Secretismo y vulnerabilidad

Oaxpress

1).- Poder versus enfermedad

El ataque cibernético del grupo de hackers “Guacamayas” a los archivos de la SEDENA, revela el grado de vulnerabilidad de los sistemas informáticos de nuestras Fuerzas Armadas. Nada raro en una institución que ha extraviado su misión institucional. Ya es policía para patrullar calles, constructora, hotelera, futura empresaria aérea, agente aduanal, etc. Como dijera el historiador don Luis González: los militares son hoy en día, “enfermeros, profilácticos y salutíferos”. Un ajonjolí de todos los moles. No lo suyo. Ante el pueblo de México, arrastran un lamentable deterioro moral, acrecentado por el affaire Ayotzinapa. Lo grave es que lo difundido en los “SEDENA leaks” es apenas la punta del iceberg. Hay mucho más que 6 terabytes.

El hackeo desnuda al Ejército, a gobernadores, ediles y legisladores de Morena, y saca a la luz lo que todo mundo sabía pero era ocultado con un pernicioso secretismo: la salud del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se ha querido encubrir con: “chequeo de rutina”, “me siento al 100” o “sólo un cateterismo”. Gota, hipotiroidismo, infarto al miocardio, catéter al corazón. El mismo ejecutivo federal lo reconoció. Obvio, después de las revelaciones. Nada extraño en un sistema presidencialista en donde prevalece la opacidad y la secrecía. Nada nuevo, tampoco, en un Jefe de Estado y de Gobierno que simula buena salud física. Pero veamos si en lo que sigue, hay algunas coincidencias.

Hay Jefes de Estado y de gobierno que, aunque no muestren dolencias mentales, son proclives a padecer el “Síndrome de Hybris” o embriaguez de poder: “la perversa persistencia en una política demostrablemente inviable y contraproducente… terquedad, autoengaño o evaluar una situación en términos de ideas fijas preconcebidas, que ignora o rechaza todo signo contrario”. Una forma obsesiva e irracional, con “talantes mesiánicos o místicos”. (David Owen, En el poder y en la enfermedad, El Ojo del Tiempo, Siruela, Madrid, 2011). Ésta es la obra documentada de un prestigiado médico, político y diplomático británico, Texto en universidades norteamericanas e inglesas. Obsequio de un gran amigo.

2).- Enfermedad y toma de decisiones

De Theodore Roosevelt, ex presidente de los Estados Unidos (1901-1909), unos decían que sufría trastorno bipolar, otros, que padecía ideas delirantes o estaba mentalmente perturbado. Joseph Pulitzer, propietario de The New York World, lo estigmatizó diciendo que su carácter autocrático le permitía “despreciar al Congreso e insultar a los tribunales”. Winston Churchill, primer ministro británico, padecía de neumonía y depresión. Su “perro negro” –como le llamaba-. Siempre estaba con “perfil angélico o hecho una furia como del Averno”. (pp.80-82).

Adolf Hitler estaba lejos de ser un loco. Pero era un mentiroso irremediable. Arrastraba, además, un cúmulo de resentimientos. Estudios posteriores le diagnosticaron histeria, paranoia, esquizofrenia y depresión maníaca. (pp. 63-75). Padeció monorquidia –un solo testículo-, perversiones sexuales y, posterior al atentado de Stauffenberg, en junio de 1944, mal de Parkinson. Antes de su suicidio, inhalaba cocaía de manera obsesiva. Jamás admitió que se le contradijera, incluso cuando determinó con Himmler, el exterminio de judíos en la llamada “solución final”. (p. 73).

3).- Secreto de Estado

Formas disparatadas de ejercer el poder, aún de espaldas al pueblo, es un síntoma que afecta y ha afectado a muchos. Unos con mucha inteligencia y solidez, como Franklin D. Roosevelt, que durante toda su vida pública la pasó en una silla de ruedas. En el período entreguerras 1942-1944, le detectaron hipertensión, insuficiencia cardíaca y bronquitis aguda. Su afección coronaria se agravó. Pese a ello participó en la Conferencia de Yalta en 1945, en el desenlace de la II Guerra Mundial. Su médico de cabecera, el almirante Ross McIntire, siempre negó la gravedad de su salud. (p. 90-96).

El presidente francés François Miterrand negó, de manera reiterada, su cáncer de próstata, siguiendo el camino de uno de sus antecesores: Georges Pompidou, que falleció de mielomatosis, cáncer en la sangre. El pueblo francés nunca se enteró. Otro más, Válery Giscard D´Estaing, ofreció siempre informar de su salud. En el poder nunca lo hizo. (p. 309-310). Este recuento descripitivo podía seguir. Pero aquí le paramos.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Oaxaca ha vivido en los últimos días, los letales coletazos de la inseguridad. Más de 36 homicidios –la mayoría ejecuciones- en la primera semana de octubre, advierten lo que siempre hemos dicho: el tema de la entidad segura es sólo un mito.

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