Tiempo de mujeres en México

EL PAÍS

El 2 de junio del año que viene será una fecha clave en la historia de México. Dos candidatas pelean ya por la presidencia en los únicos bloques políticos que, de momento, tienen posibilidades reales de hacerse con el poder, de modo que se da por hecho que el más alto mando de la República mexicana tendrá, por primera vez, una mujer al frente. Tratándose de un país lastrado por el machismo, con 10 muertas al día por violencia de género, es un indudable paso adelante logrado gracias a un movimiento feminista que muestra un empuje nunca visto. Claudia Sheinbaum, la candidata de la izquierda, sucesora del carismático presidente Andrés Manuel López Obrador, y Xóchitl Gálvez, cabeza de cartel en el lado de la derecha por la coalición Frente Amplio por México, han sido bien recibidas por la población.

Esta mutación, aunque aún sin completar, ha tenido una larga gestación. Muchos han sido los tropiezos y las regresiones. Y los peligros acechan. El machismo sigue teniendo una fuerza extraordinaria en el México real. Y por ello son tan necesarios los avances en el territorio formal. Este sexenio comenzó con un Gobierno paritario donde destacaba como jefa de Gobernación, la segunda figura de mayor relevancia en el Gobierno, Olga Sánchez Cordero, una feminista incuestionable. La Suprema Corte de Justicia de la nación ha nombrado, también por primera vez en la historia, a una presidenta, y el poder legislativo es paritario como manda la ley. También lo son las candidaturas electorales y es obligado atender al mismo criterio de igualdad cuando se designan los aspirantes a las gubernaturas de los Estados.

Las mujeres se han alzado con fuerza en todo el ámbito público tras el desgaste de los grandes líderes de los partidos tradicionales por años de corrupción y autoritarismo. Son muchas las mujeres de todo color político las que han sumado fuerzas en el Congreso para sacar adelante leyes que hoy las protegen de los muchos abusos que todavía se cometen contra la igualdad. Nunca es fácil evaluar la influencia real que tan alta presencia femenina en las instituciones pueda tener sobre la vida cotidiana, donde la violencia no cesa, pero su simbolismo es incuestionable.

México da un paso importante situando a dos mujeres al frente de la contienda electoral más relevante del país y, si bien no es el primero en esa carrera, sí lo coloca en el grupo de las naciones que han llegado a la meta. Algo que en España o Estados Unidos aún no ha ocurrido. En el legado del presidente que dejará el cargo, López Obrador, no destacará su feminismo, pues no han sido pocos los patinazos que ha dado en este terreno, pero sí el hecho de abrir una puerta que finalmente han refrendado las encuestas. Otro tanto ha ocurrido en el bloque conservador. El tiempo dirá si todo eso se traduce en un México más justo, pero es indiscutible que el ciclo ha cambiado.

Tiempo de mujeres en México

EL PAÍS

El 2 de junio del año que viene será una fecha clave en la historia de México. Dos candidatas pelean ya por la presidencia en los únicos bloques políticos que, de momento, tienen posibilidades reales de hacerse con el poder, de modo que se da por hecho que el más alto mando de la República mexicana tendrá, por primera vez, una mujer al frente. Tratándose de un país lastrado por el machismo, con 10 muertas al día por violencia de género, es un indudable paso adelante logrado gracias a un movimiento feminista que muestra un empuje nunca visto. Claudia Sheinbaum, la candidata de la izquierda, sucesora del carismático presidente Andrés Manuel López Obrador, y Xóchitl Gálvez, cabeza de cartel en el lado de la derecha por la coalición Frente Amplio por México, han sido bien recibidas por la población.

Esta mutación, aunque aún sin completar, ha tenido una larga gestación. Muchos han sido los tropiezos y las regresiones. Y los peligros acechan. El machismo sigue teniendo una fuerza extraordinaria en el México real. Y por ello son tan necesarios los avances en el territorio formal. Este sexenio comenzó con un Gobierno paritario donde destacaba como jefa de Gobernación, la segunda figura de mayor relevancia en el Gobierno, Olga Sánchez Cordero, una feminista incuestionable. La Suprema Corte de Justicia de la nación ha nombrado, también por primera vez en la historia, a una presidenta, y el poder legislativo es paritario como manda la ley. También lo son las candidaturas electorales y es obligado atender al mismo criterio de igualdad cuando se designan los aspirantes a las gubernaturas de los Estados.

