Vivir como el lobo

Cipriano Miraflores

La mirada encaminada al mejor gobierno de lo común en los términos de libertad ya no radica en el príncipe como lo fue en antaño, tampoco en el pueblo como se sigue defendiendo actualmente, sino en el régimen político, este es el nuevo soberano, el nuevo príncipe.

 La eficacia del gobierno, de verdad, depende menos de las cualidades del gobernante, tampoco depende más de la voluntad de los ciudadanos que cada día es más difícil traducirlo en eficacia gubernamental, hoy, se depende más de la eficacia del régimen político, del aparato relacional, del modo de relacionarnos para la búsqueda del bien común sin renunciar un ápice a las libertades.

Poner énfasis en el dispositivo, en el conjunto y de su red de relaciones y no en los sujetos como el gobernante, los ciudadanos o el pueblo, para alcanzar el buen gobierno en los Estados, tiene implicaciones muy importantes en los términos de la operación política.

Nos parece que hoy en día, estar sujetos a los humores de un hombre, a su voluntad, a sus virtudes, capacidades, ya no es viable, razonable, aunque tardaremos años en entenderlo y sustituirlo, por lo que es válido. Por otro lado, pensar, actuar, justificar todo en nombre del pueblo o de los ciudadanos, es también cada día más inútil ante hombres y mujeres que viven en el hoy y ahora, con poco interés en los asuntos públicos, mucho menos en los asuntos de Estado.

 Esto implica un cambio de las categorías y del lenguaje de la política. Por ejemplo, en lugar de dividir a la población entre derechas e izquierdas es conveniente dividirlos entre las personas que desean conservar nuestro planeta y los que les importa poco su destrucción, su muerte, la alternativa es, hoy en día, vida o muerte. O entre competencia y compartencia o cooperación.

 La competencia, si bien ha incentivado el progreso y el desarrollo humano, no se puede ignorar que ha significado el inicio del proceso de extinción de la vida de nuestro planeta y de la calidad de vida de las personas. Competencia o compartencia es la disyuntiva que se abre hoy en los análisis de los procesos gubernamentales. Los conceptos, las categorías y el nuevo lenguaje político debe de aparecer.

Además de la capacidad del gobernante, de los propios ciudadanos, para resolver los problemas y de atender los conflictos, se necesita de un dispositivo eficaz para gobernar con mayor eficacia, si damos al régimen político mayor importancia para ello, estaremos en el camino para dejar de concebir a la práctica política como la constante mera búsqueda del poder y considerarla como un artificio para lograr el bien común, la felicidad y el bien estar.

 La seguridad y el goce de la libertad de las personas son dos objetivos básicos del Estado y de los gobiernos. Hoy, estos dos valores están muy expuestos para su pérdida, los ciudadanos y la población están siendo sometidos por un proceso incesante de pérdida de la libertad y de la seguridad por el debilitamiento del Estado y del surgimiento de poderes extra estatales que lo cuestionan seriamente.

  Un Estado que garantice estos dos valores, por lo menos, no es posible desconocerlo como una institución de beneficio común. Los ciudadanos, los gobernantes, los inversionistas, los productores, los comerciantes, los niños, todos, necesitamos estar asegurados en nuestras vidas y propiedades.

 No sólo los fenómenos sociales, políticos y sociales requieren de la seguridad y de las libertades necesarias, también la seguridad de nuestro hábitat, nuestro planeta, nuestro mundo, repetimos, hoy en día, los hombres ya no es posible dividirlos por su lugar en la producción, distribución y consumo social, sino entre hombres que tratan de conservar nuestro planeta, nuestra naturaleza y los que tratan de destruirla.

Conservar nuestro planeta, necesita de un nuevo lenguaje de la política, no sólo se debe abordar de los derechos y necesidades de las personas, sino de los derechos que nacen de la relación del hombre con la naturaleza. Considerar al hombre por sí y para sí solo no es posible, es necesario considerar a toda la naturaleza. El lobo, por ejemplo, nos enseña que el colectivo es mejor para garantizar la vida.