La Relación Profesorado-estudiantes en la Globalización: la emergencia del homo oeconomicus.

Mtro. José Ramón Ramírez Peña

El objeto de la presente reflexión es problematizar de forma breve la relación entre el(la) docente y el(la) discente en el contexto de la Globalización.

Una conceptualización de esta interfase, desde un ángulo de la Filosofía y Pedagogía Crítica, no convencional, sería que dicha relación está entretejida por el acto educativo, acto que implica acción, una actividad completamente práctica; educativo que implica transformación, no es un fin o producto, sino en su raíz es experiencia en sí misma. Fernando Bárcenas (El eterno aprendiz, 2016) termina él subrayando “no se trata de aprender a hacer con mayor destreza o habilidad esto o lo otro sino en aprender a ser a la vez autónomo y partícipe civilizado de la vida humana”.

Pero la Pedagogía convencional y la Ciencia de la Educación en la década de los años setenta consideran que el acto educativo, al contrario, es en sí mismo un producto y un fin.

Es importante mencionar que hay un gran debate a finales de los años sesenta en la tradición francesa sobre la ciencia y ciencias de la educación en donde se manifestaba el desacuerdo entre el objeto de estudio, por un lado, la inteligencia como un proceso cognitivo de forma aislada y por el otro lado, la confluencia entre la psiquis y la cultura. Así lo analizaba Armando Zambrano Leal (2006).

Hasta la fecha el debate persiste, pero a partir de la década de los años ochenta apoyada por los avances y resultados de la Psicología Cognitiva, fue cada vez más dominante el observar el acto y hecho educativo como un producto final. El nuevo enfoque por competencias analizaba el acto educativo como un producto que tiene una hechura, una elaboración, una técnica, podría estudiarse objetivamente su proceso de elaboración, por lo tanto, también medirse, evaluarse y mejorarse. Es decir, interpolando la jerga de la Teoría de la Empresa, este curso o sucesión de actividades podrían diferenciarse y trabajar en la calidad de sus insumos, para mejorar el logro educativo en un nivel o modalidad se debería proveer los mejores insumos educativos.

Wendy Brown reflexiona que en la época de la Globalización y su ideología Neoliberal hay nueve premisas que manifiestan el nuevo derrotero, se indicarán sólo dos (debido también al objetivo de este ensayo) que se refieren a la suplantación o conversión de la mano de obra, un factor de la producción, por el concepto de capital humano (primera premisa) y el espíritu emprendedor (segunda premisa).  

Se analizarán cada una, primeramente, el sujeto se considera capital humano, cada unidad se valoriza constantemente, la escuela permitirá desde el nivel inicial acrecentar su valor, de esta suerte que obteniendo un grado y posgrado el rendimiento sea más alto, se esperan también remuneraciones más altas que el mercado asignará, en otras palabras, el sujeto es un capital empresarial, “la vida misma del individuo, incluida la relación con su propiedad privada, su familia, su pareja, la relación con sus seguros, su jubilación, lo convierte en una empresa permanente y múltiple” (Wendy Brown, Un pueblo sin atributos: la secreta revolución del neoliberalismo, 2016).

Otorgado este atributo del capital humano en el mundo educativo tanto la Pedagogía, las Ciencias de la Educación, la Economía, Psicología, Sociología de la Educación y las Políticas Públicas desarrollaron programas de estudio que fueron convergiendo en modelos pragmáticos que trataron, en primer término, de criticar los modelos de aprendizaje vigentes y, posteriormente, establecer nuevas concepciones del proceso de enseñanza aprendizaje, un proceso de enseñanza estandarizado, medible y evaluable.

Las nuevas concepciones de la Educación desde la UNESCO de Edgar Faure (1972) y Jaques Delors (1992), así como la cultura de la calidad en educación en la década de los años ochenta, fueron propuestas que involucraban ya concepciones eminentemente economicistas presentadas como un nuevo o la recuperación de un Humanismo. El aprender a hacer, a conocer, a ser y a convivir eran finalmente estrategias de una nueva profundización de la autonomía, del yo y su nueva forma de valorización del ser humano. Lo anterior posibilitaba la emergencia del espíritu emprendedor (segunda premisa) que remplazaba a la producción en general. El sujeto económico, homo oeconomicus, deriva en empresa comercial y emprendedor en donde lo característico de su comportamiento era la productividad. En el ámbito escolar serán sus logros académicos de conformidad a los estándares establecidos en cada nivel escolar. 