Las mujeres se han alzado con fuerza en todo el ámbito público tras el desgaste de los grandes líderes de los partidos tradicionales por años de corrupción y autoritarismo. Son muchas las mujeres de todo color político las que han sumado fuerzas en el Congreso para sacar adelante leyes que hoy las protegen de los muchos abusos que todavía se cometen contra la igualdad. Nunca es fácil evaluar la influencia real que tan alta presencia femenina en las instituciones pueda tener sobre la vida cotidiana, donde la violencia no cesa, pero su simbolismo es incuestionable.

México da un paso importante situando a dos mujeres al frente de la contienda electoral más relevante del país y, si bien no es el primero en esa carrera, sí lo coloca en el grupo de las naciones que han llegado a la meta. Algo que en España o Estados Unidos aún no ha ocurrido. En el legado del presidente que dejará el cargo, López Obrador, no destacará su feminismo, pues no han sido pocos los patinazos que ha dado en este terreno, pero sí el hecho de abrir una puerta que finalmente han refrendado las encuestas. Otro tanto ha ocurrido en el bloque conservador. El tiempo dirá si todo eso se traduce en un México más justo, pero es indiscutible que el ciclo ha cambiado.

Tiempo de mujeres en México

EL PAÍS

El 2 de junio del año que viene será una fecha clave en la historia de México. Dos candidatas pelean ya por la presidencia en los únicos bloques políticos que, de momento, tienen posibilidades reales de hacerse con el poder, de modo que se da por hecho que el más alto mando de la República mexicana tendrá, por primera vez, una mujer al frente. Tratándose de un país lastrado por el machismo, con 10 muertas al día por violencia de género, es un indudable paso adelante logrado gracias a un movimiento feminista que muestra un empuje nunca visto. Claudia Sheinbaum, la candidata de la izquierda, sucesora del carismático presidente Andrés Manuel López Obrador, y Xóchitl Gálvez, cabeza de cartel en el lado de la derecha por la coalición Frente Amplio por México, han sido bien recibidas por la población.

Esta mutación, aunque aún sin completar, ha tenido una larga gestación. Muchos han sido los tropiezos y las regresiones. Y los peligros acechan. El machismo sigue teniendo una fuerza extraordinaria en el México real. Y por ello son tan necesarios los avances en el territorio formal. Este sexenio comenzó con un Gobierno paritario donde destacaba como jefa de Gobernación, la segunda figura de mayor relevancia en el Gobierno, Olga Sánchez Cordero, una feminista incuestionable. La Suprema Corte de Justicia de la nación ha nombrado, también por primera vez en la historia, a una presidenta, y el poder legislativo es paritario como manda la ley. También lo son las candidaturas electorales y es obligado atender al mismo criterio de igualdad cuando se designan los aspirantes a las gubernaturas de los Estados.

Las mujeres se han alzado con fuerza en todo el ámbito público tras el desgaste de los grandes líderes de los partidos tradicionales por años de corrupción y autoritarismo. Son muchas las mujeres de todo color político las que han sumado fuerzas en el Congreso para sacar adelante leyes que hoy las protegen de los muchos abusos que todavía se cometen contra la igualdad. Nunca es fácil evaluar la influencia real que tan alta presencia femenina en las instituciones pueda tener sobre la vida cotidiana, donde la violencia no cesa, pero su simbolismo es incuestionable.

México da un paso importante situando a dos mujeres al frente de la contienda electoral más relevante del país y, si bien no es el primero en esa carrera, sí lo coloca en el grupo de las naciones que han llegado a la meta. Algo que en España o Estados Unidos aún no ha ocurrido. En el legado del presidente que dejará el cargo, López Obrador, no destacará su feminismo, pues no han sido pocos los patinazos que ha dado en este terreno, pero sí el hecho de abrir una puerta que finalmente han refrendado las encuestas. Otro tanto ha ocurrido en el bloque conservador. El tiempo dirá si todo eso se traduce en un México más justo, pero es indiscutible que el ciclo ha cambiado.

La barbarie

EL PAÍS

PABLO FERRI

Hemos perdido. Vivimos en la derrota desde hace años. Las estadísticas de la violencia, los detalles, disfrazan el escenario y amparan una sensación de control absolutamente falsa. No hay guerra entre cárteles que valga, ni ajustes de cuentas. No hay daños colaterales, ni malos pasos, ni listados de ningún tipo que reflejen siquiera un trozo de verdad. ¿La suma de asesinatos explica la crueldad? No, pero tranquiliza, transmite acción, la existencia de una estrategia, la promesa de que todo cambiará.

