La verdad es que leer todo lo que pasa sobre la antigua madre patria en los periódicos –tanto de allá como de aquí– es algo que sólo produce sorpresa y en muchas ocasiones estupefacción.

Es evidente que Cataluña es un tigre desbocado que cabalga por las llanuras de Castilla sin que nadie sepa muy bien qué hacer, a excepción de la fuerza y del uso de los tribunales.

Es cierto que se había llegado a un punto de agotamiento en el mensaje político y en el mood nacional en los últimos años en España, que simplemente presentar una moción de censura sirvió para que cambiara al menos al gobierno de facto, pero lo más importante, es que se modificaran los ánimos del país.

Los seres humanos siempre tendemos a pensar, ¿por qué no?

Y la verdad es que los primeros sesenta días de Sánchez, estuvieron llenos de sentido innovador político, aunque con demasiada explotación de éxitos a la corta, como por ejemplo, querer romper desde la teoría y no desde la práctica del realismo, todos los problemas de inmigración en Europa.

Con relación a Cataluña, se quiere hacer lo imposible o sobre todas las cosas, quiere algo que solamente es entendible en la base de llegar a noviembre, convocar las elecciones, ganarlas y después ya veremos.

Pero la verdad es que no solamente es el hecho de que gobierna en un parlamento donde para tener la mayoría, hace falta tener más de ciento setenta diputados con ochenta y cuatro del partido; sino que gobierna a base de flashes, cometiendo errores que pueden lastrar no solamente este experimento de gobierno que está viviendo. Por cierto, con los resultados previsibles para los pesimistas y preocupantes para los que pensábamos que siempre es mejor tener una esperanza que una resignación, ahora hay otros nuevos datos que sumarle al estudiante Sánchez.

América es clave para España y los españoles

No solamente porque hace quinientos años con el oro y la plata que se llevaron construyeron su imperio –el cuál cayó por muchas razones, la incompetencia y la corrupción en los gobernantes fue una de las más importantes–, sino que hoy en día América es el sinónimo de la capacidad de crecimiento de España.

Donde son importantes las empresas españolas que difícilmente pueden contender en Europa, es en América. La más grande de ellas, Telefónica, es una empresa que no puede competir con los líderes del sector europeo y que además, es la empresa más endeudada. Ha habido ejemplos notables y milagrosos como es el caso de Inditex, o como otros casos.

Por eso, no se entiende que Pedro Sánchez, en estos momentos de la historia de México y Norte América, inaugure su primer viaje en Latinoamérica. Son momentos de un cambio tan importante que, en teoría, es ideológicamente el más comparable a lo que dice pensar y sentir el presidente del gobierno español. Y hacer su primer viaje a cuatro países de los cuales –con independencia de la importancia histórica o del nivel de la relación económica– no tiene nada que ver con la dimensión de lo que se juega en México.

Sánchez debería haber empezado por México. Debería haber comenzado por López Obrador, su colega de pensamiento. Él tiene la obligación de venir aquí a saber qué es lo que piensa hacer el nuevo gobierno con los bancos y las empresas españolas.

Y López Obrador tiene la obligación de tomar buena nota del comportamiento de Sánchez y saber que para España, México es clave y un factor sin el cual no es fácilmente entendible su desarrollo. Para Sánchez, en su ignorancia e improvisación, prefirió irse a un viaje cómodo por algunos países –como los que visitó antes– que venir a construir sobre la Nueva España, la relación con la nueva América.