Las escuelas, por lo tanto, debería acompañar este nuevo proceso, rejuveneciendo y trasformando sus viejas estructuras administrativas y académicas con el objetivo de revalorizar esta unidad económica de capital humano que desde temprana edad era cedida, después de un análisis costo-beneficio por parte de las familias a las escuelas.

Los insumos y materiales educativos en el proceso de formación de capital humano deberían ser óptimos y de calidad para que se llevara a buen término la valorización de un capital humano de bajo valor a otro de alto valor económico requerido por el mercado.

El insumo principal sería el profesorado que tendría que hacer una ruptura radical para su nueva tarea que consistía ahora, no en un saber enciclopédico, sino en administrar conocimientos, proveyendo información de calidad para la acumulación diaria de capital humano. La Tecnología Educativa debería entonces ser prioritaria para llevar a cabo este nuevo proceso de valorización constante del capital humano. En una sociedad del conocimiento y con una revolución digital en marcha, el ideal de toda institución era el transitar de lo presencial a lo virtual. La clave para comprender el ajuste radical en la enseñanza por parte de la Tecnología Educativa fue el aprendizaje electrónico o llamado e-learning.

Adreas Schliecher en su monografía: Excelencia en la enseñanza a través del aprendizaje profesional y la Reforma de políticas publicas, lecciones mundiales, publicado por la OCDE, en 2016 proponía lo que debería ser un docente, elaborando un estudio de prospectiva sobre la base de las encuestas TALIS y el enfoque teórico cognoscitivista. El docente para ser exitoso debería tener 1) conocimiento de un tema específico; 2) conocimiento pedagógico; 3) Nuevo conocimiento de las Ciencias del Aprendizaje (Neurociencias). En otras palabras, un experto en la enseñanza deberá saber una sola materia, eficaz en la trasmisión de conocimientos y adquirir nuevos conocimientos y procedimientos técnicos para su quehacer.

Antes de la Pandemia del Covid 19, a finales de 2019, seis de nueve tendencias globales de la Educación estaban relacionadas con la trayectoria tecnológica arriba señalada. Se citaran las nueve: 1) Educación Extendida: entendida como un proceso educativo no formal; 2) Inteligencia Artificial (IA) en la Educación, es decir la utilización cada vez más común de los Chatbot (chatterbots); 3) Pedagogías Verdes: relacionadas no solo a la concientización sino al análisis de soluciones globales al cambio climático; 4) Igualdad de Género: relacionado con la cultura de la igualdad y eliminación de las brechas entre hombres y mujeres, así como la creación de ámbitos de convivencia hacia las comunidades LGBT+. 5) Aprendizaje Adaptativo a través de la Educación Virtual y a Distancia; 6) La generalización de las “Soft Skills” o habilidades blandas en todas las escuelas y en todos los niveles escolares; 7) El desarrollo de las Neurociencias como la propuesta teórica clave para entender el acto y hecho educativo; 8) El Autoaprendizaje, también denominado ahora, Aprendizaje Auto-regulado que consiste en promover el interés y la motivación en procesos de enseñanza aprendizaje regulares dándole la responsabilidad a los y las estudiantes de acrecentarlo, de aquí se institucionalizó la emergencia de las tutorías; 9) La incorporación de los Entornos de Aprendizaje fundamentales para su adquisición y asimilación, en su mayoría innovaciones tecnológicas (Adrián Marcos, enero 2020). 

Estas tendencias siguen estando vigentes, más aún se intensificaron con la Pandemia del Covid 19, por lo que significó el aislamiento y la necesidad, por parte de los países, de seguir otorgando la educación obligatoria. También es cierto que se crearon nuevas necesidades ante nuevos problemas educativos.