Desde luego, las cosas cambian. Asesinos despiadados ensayan cada día nuevas formas de crueldad, como la vista estos días en Lagos de Moreno, Jalisco. Burócratas del crimen acumulan cuerpos hechos pedazos en congeladores, como vimos el lunes en Poza Rica, Veracruz. Siempre un paso más allá, el más difícil todavía, geógrafos del horror, dedicados cartógrafos del infierno. La gente quiere saber por qué, claro. Cualquier respuesta funciona porque el motivo es lo de menos, en el fondo. Lo que sea menos el vacío. Porque el vacío es un enorme espejo que muestra el miedo que nos corroe.

“No enfrentamos un problema de seguridad, enfrentamos la barbarie”, decía este miércoles el académico Ernesto López Portillo, en un foro sobre violencia, construcción de paz y seguridad ciudadana. Tiene razón. Las palabras son importantes. Seguridad es una palabra de algodón, aséptica. Tranquiliza. Un problema de seguridad puede resolverse, pero, ¿la barbarie? Tiemblo al pensar que mañana o pasado, alguno de los que mandan proyecte un par de gráficas y una hoja de cálculo, para demostrar lo absurdo: los homicidios van a la baja.

México no cuenta asesinatos, cuenta masacres. La crudeza de lo que vemos exige fantasías. Mirar al sol de cara te deja ciego. La fantasía mayor, la más longeva, coloca al otro en un lugar cada vez más alejado, provocando el propio aislamiento. Eso no puede pasarme a mí, los muertos son otros, las familias que lloran son otras, los desaparecidos son otros, los muchachos obligados a matar a sus amigos no son mis hijos. Además, en algo andarían. ¿Se acuerdan de los niños muertos de Villas de Salvarcar y la respuesta que dio Calderón? Pues eso.

En Los Muertos Indóciles, Cristina Rivera Garza cita un concepto de la pensadora italiana Adriana Cavarero, el horrorismo contemporáneo, “formas de violencia espectacular y extrema que no solo atentan contra la vida humana, sino además -y acaso sobre todo- contra la condición humana”. Hemos aceptado de todo, calculando la gravedad de cada caso a golpe de like, aceptando las explicaciones y los cauces del poder. Y, ¿para qué? Debajo de todo aquello no había nada. Y los argumentos cada vez suenan más absurdos, ridículos.

En el mismo foro que López Portillo, el académico Pietro Amaglio, veterano del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que denunciaba el espanto ya hace más de diez años, hablaba de un “estado de guerra masivo y selectivo”. Masivo, por los números, los más de 110.000 desaparecidos, los cientos de miles de asesinados estos años, los desplazados, etcétera. Selectivo porque en medio de la tormenta, eliminan a la resistencia, activistas, defensores de bosques, de mariposas, de agua, de tierra, periodistas… Amaglio señalaba la necesidad de resistir, de hacerlo de una manera proporcional a los golpes. Pero, ¿qué es proporcional a la barbarie? No basta con marchar, pero, ¿qué hay que hacer?

Son ya más de 15 años de violencia extrema. Las experiencias de resistencia se agotan. Las manifestaciones en protesta por casos concretos, exigiendo justicia, exhiben las incapacidades institucionales para todo lo que no sea ocultar. El teatro de la investigación y la rendición de cuentas echa pulsos con la desesperación de los que salen a la calle. La burocracia fagocita y divide experiencias activas de desobediencia civil, como las de las madres buscadoras. Es difícil ser optimista, tener algo de esperanza. Rivera Garza dice que no es tanto la esperanza, como ser terco. Seamos tercos entonces.

Visita a Oaxaca: camino de respeto mutuo y de cooperación ganar-ganar

MILENIO

Mileniologo

Zhang Run

En esta temporada del sol abrasador y de crecimiento de todos los seres vivos me complació mucho aceptar la invitación de la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, y del gobernador de Oaxaca, Salomón Jara, a visitar el estado de Oaxaca en plena primavera oaxaqueña. Ver para creer. Oaxaca, conocida como el “corazón cultural de México”, con su rica cultura, gente cálida y sincera, recursos diversificados y comida única, me ha dejado muchos recuerdos maravillosos.

México es un país con una gran diversidad cultural que ha dado lugar a antiguas civilizaciones indígenas en América y las ha integrado con la cultura y las costumbres españolas en su proceso histórico. Oaxaca es un microcosmos de la multiculturalidad mexicana, donde los sitios arqueológicos, las comunidades indígenas, las iglesias y los conventos de diferentes épocas se complementan en esta tierra llena de colores. A solo media hora en carro desde la capital oaxaqueña se encuentra el renombrado sitio patrimonio cultural de la humanidad Monte Albán, donde se encuentran los palacios, templos y observatorios que destacan huellas históricas de las civilizaciones zapoteca y mixteca, brillos de las labores y la sabiduría del ser humano.

