Amor y sexo, sí, convivencia o matrimonio, jamás: cómo ligar en la era Tinder pasados los 40

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ROMANCE OTOÑAL


El aumento de divorcios, especialmente entre los 40 y los 49 años, ha hecho que cada vez haya más solteros de más de 50 buscando citas y relaciones.

MARITA ALONSO

Barcelona – Basta con echar un vistazo a plataformas como Netflix para descubrir que los programas para conocer potenciales parejas (o aquellos en los que resulta divertido ver como parejas asentadas saltan por los aires en islas tropicales llenas de gente que va al gimnasio) son una parte importante del entretenimiento en streaming. Sin embargo, la inmensa mayoría de los shows cuenta con participantes jóvenes y canónicamente bellos. Lo que estos programas parecen ignorar, al contrario de lo que ocurre en el muy viral y muy celebrado First Dates, es que el universo de las citas y la soltería no se compone únicamente de veinteañeros. Según el Instituto Nacional de Estadística, las cifras de divorcio no solo no dejan de aumentar (en 2021 se incrementaron un 13,2 % respecto al año previo), sino que el mayor número de divorcios y de separaciones tuvo lugar en la franja de edad entre 40 y 49 años.

Quien se adentra en este panorama en una edad adulta, especialmente tras haber estado muchos años en pareja, se encontrará, sobre todo, con una tecnología que ha revolucionado en muy pocos años la forma en que la gente se conoce y relaciona. “Los avances tecnológicos nos han permitido suprimir ciertas limitaciones existentes que hemos tenido durante años para relacionarnos con otras personas, como es el caso de la distancia física”, explica Aurelio Conde, asesor en Ourtime, una aplicación de citas exclusiva para personas de más de 50 años. “Además, nos vamos a encontrar con la facilidad e inmediatez a la hora de conocerlas”. “La llamada generación del baby boom tiene varias cosas en común”, añade. “Buscan discreción y para ellos el amor no significa matrimonio. Solo el 7%, según nuestros estudios, define el matrimonio como la relación perfecta. Además, el 27% piensa que vivir separados es lo ideal para mantener la relación”.

Escena de ‘Y que le gusten los perros’, una película en la que Diane Lane y John Cusack se apuntan al ligoteo por correspondencia.

13 personas nos confiesan cómo fue su peor cita de Tinder

“Ahora es otro mundo, otro deporte, otras reglas”, afirma J.S., realizador de 42 años. “Antes todo era visual: sin prácticamente hablar podías estar morreándote en la pista y conocer a la mañana siguiente el nombre y profesión de la chica. Con las apps se considera falsamente que atrae el físico, pero lo que engancha es la chapa que te das los siguientes cuatro días para descubrir que, cuando te conoces en persona, no hay química. Antes, si te despistabas un poco, te podías enamorar de una funcionaria de prisiones, pero ahora no quedas con nadie si no tiene una carrera y dos masters″.

Carmen Fábrega, usuaria de la plataforma Ourtime de 49 años, y que comenzó a meterse en páginas de contactos con 45, también ha observado esta transformación. “Los tipos de contactos han cambiado bastante, la gente tiene más prisa por entablar una relación. Para que alguien que empieza con las citas no se abrume a estas alturas, le diría que hay que dar pasos de bebé para ir con mayor seguridad. La gente quiere meterse ya en una relación porque cree que el tiempo se le acaba”.

Jose Manuel, jefe de proyectos de 41 años, insiste en el cambio. “Hoy todo es más directo y el compromiso es mucho menor. Si buscas una compañera de viaje, cuesta. Todos cargamos con mochila y no tenemos la culpa de la mochila del otro. Ahora, en general, la gente es más lanzada, aunque todavía existen bastantes prejuicios si las lanzadas son ellas. He probado Tinder y me parece… un mercado. Se miente mucho. Esas fotos… no son la realidad”.

Conversaciones, texting y sexting

Jose Manuel hablaba de mochilas y ese concepto es parte de la dificultad de volver al ruedo del ligoteo. La forma en que nos presentamos ante un posible ligue cuando tenemos 50 es diferente a cuando tenemos 20: arrastramos mucho más con nosotros. Exparejas, unas cuantas. Hijos, a veces. “Hablar mal de alguien, sacar a la luz experiencias traumáticas ya en la primera cita o mencionar relaciones pasadas no es la mejor carta de presentación”, aconseja Aurelio Conde. “No tiene ningún sentido hablar de tus ex. Ahórrate los detalles de tus rupturas. Y sobre todo, no le compares con ninguno de ellos”. Al hablar de hijos, el asunto ha de ser aún más pausado, y, si llega a haber una presentación formal entre hijos y una nueva pareja, debe ser “sin prisas, sin intentar forzar ninguna situación y sabiendo elegir el momento”

