto a la discriminación por género, la ENADIS reveló que aún hay quien piensa que las mujeres que son atacadas sexualmente lo provocaron, o que las tareas domésticas son su responsabilidad. Déjenme compartirles que desde la incubadora de talentos deportivos de Oaxaca es Único, hemos podido impulsar a jóvenes como Cecilia Mendoza alias “Ceci Lee”, quien el pasado jueves ganó la semifinal femenil en peso mosca en el certamen ídolo chilango, resultado ser toda una revelación que promete dar una gran pelea por ganar la final para Oaxaca. Así que, tal como lo demostró la selección femenil ganando el oro en Barranquilla, las deportistas mexicanas están rompiendo estereotipos, demostrando que #jugarcomoniña es todo un orgullo.
De manera que es momento de darle batalla a la discriminación desde todos los frentes, empezando desde nuestros círculos más cercanos, pues es un asunto de derechos humanos y de justicia social, pero también de oportunidades, o ¿estamos dispuestos a seguir limitando el desarrollo de una gran parte de nuestro capital social, tan sólo por prejuicios?