La Relación Médico–Paciente en la Globalización: la emergencia del homo oeconomicus.

Mtro. José Ramón Ramírez Peña

El objeto de la presente reflexión es problematizar de forma breve la relación médico-paciente en el contexto de la Globalización. 

La práctica médica se expresa, por excelencia en la actividad profesional que puede definirse actualmente como un encuentro del médico y el paciente atravesado por múltiples dimensiones de significación vital o como si fuera una interfaz que vincula cinco dimensiones (Graham Scambler y Myfanwy Morgan): I) la dimensión Biopsicosocial, II) el paciente como persona, III) el poder compartido y responsabilidad, IV) la alianza terapéutica y V) el doctor como persona. Esta descripción de la práctica médica es desde el enfoque llamado cuidado de la salud centrada en el paciente, enfoque dominante que surge a partir de los años setenta y fue desarrollándose hasta hoy. En seguida se problematizará dicha definición atendiendo al entorno del pensamiento social vigente del cual emana.

Una primera reflexión sobre las dimensiones I, II y V es que en dicha descripción aparece implícitamente lo patológico, esto retrotrae a la interpretación que Michel Foucault realizó en 1963 en su obra El Nacimiento de la Clínica, en la que la mirada médica crea los objetos del saber, se despliega un discurso racional positivo, los métodos de búsqueda y la experimentación son necesarios para que se constituya la clínica. Este proceso de constitución es a través de específicas circunstancias ligadas a la definición de lo patológico y con el avance de la Medicina y de la Ciencia en general. Desde luego que en la primera dimensión comprende las nociones de enfermedad, de discapacidad (término de reciente creación) y de salud como respuesta a:

 1) La transición epidemiológica, esto es, de la declinación de las enfermedades agudas e infecciosas a la aparición de afecciones crónico-degenerativas, cuya prevalencia se establecen en el mediano y largo plazo como las cardiopatías isquémicas, derrame cerebral, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC) y diabetes sino también, 

2) A que los pacientes deben tener una mayor participación en el manejo de su dolencia. Y,

3) Concomitantemente, los cambios en los estilos de vida, es decir, cambios en los ambientes de una persona que está en el “mundo de la vida”, la relación estructural principal es el trabajo y, empalmado con la tendencia demográfica dentro del sistema capitalista tardío.

En la dimensión I) está subsumido el factor psicológico que ha surgido de los procesos que se han derivado del avance de la Psicología como Ciencia, especialmente de la Psicología Cognitiva y Clínica, además de la crítica deshumanizante de la relación médico-paciente o para apreciarlo bajo otra perspectiva, la crítica al enfoque paternalista, autoritario, unidireccional y del conocimiento especializado que lo monopolizaba el médico especialista. Dicho enfoque establecido en la década de los años cincuenta en E.E.U.U., y analizado por el sociólogo norteamericano Talcott Parsons en el capítulo: Estructura social y proceso dinámico: el caso de la práctica médica moderna de su obra El Sistema Social escrita en 1951.

La importancia de la Psicología en la práctica-médica se ha expresado en lo que se ha denominado “conocimiento de sí mismo”, es decir la posibilidad real de que los individuos asuman roles de empoderamiento, procesos de individuación que permitan, con información correcta, la toma de decisiones sobre sus tratamientos y la responsabilidad en la gestión de su enfermedad. Más adelante se observará que este discurso apela al desarrollo de la categoría homo oeconomicus.

Las dimensiones: II) el paciente como persona, III) el poder compartido y la responsabilidad y IV) la alianza terapéutica, dan cuenta de la transformación de pasar de un modelo médico-paciente autoritario, paternalista a modelos más igualitarios y en la que los pacientes y sus familias, por iniciativa propia, participen y gestionen sus propias dolencias, se acentúa en el marco histórico de la transición epidemiológica.

