Perros con extremidades en la boca: otra imagen del México que somos. Un perro, frente a elementos de la policía de Oaxaca

EL PAÍS

JAVIER RISCO

06 MAR 2023 

Han pasado cien días desde que fue captado un perro con un brazo en el hocico cuando deambulaba por las calles de Oaxaca. Mientras lee estas primeras líneas quizá le viene a la mente la trágica imagen de un perro cargando una cabeza humana, pero ese otro caso ocurrió en Zacatecas veinte días antes; o tal vez lo confunde con el de otro perro que por las mismas fechas, al llevar una pierna humana, permitió que se descubriera una macrofosa en Irapuato.

De pronto los miles de cuerpos de personas desaparecidas y asesinadas en México son más difíciles de “esconder”: los asesinos han dejado de enterrarlas y ahora las dejan en cualquier basurero o en la ribera de un río o tiradas en la calle. Nos hemos acostumbrado tanto al horror que en el paisaje de la violencia mexicana ha quedado como algo anecdótico –casi lúdico– que un perro callejero corra tranquilamente por las calles de este país con una parte de un cuerpo humano. Sabemos de estos tres casos porque en las redacciones de los diarios pensaron que, más que una tenebrosa coincidencia, era un patrón que se repetía en un país que dejó de sorprendernos. Apenas el 12 de febrero pasado un diario de circulación nacional publicaba en la lejana página 11 una nota titulada Hallan en Reynosa a perro con una mano de mujer.

La efeméride que da nombre a esta columna hace que me detenga en el perro de Oaxaca o, mejor dicho, en el cuerpo de la persona de Oaxaca. Ya estamos en ese momento en el que la nota es el perro y nadie se ha detenido en que sostiene con su hocico una parte de un ser humano. ¿De quién era ese brazo? ¿Dónde quedó el cuerpo? El 16 de noviembre de 2022 fue visto en calles de la colonia Emiliano Zapata, de San Martín Mexicapan, a las afueras de la ciudad de Oaxaca, un perro negro mordiendo un brazo humano. Al ver la trágica postal, habitantes de la zona reportaron el hecho y fue la Fiscalía Especializada en Atención a Delitos de Alto Impacto la encargada de atraer el caso y abrir la investigación.

Las primeras notas periodísticas presumían que el perro provenía de la ribera del río Atoyac que, al ser un depósito de aguas negras, se ha convertido en tiradero de basura y de cuerpos, como ya se ha documentado en numerosas ocasiones: tan solo un mes antes de estos hechos fue encontrado flotando el cuerpo de un hombre de unos 40 años y luego el de una mujer; el mes anterior –septiembre– también fue hallado otro hombre de unos 30 años y en agosto otro más; el hallazgo de cadáveres es frecuente en esa ribera.

Cien días después, la fiscalía no ha hecho pública ninguna información adicional sobre el caso. A través de una petición de información directa, las autoridades me respondieron que el hecho ha sido catalogado como “delito de homicidio calificado”, también que el brazo pertenecía a una persona identificada con las iniciales J. H. M. y que “a 200 metros del sitio donde se encontró la extremidad” localizaron, en un terreno baldío, los restos humanos de la víctima, quien murió asfixiada por estrangulamiento. Por último, la tarjeta informativa que me entregaron señala que el caso “se encuentra en investigación para establecer la identidad de los responsables del homicidio”.

También solicité vía Transparencia el acceso a la carpeta de investigación y me encontré con que la información está reservada; lo único que la fiscalía respondió es que sigue “en trámite” y que el cuerpo hallado sin vida el 16 de noviembre en San Martín Mexicapan “se encuentra identificado por la persona que acreditó el interés legal correspondiente ante la autoridad ministerial, con constancias que obran dentro de la carpeta de investigación correspondiente” –bla, bla, bla–.

Todos sabemos el final de este expediente, otro más de los 828 homicidios dolosos que hubo en Oaxaca en 2022, según las cifras de la propia fiscalía. De pronto la relevancia de una persona muerta en nuestro país llega por el hocico de un perro, la imagen circula profusamente en redes sociales y despierta diferentes reacciones, nada más allá de las cejas levantadas por nosotros y por las autoridades: otra imagen más del país que somos.