La conclusión a la que se llega es que en la Globalización a la par que se verifica la revolución tecnológica digital y se arribaba a la Sociedad del Conocimiento se redefinía la relación entre profesores (as) y estudiantes, esta relación en lugar de volverse una experiencia en sí misma, subjetiva, trascendental, experiencial, se transforma cada vez más en una relación objetiva que debe tratarse como una función de producción. La relación humana se cosifica, se vuelve una relación entre cosas, las personas: docentes y discentes deben “funcionar”; profesores(as) con competencias en la enseñanza, estudiantes con habilidades blandas y duras, adquiriendo sólo competencias genéricas y específicas. Se podría comentar, finalmente, que toda reforma educativa propuesta a nivel internacional desde la década de los años ochenta tenía como misión transformar dicha relación discente-docente con o sin consenso. Se ha cumplido con la autonomía, según Fernando Bárcenas y se ha tirado por la borda la concepción de seres civilizados partícipes de la vida humana.

 

La Relación Médico–Paciente en la Globalización: la emergencia del homo oeconomicus.

Mtro. José Ramón Ramírez Peña

El objeto de la presente reflexión es problematizar de forma breve la relación médico-paciente en el contexto de la Globalización. 

La práctica médica se expresa, por excelencia en la actividad profesional que puede definirse actualmente como un encuentro del médico y el paciente atravesado por múltiples dimensiones de significación vital o como si fuera una interfaz que vincula cinco dimensiones (Graham Scambler y Myfanwy Morgan): I) la dimensión Biopsicosocial, II) el paciente como persona, III) el poder compartido y responsabilidad, IV) la alianza terapéutica y V) el doctor como persona. Esta descripción de la práctica médica es desde el enfoque llamado cuidado de la salud centrada en el paciente, enfoque dominante que surge a partir de los años setenta y fue desarrollándose hasta hoy. En seguida se problematizará dicha definición atendiendo al entorno del pensamiento social vigente del cual emana.

Una primera reflexión sobre las dimensiones I, II y V es que en dicha descripción aparece implícitamente lo patológico, esto retrotrae a la interpretación que Michel Foucault realizó en 1963 en su obra El Nacimiento de la Clínica, en la que la mirada médica crea los objetos del saber, se despliega un discurso racional positivo, los métodos de búsqueda y la experimentación son necesarios para que se constituya la clínica. Este proceso de constitución es a través de específicas circunstancias ligadas a la definición de lo patológico y con el avance de la Medicina y de la Ciencia en general. Desde luego que en la primera dimensión comprende las nociones de enfermedad, de discapacidad (término de reciente creación) y de salud como respuesta a:

 1) La transición epidemiológica, esto es, de la declinación de las enfermedades agudas e infecciosas a la aparición de afecciones crónico-degenerativas, cuya prevalencia se establecen en el mediano y largo plazo como las cardiopatías isquémicas, derrame cerebral, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC) y diabetes sino también, 

2) A que los pacientes deben tener una mayor participación en el manejo de su dolencia. Y,

3) Concomitantemente, los cambios en los estilos de vida, es decir, cambios en los ambientes de una persona que está en el “mundo de la vida”, la relación estructural principal es el trabajo y, empalmado con la tendencia demográfica dentro del sistema capitalista tardío.

En la dimensión I) está subsumido el factor psicológico que ha surgido de los procesos que se han derivado del avance de la Psicología como Ciencia, especialmente de la Psicología Cognitiva y Clínica, además de la crítica deshumanizante de la relación médico-paciente o para apreciarlo bajo otra perspectiva, la crítica al enfoque paternalista, autoritario, unidireccional y del conocimiento especializado que lo monopolizaba el médico especialista. Dicho enfoque establecido en la década de los años cincuenta en E.E.U.U., y analizado por el sociólogo norteamericano Talcott Parsons en el capítulo: Estructura social y proceso dinámico: el caso de la práctica médica moderna de su obra El Sistema Social escrita en 1951.

La importancia de la Psicología en la práctica-médica se ha expresado en lo que se ha denominado “conocimiento de sí mismo”, es decir la posibilidad real de que los individuos asuman roles de empoderamiento, procesos de individuación que permitan, con información correcta, la toma de decisiones sobre sus tratamientos y la responsabilidad en la gestión de su enfermedad. Más adelante se observará que este discurso apela al desarrollo de la categoría homo oeconomicus.

Las dimensiones: II) el paciente como persona, III) el poder compartido y la responsabilidad y IV) la alianza terapéutica, dan cuenta de la transformación de pasar de un modelo médico-paciente autoritario, paternalista a modelos más igualitarios y en la que los pacientes y sus familias, por iniciativa propia, participen y gestionen sus propias dolencias, se acentúa en el marco histórico de la transición epidemiológica.

