Isabel II fue un ícono y símbolo del siglo XX.

Juan Manuel López García.

La muerte de Isabel II de Inglaterra lleva a una reflexión histórica interesante. Según datos del Washington Post, nueve de cada 10 seres humanos que hoy están vivos nacieron cuando Elizabeth Regina ya era soberana británica. Eso quiere decir que la Reina vio, atestiguó todo tipo de sucesos históricos de los que, seguramente, en algunos fue protagonista. En otros, pese a su ajetreada vida dentro de la burocracia propia de la monarquía, seguro se regocijaba -o aterraba- de las tropelías que algunos gobernantes realizaban en países que tuvieron o tienen que ver con ella y su Estado. Isabel no bailaba el danzón -aunque la Orquesta Aragón lo sostuviera-, pero sabía de los bailes que tiranos y aspirantes a tiranillos le daban a su población. Fue actriz principal dentro del conflicto de las islas Falkland -o Malvinas, como prefieran-, donde mequetrefes como la junta militar argentina mandaron a sus ciudadanos como carne de cañón que “reconquistara“ el territorio a favor de ellos. El final es sabido: perdieron, orillaron a Argentina a una crisis política y social enorme y la expansión de Soda Stereo. 

Vino a México en dos ocasiones. La primera hace casi medio siglo, donde Echeverría y pareja le dieron una comilona de Pollitos en Paté y corazones de alcachofa. Eran tiempos donde el presidente mexicano -también muerto en 2022- quería ser líder de una entelequia conocida como Países No Alineados, también conocidos como el Tercer Mundo. Ahí, Isabel presenció a un presidente rodeado de tapados rabiosos de saber su destino, con un secretario de Gobernación predestinado al cargo, hasta que fue rebasado por el amigo de la infancia del prócer de los desposeídos. Regresó la reina años casi una década después en 1983, en el inicio del gris periodo de Miguel de la Madrid quien, preocupado de que el país no se le desmoronara entre las manos, dejó que la reina visitara Acapulco y tomara el té con Cuauhtémoc Cárdenas, sin saber que años después él reclamaría el desdén tecnocrático de su gobierno. Quiso regresar a México, pero fue imposible. En cambio, fue visitada por los siguientes presidentes priístas y panistas. Parecía estar cómoda con Fox y Peña Nieto, mientras que con Zedillo y Calderón las fotografías no son tan afortunadas. Sin embargo, entre cada visita, la situación política y social mexicanas se iban deteriorando tanto como las relaciones familiares dentro de la casa real. 

El Annus Horribilis del que hablaba Elizabeth Regina en su momento se convirtió en una repetición funesta para los cientos de miles de muertos y desaparecidos en un país que, pese a la lejanía, mantenía una extraña fascinación por ella, tanto que hasta existían comerciales de una marca de mezclilla donde una doble pretendía ser ella mientras exclamaba ¡Britania! El jueves pasado, Isabel II terminó su mandato. No vio las promesas de equilibrio presupuestal, erradicación de la pobreza, paz social, bienestar para la familia, solidaridad comunitaria, comprensión detenida de las necesidades de la población, excelencia, renovación moral de la sociedad, movimiento grupal y creación de empleo desde las manos limpias. Menos aún, de una cuarta transformación. 

Isabel II, en cambio, fue testigo de nuestra degradación como país. Del disenso en aumento exponencial, control del crimen organizado, eliminación del deslizamiento de clase, de la imbatible necesidad de contaminarnos, del odio de unos a otros a partir de las promesas rotas. La Reina vio cómo la promesa de país de 1975 se quedó en algo más triste que un compromiso roto: somos mercancía chafa. Como esos pantalones de mezclilla.

 Para México el luto de la realeza británica es solo una lejana referencia a la triste fatalidad de los seres humanos y más para los que creen ser poderosos y perennes. Los sismos de septiembre hasta ahora han sido políticos, pero sus consecuencias pueden ser devastadoras en muchos aspectos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación cayó en la trampa tendida con las amenazas desde Palacio Nacional y no rechazó la prisión preventiva oficiosa; pateó el bote sobre esta polémica figura que ha utilizado el régimen morenista para encarcelar a rivales políticos con fines más propagandísticos y mediáticos que de justicia. Organismos internacionales de Derechos Humanos han reprobado esta figura por ser contraria a la presunción de inocencia y por ser una peligrosa herramienta en manos de autoridades con pretensiones autoritarias. La Corte demuestra una vez más que no solo no es autónoma, sino que parece más una institución encargada de afinar el corte y confección judicial de los dictados palaciegos. La segunda mala noticia es la fractura en el frente opositor lo que complica mucho la posibilidad de que en 2024 haya un cambio político democrático. El coqueteo del PRI con el obradorismo debilita la esperanza de tener elecciones realmente competidas. Nadie debería celebrar que nos encaminemos a un sistema unipartidista transexenal que repita de manera acentuada los viejos vicios políticos que costaron décadas y vidas quitarlos. La tercera mala noticia es el “avance” de entregar la Guardia Nacional a los militares. La Constitución dicta que debe ser una fuerza civil, pero eso no le importa a López Obrador. La defensa de un gobierno civil debe ser prioridad en México. Actualmente las Aduanas ya son controladas -en la práctica- por una junta militar; la obra pública federal también. Seguir dando espacios a la milicia nos regresa al México posrevolucionario en el que los generales disponían de toda la cosa pública. El salto regresivo en México no es una fantasía ni ficción, sino ya una bala en la recámara de la pistola del poder. Que en el otro continente partió dejando gratos recuerdos de su sentido del humor, de agilidad mental, prudente, que supo dar unión y certidumbre a su pueblo y al Common Low. Ergo, Isabel II fue un ícono y símbolo del siglo XX.

Jugadas de la Vida.

En los olímpicos del 20|2 se prestó hacer una filmación actuada con el actor británico Daniel Craig que la escoltó del Palacio de Buckingham volando en helicóptero dos personas disfrazadas del Reina y de James Bond que se lanzaron en paracaídas al estadio. Minutos después, la verdadera Reina llegaba al Palco con el mismo vestido que la paracaidista para presidir la ceremonia inaugural.

Twitter: @ldojuanmanuel