Con vistas a un vasto complejo de sitios de la misma época de Confucio, me sentí como si hubiera viajado más de 2 mil 500 años para presenciar el encuentro de las antiguas civilizaciones china y mexicana a ambos lados del océano. Tanto China como México hemos hecho contribuciones indelebles al avance de la civilización humana. En el nuevo punto de partida del décimo aniversario del establecimiento de la asociación estratégica integral entre los dos países, no solo debemos valorar la propia cultura, sino también apreciar la cultura de los demás en la búsqueda de la prosperidad común. Debemos respetar las diferencias culturales, ser firmes en nuestra confianza cultural y contribuir en mayor medida al progreso de la civilización humana mediante el aprendizaje mutuo.

Oaxaca es la cuna de Benito Juárez, el primer presidente indígena y héroe nacional que defendió la Independencia y la soberanía de México. Durante esta visita escuché varias veces al gobernador Salomón Jara y a otros amigos oaxaqueños citar la frase célebre de Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” y expresaron su total comprensión y consideración al principio de Una Sola China, por lo cual expreso mi alto aprecio. China y México compartimos la misma posición de oponernos a la injerencia en los asuntos internos de otros países, defender la independencia y la autonomía, y de salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial.

Me impresionaron mucho las prácticas de desarrollo de Oaxaca basadas en sus propias características: 73 por ciento de los presidentes municipales son elegidos por los Sistemas Normativos Indígenas (el sistema de usos y costumbres) en lugar de las elecciones entre partidos políticos, mientras 76 por ciento de la tierra es propiedad comunal indígena en vez de particular. Así mismo, los indígenas locales participan en el “tequio”, es decir, el trabajo colectivo voluntario, todos los fines de semana. A través de contactos con personajes oaxaqueños de diversos sectores, me ha llamado la atención el hecho de que los caminos hacia la modernización no son uniformes, sino se deben basar en las condiciones de la propia nación y cada país debe respetar la vía de desarrollo del otro.

El gobierno oaxaqueño y los sectores locales han expresado su bienvenida a la participación extranjera en el proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Siempre que la parte mexicana pueda ofrecer un entorno de inversión equitativo, justo, transparente y no discriminatorio, las empresas chinas estarán dispuestas, por supuesto, a considerarlo activamente de acuerdo con los principios del mercado y las prácticas internacionales. China y México somos grandes países en vías de desarrollo e importantes mercados emergentes que compartimos una gran variedad de intereses comunes. China está dispuesta a avanzar de la mano con la parte mexicana en búsqueda de la prosperidad nacional, así como el bienestar del pueblo, hacia el desarrollo compartido.

Claudia vs. Xóchitl

EL FINANCIERO

Leonardo Kourchenko

La Aldea

Todo apunta —faltan aún los procesos internos de cada frente, las encuestas, los foros y todo ese largo y costoso aparato de selección interna— a que las favorecidas por la ciudadanía para encabezar campañas y aspiraciones serán dos mujeres.

De entrada, la primera noticia es positiva para México: tendremos una presidenta mujer, con lo que se romperá el famoso “techo de cristal”.

México ha tenido gobernadoras, senadoras, secretarias de Estado. Presidentas de partido y avances importantes en torno a la participación de la mujer en la política. Pero vamos tarde en comparación a América Latina. Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, Brasil y otros muchos han tenido presidentas. Capaces, eficientes, talentosas, pero sobretodo honestas —casi todas—.

Tal vez esa sea la primera característica de dos mujeres dedicadas al servicio público con una impecable trayectoria de honestidad. Tanto Claudia como Xóchitl tienen un récord limpio, de asignaciones públicas con cero corrupción.

En el contexto mexicano, debiéramos levantar monumentos a los escasos funcionarios probos. Serían apenas, unos cuantos.

Desde esta muy temprana etapa en las contiendas —ilegales por romper el calendario electoral— se antoja muy interesante el contraste y la competencia de dos mujeres para la Presidencia de la República.

Claudia es inteligente, sensible, defensora de la capacidad por encima de la lealtad, no desprecia el conocimiento y el grado de especialidad, a diferencia de su jefe, que se rodeó de ineptos en el gabinete, con contadas excepciones. Sus cercanos afirman que tiene un temperamento fuerte, enérgico, con voz firme y autoridad clara. Se ve poco desde afuera, salvo el incidente con Alfonso Durazo en el Congreso Nacional de Morena.

La gran incógnita que rodea a Claudia es su independencia del caudillo, su capacidad de decidir y trazar un curso diferente de nación.