Verónica Alcanda es la dueña de Alcanda Matchmaking, agencia exclusiva cuya clientela puede encontrar pareja gracias a unos servicios que parten de los 7.000 euros hasta los 15.000 euros (si le parece mucho, en Estados Unidos, la cifra que se puede gastar buscando pareja asciende a los 25.000 euros). Es cada vez más habitual que en España los divorciados confíen en este tipo de servicios especializados. “Se trata de una búsqueda activa: somos gestantes sentimentales. Está el cliente que nos contrata, paga y dice exactamente qué perfil de personas quiere, y luego está el candidato, que aunque no paga, se afilia a mi empresa. Lo llamo búsqueda pasiva. Los candidatos pasan un filtro de tres entrevistas, firmamos un acuerdo de confidencialidad y veracidad y aunque no haya prestación de servicios, sí hay una confirmación de que buscan ciertas cosas y respetarán la privacidad durante todo el proceso. Muchos de mis clientes son personas que estaban desconectadas de este mundo y se encuentran con un mundo en el que prima el aquí te pillo, aquí te mato”.

“El 80% de mis clientes tiene entre 40 y 55 años y están divorciados o en proceso”, continúa Alcanda. “Muchos de ellos han estado 25 años casados. El equipo les ayuda y les da un golpe de realidad: el mundo de las citas ha cambiado. La gente adinerada que ha estado 20 y 30 años en pareja no se mete en redes sociales, porque no quiere que le vean exponerse ni perder el tiempo”.

Aunque el sexting (intercambio de mensajes o fotografías de contenido erótico) se da con más asiduidad entre los jóvenes, quienes regresan al universo sentimental se encuentran con que cada vez más personas que lo practican, algo que puede resultar llamativo e incluso intimidante para muchos. Desde plataformas como Ourtime, Conde intenta hacer entender a sus usuarios que esa práctica existe y es una forma más de erotismo. “No es mejor ni peor que otras”, afirma. “Solo transmitimos que la decisión de practicarla es de cada uno y nadie debe ser condicionado por una pareja o por un entorno para hacerlo. Y que debe hacerse empleando siempre aplicaciones seguras o que estén encriptadas”. Judith Mesa, terapeuta en Vivofácil, es más tajante al respecto y siempre recomienda a sus pacientes no enviar fotografías ni vídeos con contenido sexual.

Pero hablemos de sexo

Tras una relación larga hay hábitos sexuales establecidos y determinadas costumbres con las que romper, así como cierto pavor a mantener relaciones con alguien nuevo. “Hablar de conocer al otro implica también hablar de sexo, intimidad y placer. Lo más probable es que nos asuste estar con alguien a quien no conocemos en la intimidad. El tiempo que uno lleva sin tener sexo no disminuye ni entorpece las habilidades”, advierte Aurelio Conde.

¿Pero han cambiado realmente las cosas en ese terreno? “En este tiempo que llevo soltero me sorprende como perviven aún los roles que tradicionalmente se nos asignan a la hora de relacionarnos”, explica Sergio, recepcionista de 43 años. “En la mayoría de los casos, tras un match, las mujeres aún sienten que es obligación del hombre iniciar la conversación, y a la hora del primer beso, también. Ese anacronismo ha sido mi experiencia. En la pura intimidad sí que he observado una mayor determinación en las mujeres. Lo achaco a que ahora me relaciono con chicas de más de 40 años que tienen más claros todos estos temas. He probado Tinder y muchas otras aplicaciones, pero todo el mundo está en Tinder. He conocido a personas maravillosas con las que he tenido historias bonitas y al final ninguna ha cuajado en lo que yo deseaba. A veces me ha dado la sensación de que, incluso tras tratarnos de manera continuada y descubriendo que iba surgiendo algo que podía merecer la pena, nunca dejaron de verme como un rollo de Tinder y eso me ha resultado frustrante”.

El perfil lo es todo

La terapeuta Judith Mesa explica que cada vez más personas de más de 40 años acuden a su consulta tras divorciarse con la idea de volver al mundo de las citas. A todos ellos les da las mismas claves cada vez que se adentran en las aplicaciones de ligue. En primer lugar, que analicen detenidamente los perfiles. Segundo, que desconfíen de aquellos que afirman no tener redes sociales (es una buena manera de comprobar si hay una persona y una historia más allá de una imagen o, directamente, si realmente están solteros y no se trata de alguien casado buscando una aventura). Tercero, que si hay entendimiento y química, no se extienda demasiado el tiempo de conversación en línea sin tener una cita en persona. Esa impresión puede cambiarlo todo. Cuarto, que se explique (y se pregunte) qué se busca exactamente. “La disponibilidad emocional no es la misma en todos los casos y, si no coincide, pueden surgir las decepciones”. Y quinto, que se esté preparado para el ghosting, es decir, para la posibilidad de que una conversación termine de forma abrupta y no volvamos a saber nada, por satisfactoria que nos pudiera estar pareciendo a nosotros. Ciertos comportamientos, tristemente, no saben de edades.