El comienzo y desarrollo de la Economía de la Salud desde 1963 permitió fortalecer la estructura analítica y el dominio de este nuevo enfoque. La Economía proporcionó los fundamentos micro para que cualquier individuo pudiera idealizar su comportamiento racional, y por ende, aplicar modelos que representaran ciclos de vida, presupuestos, elegir entre alternativas, pronosticar horizontes de planeación óptimos o subóptimos, realizar análisis costo-beneficios, etc., todos estos conceptos que traspolados a los términos de la salud se transformaron en análisis de efectos colaterales o secundarios respecto a las opciones terapéuticas imperantes, juzgando no sólo los aspectos psicoemocionales sino además probabilísticamente los valores monetarios.

Además, las nuevas concepciones de la muerte, del morir, del vivir en discapacidad y el proceso de empoderamiento del paciente han tendido a establecer el modelo dominante actual. Estos fenómenos sociales comprenden un proceso de individuación. Los factores señalados permiten identificar que la relación médico-paciente ha cambiado a partir de procesos estructurales como coyunturales y que han dado consecuentemente un nuevo paradigma.

En lo que sigue se retomará la crítica de Wendy Brown en su libro: Un pueblo sin atributos, escrito en 2016, posteriormente se finalizará con una reflexión. En este libro explica de forma clara el desenvolvimiento del pensamiento Neoliberal, una reflexión sobre la hegemonía del homo oeconomicus, y que viene a dar cuenta sobre el pensamiento dominante actual.

El trasfondo de su mensaje es que en el discurso actual ya sea científico o no, se percibe una nota dominante que es el individuo genérico sin adherencias, idealizado, que reivindica su propia autonomía, su autogobierno, su autofinanziación, su libertad, etc., no obstante existen adherencias como por ejemplo la actuación de las mujeres como madres, o el trabajo doméstico no pagado, entre muchas, y relaciones estructurales como por ejemplo que los trabajadores siguen separados de sus medios de producción y de su propio sustento, por lo cual, con tales adherencias y relaciones estructurales de ningún modo puede alcanzarse dicha condición hiper individualizada.

El devenir del pensamiento neoliberal forma parte de los procesos de secularización o de desencantamiento que estudio Max Weber y el pensamiento crítico, donde comienza la Modernidad. El hombre, o los hombres y mujeres, vistos desde la óptica de creadores, forjadores de su destino, creadores de sus obras aunque después, éstas se vuelva en contra de ellos y ellas, como se ha demostrado a través de la historia y como los Románticos, post-Ilustración lo refirieron. Actualmente se habla de un retorno, un autor prestigiado como Claudio Lomnitz sostiene que en nuestra contemporaneidad se perfile una nueva subjetividad con un nuevo o nuevos encantamientos.

Wendy Brown considera el fundamento del Neoliberalismo, más allá de la política económica, como discurso dominante, es el homo oeconomicus, el hombre económico, es decir, el individuo como una unidad dotada de capital humano en una interacción de competencia en el que se destaca la empresarialidad y el emprendimiento; como capital humano el sujeto está a cargo de sí mismo, es responsable de sí, aunque es un elemento del todo: instrumentalizable y desechable en potencia. Cuando todo es capital la fuerza de trabajo desaparece y con ello los análisis relacionados con la enajenación, explotación y asociación de trabajadores resultan “antiguos” o “pasados de moda” o “inapropiados”, igualmente los discursos relacionados a la organización de los trabajadores o a los bienes públicos o al bien común. El homo oeconomicus enfrenta todo como un mercado y sólo conoce el comportamiento del mercado, un proceso de cosificación consumado.

Bajo estas premisas, no sorprenderá que muchas instituciones sociales como la práctica médica, entre otras, se hayan transformado y que la actualidad de la práctica médica esté en el contexto de este discurso. Porque de esta forma sólo se puede entender como un paciente, a través de una buena comunicación y facilitación de información proporcionada por el médico especialista podrá hacer buen uso para la toma de decisiones en cuanto a su gestión de su enfermedad como la diabetes, por ejemplo, y podrá calcular en valores monetarios y no monetarios su buen morir. 