Si juzgamos por la reunión y el documento anunciado el martes por Morena —”Proyecto de Nación” 2024-2030— que será producido por la Comisión de los Eméritos, así los llama el presidente, la Guardia Pretoriana defensora de la Cuarta Transformación, la próxima presidenta de México (Morena) tendrá muy poco margen de acción.

La locura transexenal de Andrés Manuel, no sólo ha dejado un campo minado con una serie de instrumentos y artefactos para “controlar” desde lejos a su sucesor, sino además, pretende trazar la línea de gobierno y de políticas públicas para su sucesor(a).

Un renovado callismo obradorista, donde se instalaron candados para impedir que quien llegue, pueda reorientar el curso y corrija los errores. Ahí están la revocación de mandato, las Fuerzas Armadas, los eméritos de Morena.

Por ello, quienes consideran a Claudia como una opción, la descalifican en automático por su incondicionalidad a AMLO.

Por su parte, Xóchitl Gálvez representa todo lo contrario. Esencialmente oxígeno, aire fresco que venga a renovar la tóxica atmósfera política construida por años y agudizada por la 4T. Pero especialmente, independencia: no obedece a grupos, cúpulas, partidos ni círculos del poder.

Xóchitl posee atributos que la hacen única frente a todos los aspirantes, contendientes y suspirantes, incluso Claudia. Xóchitl no proviene del privilegio, nació y vivió en pobreza durante su infancia. Se rebeló a los usos y costumbres para salir de su pueblo, estudiar, avanzar en la vida, lograr una carrera, casarse con quien ella misma eligió.

Si la transformación de López Obrador fuera auténtica —que no lo es—, si pretendiera en efecto modificar la cultura y el servicio público en beneficio de los más necesitados, la mejor candidata es Xóchitl Gálvez por su historia, por su origen, por su capacidad de levantarse de la adversidad, convertirse en exitosa empresaria y luego, honesta y eficaz servidora pública.

Muchos le critican su estilo, a veces atrabancado y lenguaraz, como su primer jefe político, Vicente Fox, pero lo cierto es que aborda temas y perspectivas con franqueza y concreción, no busca la alianza de grupos políticos y privilegios, sino el servicio a los ciudadanos.

Será toda una incógnita una precampaña y después campaña donde la aspirante se niegue a establecer compromisos con grupos y sectores, componente esencial para un proyecto electoral en todas partes del mundo.

DEL ESTANQUILLO DE REFRESCOS

Marcelo anda enojado porque las condiciones son inequitativas —dice— y anda haciendo un recorrido errático, pretendiendo ser quien no es. Algunos lo señalan como impostor, al presentarse como sencillo, simpático, cercano a la gente, casi popular. Nadie le cree.

Adán anda distraído, cuentan que el amor juvenil lo tiene levitando. A donde va lo acompaña una joven diputada, a quien presenta incluso en cenas de recaudación. Mucho gasto del exsecretario, tapizadas ciudades del norte con espectaculares: “Adán, lo más cercano a AMLO”. ¿Será?

La APPO

Diego Enrique Osorno

El 14 de junio de 2006, tras el fallido desalojo de un plantón en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca, inició la creación de uno de los movimientos sociales más complejos que han irrumpido en el escenario político mexicano moderno. La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, mejor recordada como la APPO, fue la nomenclatura visible que tuvo la primera insurrección del siglo XXI en el país.

Han pasado ya 17 años de aquella resistencia ofrecida por maestros de la sección 22 del SNTE y militantes de otras organizaciones populares asediadas durante el nefasto gobierno de Ulises Ruiz, que llevó a cabo ese día un desmesurado operativo, quizá envalentonado por el que había ejecutado atrozmente poco más de un mes antes, en San Salvador Atenco, el gobierno de Estado de México, a cargo de Enrique Peña Nieto, contra comuneros locales y simpatizantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

La respuesta dada por el magisterio democrático oaxaqueño ese 14 de junio alteró la línea represiva que parecía invicta ese año en el que también fueron atacadas una serie de huelgas y protestas mineras legítimas en Cananea y Nacozari, Sonora; Lázaro Cárdenas, Michoacán y Sombrerete, Zacatecas, entre otros lugares del país.

Durante los días siguientes, del 17 al 21 de junio, representantes de un sinfín de grupos oaxaqueños discutieron y decidieron conformar la APPO, que a lo largo de 2006 llevaría a cabo una serie de gestas asombrosas antes de ser reprimida de manera cruenta e irregular por paramilitares y fuerzas de seguridad oficiales, a través de operaciones diseñadas por Genaro García Luna y Eduardo Medina Mora, hoy defenestrados.

