El virus de la inquina excluye.

Juan Manuel López García.

Existió una dama a quien llamaban “la China”, (1702. 1710), había sido agraciada por su padre con una dote de seiscientos mil pesos. La pretendían el Conde de Santiago, el Oidor Uribe, don Domingo Sánchez de Tagle y don Lucas de Careaga. El arzobispo Ortega y Montanés tomó partido a favor de Tagle, pero las demás autoridades se opusieron. El abogado Corral presentó una demanda contra Tagle en nombre de otra mujer, a quien supuestamente éste había dado palabra de casamiento. El arzobispo, colérico, excomulgó al abogado Corral, sacó a la Cruzat de la casa donde se hallaba y llevóla al convento de San Lorenzo. Ahí la casó con Tagle, en medio de varios hombres armados. Mientras tanto, el virrey, alistó una tropa que envió junto con los jóvenes Cruzat, a impedir la ceremonia al convento. Las monjas, indignadas, cerraron las puertas del templo y del convento, a fin de que no pudiesen impedir el enlace matrimonial. Pero el virrey hizo prender en la noche al novio, le impuso veinte mil pesos de multa, y lo desterró a Veracruz; y solo, por supuesto. El padre del novio, don Pedro Sánchez de Tagle, fue multado con igual cantidad y desterrado a Acapulco; y a un hermano del novio se le multó en diez mil pesos, 

Están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?” El discurso es del ensayista David Foster Wallace. El breve relato busca visibilizar cómo somos incapaces de identificar lo más obvio de nuestro entorno. Vivimos nadando en aguas que distan mucho de ser normales. La crisis climática no lo es. El odio tampoco. El estrés agónico, menos. La adicción al teléfono. Es nuestro contexto: el símil del agua para los peces. Nos movemos en aguas sucias.

Con la política ocurre algo similar. Los movimientos geopolíticos de los últimos años suponen un cambio de época. Ya no habitamos el mundo liberal que respiraba euforia tras la caída del Muro de Berlín. Es un mundo -el nuestro- más putinesco (ideado por Vladimir Putin). Es el mundo que camina hacia el liberticidio, el autoritarismo y la era de los hombres fuertes. Estas tendencias chocan con la resistencia de sociedades en todo el mundo. Irán y sus mujeres. Italia y el antifascismo. China y quienes pelean por la libertad. Sudáfrica y la denuncia de la corrupción del sistema. México y la protección de la democracia. Polonia y Hungría, sociedades civiles que resisten a la involución. Frente a las terribles amenazas de la regresión, existen movimientos que se niegan a agachar la cabeza. En este contexto, propongo al lector una serie de libros que nos ayudan a entender ese concepto de “agua” que tanto confundía a los peces más jóvenes. No es inusual que el testigo de un cambio de época sea incapaz de ver aquello que se presenta frente a sus ojos. Y como el odio hacia el novio se desencadenó en un ataque despiadado.

Uno, ¿Por qué estamos polarizados? De Ezra Klein. El autor es un agudo periodista e intelectual que conduce pódcast y redacta columnas para The New York Times. En este libro explora uno de nuestros fenómenos políticos contemporáneos: la polarización. E introduce un elemento clave: el papel de las redes sociales para entender la crispación. Texto indispensable para comprender, también, la política mexicana contemporánea. 

Dos, El ocaso de la democracia, de Anne Applebaum. La autora comienza con la desgarradora historia de cómo un grupo de amigos se desintegró por sus disímbolas ideas sobre el futuro de una Polonia que abraza el autoritarismo. Cómo ganan los autoritarismos. Por qué seducen a tantos. Qué papel juega la mentira. La nostalgia. Un texto que nos ayuda a entender las regresiones que vivimos. Tres, Identidad, de Francis Fukuyama. Hace 34 años, Fukuyama escribió el célebre “fin de la historia y el último hombre”. Un libro que marcó una época. El autor decretaba la victoria del liberalismo y la muerte de sus adversarios (comunismo y fascismo). Todos seríamos alegres ciudadanos y consumidores, sin ideologías, identidades o nacionalismos. Fukuyama dice que fue malinterpretado. No obstante, Identidad es una suerte de adaptación de su pensamiento a los tiempos actuales. La identidad -que parecía muerta en los noventa- es lo que determina la política contemporánea. Género, raza, nacional o pueblo son los conceptos de la política de identidad.

Cuatro, 21 lecciones para el siglo 21, de Yuval Noah Harari. El filósofo israelí es una de las mentes más brillantes. Escucharlo hablar te produce una sensación de estar frente al gran intelectual de nuestro tiempo. No importa si habla del algoritmo de las redes sociales o del sentido de la vida, el filósofo es capaz de mezclar sabiduría y practicidad en pocas palabras. Harari relató en Sapiens la historia de la humanidad. Y en Homo Deus la evolución del hombre como creador. El pasado y el futuro. Tecnología, política, verdad, resiliencia, todos desafíos que se abren en un mundo plagado de incertidumbres. Si las bestias hablaran escucharíamos horrores lacerantes de los seres humanos que saben infligir a quienes no consideran sus congéneres por lo tanto el virus de la inquina excluye.

Jugadas de la Vida.

El estado de Washington todavía puede ejecutar prisioneros en la horca.

Twitter. @ldojuanmanuel