En alto contraste está nuestro mundo de la vida no desarrollado, de las salas verdaderas de hospitalización urbanas y rurales, de los quirófanos, de los corredores en las diversas clínicas y de la realidad de las y los médicos, enfermeras (os), psicólogas (os) y demás personal dedicado a la salud y pacientes que viven y mueren, en infraestructuras y administraciones colapsadas o superadas.

Salud Global y Desigualdad

La importancia de la salud global surge como un problema fundamental para la comunidad internacional, además de la salud, la educación y la mejora del poder adquisitivo son premisas importantes para el Bienestar, objetivo utilitarista prioritario que debe alcanzar cualquier sociedad; Es en este sentido, en 2015 y tomando en consideración otras dimensiones importantes como la biodiversidad, se firmaron acuerdos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible o también nombrados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

Lo anterior se resignificó después de la experiencia trágica: la aparición de una nueva pandemia la Covid-19, los recientes altos picos de contagios, las variantes y mortalidad asociada, provocada por el Sar-Cov-2. Ya implementadas las políticas de inmunización específica como los procesos de vacunación, las políticas nacionales de sanitización, el confinamiento y, posteriormente, el distanciamiento se han mitigado los nuevos ascensos en la incidencia de dichos contagios. 

Ahora bien, los procesos que han provocado y mantenido la salud global pre pandemia han mostrado una clara complejidad, diferenciación y desigualdad entre países, devienen de un proceso de Globalización y, su concomitante política económica Neoliberal. Se pudiera agregar, además, ya en la pandemia, que los procesos de desigualdad se visualizaron en las políticas nacionales de salud, la adquisición de insumos, pero sobre todo en la provisión vacunas, haciendo la gran diferencia entre los países de ingresos altos respecto a los demás. 

Luego entonces, pareciera que los acuerdos y compromisos de las naciones por una sociedad sana y, por ende, que se alcance el bienestar están fuertemente cuestionados. Indudablemente se refiere a la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible o también titulado Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

¿Cuáles son las razones del fracaso de las naciones por alcanzar el bienestar en salud?

Se citará uno de los argumentos que pudieran contribuir al debate actual. El Proceso de Globalización y Políticas Neoliberales Pre Pandemia.

Como se sabe el proceso de Globalización se inició en la década de los años setenta en los países de ingresos altos, tiene su origen conceptual desde principios del siglo XX, pero que a partir de las necesidades del Sistema Mundo o del Sistema Capitalista post conflicto bélico (Segunda Guerra Mundial), la prioridad fundamental fue la reconstrucción de Europa, para ello, se le asignó al Estado el papel de la conducción y por esta razón, se auspició el Estado de Bienestar, el cual puede definirse como un catálogo de políticas que llevaran al crecimiento económico equilibrado de la posguerra. Desde ese momento se debatió la postura conservadora de la Escuela Austriaca a través de sus grandes mentores en la vieja Europa; al mismo tiempo, Estados Unidos (durante y posterior al conflicto armado) había sido la entidad anfitriona de la inmigración intelectual. En las sedes del conocimiento, las grandes universidades se fueron admitiendo a pensadores que formarían el “mainstrem” de la sabiduría económica y política convencional. Una expresión manifiesta son los Premios Nobel concedidos a la Ciencia Económica (es importante enfatizar que se escribe en singular) desde 1969. Esta gran tendencia, llegó a un punto culmen con la caída del muro de Berlín y a un nuevo consenso (Washington,1989). En las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado el pensamiento convencional y dominante plenamente maduro, planteó soluciones que desestructuraron la propuesta de un Estado conductor único de la sociedad. Lo anterior a través de dispositivos sociales en donde se planeaba el encumbramiento del individuo y del mercado. Esto incluía principalmente la actividad de un mercado omnipresente, autorregulado, autosuficiente (lo anterior más ideológico que científico) y cuyos resultados de su funcionamiento eran no solo eficientes sino óptimos. 

Tiene muchas aristas esta dimensión, tanto teóricas como ideológicas, para la presente exposición sobre la Salud, se resaltará la propuesta de Política Económica. Ésta fue la desregulación, mínima presencia estatal, máxima presencia de la iniciativa privada. Acciones que desde la década de los años setenta se implementaron poco a poco en todos los sectores y el sector salud fue uno de los más importantes en las que dichas reformas se concretaron, primeramente en los países de ingresos altos y posteriormente, a través de estrategias de imposición se implementaron en la países de ingresos medios y bajos, recuérdese que en la mayoría de los países latinoamericanos en la década de los años ochenta, experimentaban la crisis de la deuda externa, su negociación implicó la aceptación de las políticas neoliberales propuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). 