Aquel nivel de organización amplio y horizontal tiene un posible espejo, en cuanto a incandescencia esperanzadora, con el actual movimiento feminista. No solo se trataba de un estallido de rabia ni tampoco exclusivamente de lucha ideológica o una conciencia crítica activada, aunque todos estos componentes existían en el origen de la APPO. Algo que prevalecía, en esencia, era una percepción masiva compartida de que la lucha por la democracia no se limitaba a las urnas. Que la promesa de mayor libertad y justicia augurada con la alternancia electoral del año 2000 no había llegado y había que salir a las calles a buscarla. Hoy, aunque la APPO desapareció, dicha necesidad persiste.

Istmo de Tehuantepec, más allá de los incentivos fiscales

GABRIEL YORIO

México está realizando uno de los despliegues de política económica de desarrollo regional más ambiciosos de las últimas décadas. Recientemente, Hacienda anunció un paquete de incentivos fiscales destinados a diez parques industriales distribuidos a lo largo del Istmo de Tehuantepec. Este esfuerzo se une a otras políticas y grandes proyectos de infraestructura focalizados en la misma región, con el objetivo principal de integrar el sureste mexicano a la economía global.

El Istmo de Tehuantepec, a pesar de ser una región rica en recursos naturales, se encuentra entre las regiones más rezagadas en términos de crecimiento y desarrollo en comparación con el resto del país. De los 2.3 millones de habitantes que tiene, un 62% vive en condiciones de pobreza. Ante esta realidad tan contrastante, esta administración decidió invertir en importantes obras de infraestructura que faciliten el comercio, la movilidad de carga masiva, y potencien los recursos humanos y culturales de la región sureste.

A diferencia de los enfoques previos para desarrollar regiones rezagadas, la estrategia actual es más ambiciosa y cuenta con un diseño de política mejor estructurado en torno a múltiples factores. Este enfoque integral, ordenado y sistemático está basado en la creación de la Autoridad del Corredor del Istmo de Tehuantepec (CIIT), quien se encargará de administrar los activos y la logística comercial entre los distintos parques industriales.

El Gobierno de México está trabajando para crear las condiciones necesarias en la región del Istmo que favorezcan el surgimiento de un ecosistema que aumente la capacidad productiva del país y los canales de comercialización de tal forma que las oportunidades de negocios se traduzcan en mayor actividad económica y desarrollo. Históricamente, el corredor del Istmo ha tenido una vocación comercial, ya que conecta dos puertos clave: Coatzacoalcos, ubicado en el Golfo de México, y Salina Cruz, situado en el Océano Pacífico.

¿Por qué es diferente esta vez?

En la estrategia de desarrollo del gobierno anterior, se había establecido un programa de zonas económicas especiales, cuyo pilar central eran los incentivos fiscales que operarían dentro de los parques. Sin embargo, este programa no fue exitoso. Los incentivos fiscales, por sí solos, no son el único criterio que una empresa considera para decidir dónde establecerse. Esta vez, el gobierno ha decidido adoptar un enfoque más completo, cancelando el programa anterior y sustituyéndolo con uno que aborde los desafíos desde múltiples ángulos.

La nueva estrategia, a diferencia de la anterior que no logró adquirir los terrenos necesarios para las zonas económicas especiales, es más integral e incluye la gestión de la tierra donde se establecerán los polos de desarrollo. Los diez parques industriales, que abarcan alrededor de 3,000 hectáreas, están distribuidos a lo largo del corredor interoceánico, conectados por vías ferroviarias, puertos y carreteras, y cercanos a fuentes de energía renovables y agua.

Con esta disposición, los polos de desarrollo se utilizan para sembrar la semilla de la actividad económica a lo largo del corredor, a diferencia de la estrategia “escopeta” de la administración anterior que dispersaba zonas económicas especiales sin un anclaje en infraestructura. En lugar de esperar a que el mercado determine la vocación industrial, el corredor del Istmo se posiciona para capturar parte del flujo comercial existente entre Asia y la costa este de Estados Unidos y Europa, generando un crecimiento económico orgánico en la región sureste de México.

Aunado a los múltiples beneficios y oportunidad de negocio, los incentivos fiscales están diseñados para aumentar la tasa de retorno de las empresas que decidan establecerse en el corredor, y acelerar así las inversiones. El paquete contiene varias medidas destinadas a atraer inversiones y facilitar la integración de las cadenas productivas, al mismo tiempo que se reducen los costos iniciales de inversión, haciendo de México un destino más atractivo para las empresas. Entre estas medidas se incluyen: una exención total del Impuesto Sobre la Renta (ISR) durante los primeros 3 años de operación, un descuento del 50% en el ISR durante los siguientes tres años, que podría incrementarse hasta un 90% si se superan los niveles mínimos de empleo requeridos, depreciación acelerada de inversiones en los primeros 6 años de operación, exención de IVA en operaciones internas y entre polos industriales, y facilidades administrativas que reducen costos en el ámbito del comercio exterior.