El comienzo y desarrollo de la Economía de la Salud desde 1963 permitió fortalecer la estructura analítica y el dominio de este nuevo enfoque. La Economía proporcionó los fundamentos micro para que cualquier individuo pudiera idealizar su comportamiento racional, y por ende, aplicar modelos que representaran ciclos de vida, presupuestos, elegir entre alternativas, pronosticar horizontes de planeación óptimos o subóptimos, realizar análisis costo-beneficios, etc., todos estos conceptos que traspolados a los términos de la salud se transformaron en análisis de efectos colaterales o secundarios respecto a las opciones terapéuticas imperantes, juzgando no sólo los aspectos psicoemocionales sino además probabilísticamente los valores monetarios.

Además, las nuevas concepciones de la muerte, del morir, del vivir en discapacidad y el proceso de empoderamiento del paciente han tendido a establecer el modelo dominante actual. Estos fenómenos sociales comprenden un proceso de individuación. Los factores señalados permiten identificar que la relación médico-paciente ha cambiado a partir de procesos estructurales como coyunturales y que han dado consecuentemente un nuevo paradigma.

En lo que sigue se retomará la crítica de Wendy Brown en su libro: Un pueblo sin atributos, escrito en 2016, posteriormente se finalizará con una reflexión. En este libro explica de forma clara el desenvolvimiento del pensamiento Neoliberal, una reflexión sobre la hegemonía del homo oeconomicus, y que viene a dar cuenta sobre el pensamiento dominante actual.

El trasfondo de su mensaje es que en el discurso actual ya sea científico o no, se percibe una nota dominante que es el individuo genérico sin adherencias, idealizado, que reivindica su propia autonomía, su autogobierno, su autofinanziación, su libertad, etc., no obstante existen adherencias como por ejemplo la actuación de las mujeres como madres, o el trabajo doméstico no pagado, entre muchas, y relaciones estructurales como por ejemplo que los trabajadores siguen separados de sus medios de producción y de su propio sustento, por lo cual, con tales adherencias y relaciones estructurales de ningún modo puede alcanzarse dicha condición hiper individualizada.

El devenir del pensamiento neoliberal forma parte de los procesos de secularización o de desencantamiento que estudio Max Weber y el pensamiento crítico, donde comienza la Modernidad. El hombre, o los hombres y mujeres, vistos desde la óptica de creadores, forjadores de su destino, creadores de sus obras aunque después, éstas se vuelva en contra de ellos y ellas, como se ha demostrado a través de la historia y como los Románticos, post-Ilustración lo refirieron. Actualmente se habla de un retorno, un autor prestigiado como Claudio Lomnitz sostiene que en nuestra contemporaneidad se perfile una nueva subjetividad con un nuevo o nuevos encantamientos.

Wendy Brown considera el fundamento del Neoliberalismo, más allá de la política económica, como discurso dominante, es el homo oeconomicus, el hombre económico, es decir, el individuo como una unidad dotada de capital humano en una interacción de competencia en el que se destaca la empresarialidad y el emprendimiento; como capital humano el sujeto está a cargo de sí mismo, es responsable de sí, aunque es un elemento del todo: instrumentalizable y desechable en potencia. Cuando todo es capital la fuerza de trabajo desaparece y con ello los análisis relacionados con la enajenación, explotación y asociación de trabajadores resultan “antiguos” o “pasados de moda” o “inapropiados”, igualmente los discursos relacionados a la organización de los trabajadores o a los bienes públicos o al bien común. El homo oeconomicus enfrenta todo como un mercado y sólo conoce el comportamiento del mercado, un proceso de cosificación consumado.

Bajo estas premisas, no sorprenderá que muchas instituciones sociales como la práctica médica, entre otras, se hayan transformado y que la actualidad de la práctica médica esté en el contexto de este discurso. Porque de esta forma sólo se puede entender como un paciente, a través de una buena comunicación y facilitación de información proporcionada por el médico especialista podrá hacer buen uso para la toma de decisiones en cuanto a su gestión de su enfermedad como la diabetes, por ejemplo, y podrá calcular en valores monetarios y no monetarios su buen morir. 

En alto contraste está nuestro mundo de la vida no desarrollado, de las salas verdaderas de hospitalización urbanas y rurales, de los quirófanos, de los corredores en las diversas clínicas y de la realidad de las y los médicos, enfermeras (os), psicólogas (os) y demás personal dedicado a la salud y pacientes que viven y mueren, en infraestructuras y administraciones colapsadas o superadas.