En los hechos significó un ajuste estructural de reasignación de recursos como nunca antes se hubiera propuesto y realizado, y que tanto el discurso científico se fundió en un planteamiento ideológico de un “sólo saber” con su “verdad única”; el centro de atención sería la dinámica del mercado y sus propias fuerzas las que se encargarían de establecer y restablecer los equilibrios económicos que eran prioritariamente más importantes que los sociales.

Esta discusión se extrapoló al saber de las Ciencias de la Salud en el debate denominado Salud Pública (Public Health) versus Mano invisible (Invisible Hand). Un debate que de suyo fue trascendental para la comprensión del papel que ha tenido la medicina en la salud de la población a partir de la década de los años setenta.

Están documentados históricamente cómo se dieron tales transiciones de una economía cerrada lidereada por el Estado hacia una economía abierta desregulada en el orbe, y no se describirán, sin embargo, sí se mencionará algunas dinámicas sociales y políticas económicas en salud que se llevaron a cabo. 

En estas décadas aparecieron fundaciones privadas dedicadas a la salud y emergieron los espacios supranacionales (la Organización Mundial de la Salud se convirtió en el guardián de la salud mundial), el papel del Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional en la implementación de Políticas Públicas en países de ingresos medios y bajos, éstos últimos con problemas financieros graves. Fue evidente que los grados de autonomía a nivel nacional se restringieron para gestionar la provisión del servicio y establecer metas y objetivos de salud. A la par el desarrollo de las tecnologías de la comunicación permitió, a escala global, el consumo y la producción de productos culturales. Se elaboraron productos híbridos locales y globales y su impronta mercantil y los patrones poblacionales cambiaron.

La Organización Mundial de la Salud fue la que facilitó a las Ciencias Médicas el fundamento en la provisión biomédica de la salud, categorías de diagnóstico estandarizadas y tratamientos sobre guías basadas en evidencia universal. Las medicinas alternativas tuvieron que adaptarse y reconfigurarse para no perecer. Graham Scambler y Judith Green mencionan los efectos contrastantes: positivos porque se minimizaron los costos del conocimiento, esto significó que la investigación médica fuera diseminada y publicada con mayor rapidez, que los tratamientos por medio de los facultativos fueran realizados en cualquier parte del mundo debido a las plataformas de comunicación virtual, así como la posibilidad de obtener esa información en países de bajos ingresos. Pero también la globalización al homogenizar descartó los procesos de curación de las culturas locales y no fue tan fácil adaptar las guías de práctica clínica basadas en evidencia. La globalización provocó la homogeneización de la comida, la comida rápida, las dinámicas sociales de la “macdonalización sin macdonals” que influyó en la obesidad, la obesidad infantil a escala mundial.

Estos procesos de una enorme complejidad y diferenciación aún continúan, generando mayores desafíos para las políticas públicas nacionales, los contextos mundiales de desigualdad se han mantenido y agudizado. La emergencia de una pandemia como la que inicia en 2019 evidenció lo frágil de los sistemas de provisión de servicios de salud y la disparidad entre éstos.

Finalmente, de forma gráfica podemos deducir que en el contexto de la globalización los mercados internacionales funcionan modificando las políticas nacionales y la sociedad. Esta influencia impacta directamente a 1) los sistemas de salud, 2) el ámbito familiar, 3) sectores relacionados a la salud. Además, el otro sendero es que la globalización determina un nivel de salud a nivel poblacional y a su vez el riesgo de salud a nivel individual. La mejor evidencia de lo anterior es observar la tendencia del patrón estable epidemiológico 20 años atrás, así como las historias naturales de las principales enfermedades que están vigentes y son las principales causas de muerte.

El gran desafío de las autoridades en todos los niveles de competencia será el cumplir el mandato que les ha otorgado la voluntad ciudadana: la salud es un bien público y un derecho fundamental para la población mexicana, así como un pre requisito para obtener el bienestar social.