¿Qué se espera?

Según estimaciones de Hacienda, estos polos de desarrollo podrían generar una inversión de hasta 2.7 veces superior a la actual en la región del Istmo. Además, se espera que estas inversiones dupliquen la creación de empleo en la región.

En un futuro cercano, el Istmo tiene el potencial de convertirse en un corredor económico basado en la economía generada por los servicios de logística comercial. La tendencia del nearshoring, podría motivar a las empresas a diversificar su cadena de producción global para mantener acceso a distintos mercados. En este sentido, el Istmo tiene la capacidad de convertirse en un corredor logístico estratégico que, en pocos años, pueda servir como plataforma para facilitar que las empresas que operan en el mercado local con Estados Unidos también puedan beneficiarse de incrementar su comercio con América Latina y Europa.

Los incentivos fiscales recientemente anunciados forman parte de un conjunto de políticas que se complementan con un diseño de gobernanza, centrado en una autoridad administrativa y logística. En el Istmo se integran diversas políticas sociales de la administración actual, así como esfuerzos para recuperar activos culturales. Diversas autoridades y empresas de logística, incluyendo empresas de medio oriente, han mostrado interés en participar en el comercio del Istmo, especialmente en el nicho de los barcos “post-Panamá” que deben navegar alrededor del continente.

Con el anuncio de los incentivos fiscales, comienza la fase de implementación para atraer empresas a este proyecto. El plan tiene objetivos claros y de largo plazo, buscando promover la vinculación con la economía regional y generar economías de aglomeración.

Gabriel Yorio es subsecretario de Hacienda y Crédito Público de México.

EL PAÍS

Plástico y calentamiento global

EL PAÍS

El último informe sobre el clima de la Organización Meteorológica Mundial (Global Annual to Decadal Climate Update) apunta que hay cerca de un 100% de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años supere el récord de temperatura alcanzado en 2016, debido a la combinación del calentamiento global y el fenómeno de El Niño. El dato puede medirse de otro modo también: según su boletín de 2020, la probabilidad de superar de forma episódica el límite de los 1,5 grados era entonces de un 24%. Tres años después, esa probabilidad se ha triplicado, y es ya del 66%. La acción humana es la única capaz de atenuar los efectos destructivos sobre el planeta causados por la misma acción humana. Los informes científicos mantienen viva la vigilancia sobre la lentitud de los progresos en el control del calentamiento global, sin incurrir en un alarmismo que a veces provoca efectos sociales de saturación: dispara la alarma de forma fugaz y propicia después la resignación ante un fenómeno multifactorial y de magnitud gigantesca. En buena medida, eso es lo que describe el informe de la OMM sobre la lentitud de los avances contra el calentamiento global y la previsión de subidas excepcionales de temperaturas con consecuencias inmediatas en múltiples ámbitos.

La causa mayor de esa dificultad para frenar el calentamiento global está en la dependencia de los combustibles fósiles, y el plástico es un derivado de ellos: los ecosistemas acuáticos (ríos, lagos, mares) del planeta soportan hoy una contaminación de más de 140 millones de toneladas de plástico. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) acaba de presentar una batería de medidas concretas para mejorar el deficiente funcionamiento del reciclaje de ese material con el objetivo de reducir en un 80% la contaminación por esa vía en 2040. El horizonte hacia el que se dirige el informe es el tratado internacional que han de elaborar los países en el seno de la ONU para aprobarlo en 2024 e impedir que el plástico siga siendo uno de los factores contaminantes más graves a través de los combustibles fósiles. La reutilización de los envases es una medida obvia y eficaz para reducir a la mitad los de un único uso, del mismo modo que el reciclaje ha de convertirse en una opción prioritaria. Pero mientras siga siendo más barata la producción de plástico virgen y más caro reciclarlo (en Europa, entre un 10% y un 47% más caro) el objetivo seguirá siendo inviable. Es ahí donde pueden intervenir incentivos fiscales que cambien su orientación actual. En lugar de persistir en el contrasentido de mantener subsidios a los combustibles fósiles que abaratan el plástico virgen, se trata de fomentar el reciclaje.

Cada una de las medidas específicas y concretas propuestas —favorecer la reutilización y el reciclaje, reemplazar el plástico por otros materiales, frenar el envío de los desechos plásticos de los países desarrollados a países pobres con regulaciones más laxas— puede revertir los actuales indicadores de contaminación y acercar creíblemente a la realidad práctica la posibilidad de reducir los efectos del cambio climático. El plástico es una plaga que contribuye a acelerar la crisis climática pero el mejor mecanismo para combatirla no es tanto el alarmismo como la fijación legal de medidas fiables y asumibles como las que tienen sobre la mesa los negociadores de la ONU convocados contra el despilfarro del plástico en su reunión de finales de este mes en París.

¿Será la tierra habitable cuando mi hijo crezca?

EL PAÍS

Gael García Bernal

GAEL GARCÍA BERNAL

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Los comienzos

Llevo muchos años pensando en la primera frase de esta columna. El comienzo ha cambiado conforme ha sido afectado por los ánimos y los pesares, que aunados a la edad, hacen de este inicio un caos arborescente. Tengo que dejar ir para reconocer lo que quiero decir. Debo encontrar ese nopal mitológico a contraluz para dibujar las distintas figuras que aparecen en sus ramas. Tuve que dejar ir para entender y así crearme a mí mismo constantemente. Tengo que aceptar que hay muchos comienzos.

Este caos solamente tendrá sentido una vez que las consecuencias de la paciencia floten de vuelta a la tierra de donde surgieron. Eligiendo uno de los inicios aleatoriamente: el nacimiento de mi primer hijo, Lázaro. Ahí surgió la felicidad en forma de luz que alumbró el rumbo. Estaba dispuesto a que los temores se convirtieran en el miedo generalizado que experimentamos los que tenemos hijos. Pero también estaba dispuesto a volverme más idealista y emular el acto de arrojo de tener hijos, de ser pareja, de cuidar y hacer el equipo más simpático y expansivo que exista. Por suerte —o quizás por estar dispuesto a todo lo que el destino me quisiera arrojar— me dio por el lado idealista.

Esa postura no está exenta del miedo en lo absoluto. El idealismo, a punto de cumplir treinta años, apareció como eco de lo poderoso que es la juventud, y lo más poderoso aún que es saberse equivocado en algunas conclusiones a lo largo de la vida. Pero ese inicio, aquel mandamiento hecho palabra que nos hace ver el futuro como la única realidad posible, me convidaba a seguir haciendo la sempiterna pregunta enmarcada y contextualizada en el presente: ¿La tierra será habitable para mi hijo cuando crezca?

Y a esta le siguieron una cantidad tremenda de preguntas similares: ¿Qué tan trágico es el cambio climático?; ¿qué puedo hacer, individual y colectivamente, para revertir los daños que hemos ocasionado?; ¿qué y quiénes son los que más contaminan?; ¿quiénes experimentan la misma angustia que yo tengo al hacerme estas preguntas?; ¿hay alguien que tenga la respuesta? Y un larguísimo cuestionamiento que abarcaba horas de conversación y ponderación mientras mi hijo dormía en aquel cortísimo momento donde los bebés duermen casi todo el día — menos la noche.

Poco se entiende acerca del lujo del verdadero cansancio y la falta de sueño hasta que se es padre o madre. Uno está completamente fatigado sabiendo que este es el mejor de los insomnios posibles. Es también una suerte, un privilegio, una forma de comunicar ácidamente con el cosmos de que se está vivo. Y en esos andares, yendo a comprar la leche que no hace falta, porque nadie toma leche de vaca en la casa, me llegaban recuerdos de los momentos de arrojo que he tenido en la vida.

“Desde los quince años no bebo Coca Cola”, pensaba en voz alta mientras miraba el dibujo de la vaca lechera del tetrapak. Tomé la decisión al visitar un pueblo de la sierra huichola entre Nayarit y Jalisco, en México, donde no había agua potable, pero sí había muchísimas botellas de Coca Cola. Era un acto contestatario pequeño, casi insignificante, pero que requería mucha disciplina. No se lo comentaba a nadie para no tener que explicar el razonamiento político y encontrarme con una respuesta condescendiente acerca de las nulas consecuencias de mi boicot personal. Ya entonces notaba la delgada sonrisa que se dibuja en las personas para las que esa lucha se volvió un caballo cansado. Aún así leía la sección de economía en los periódicos para ver si habían bajado las acciones de esa empresa de refrescos —cualquier descenso en las cotizaciones de Bolsa lo veía con la misma satisfacción que se siente al ver el equipo odiado perder por goleada. Todo esto, y mucho más, lo pensaba frente a la vaca que parecía reír y seguirme la mirada, como la Mona Lisa.

Estaba cansado y feliz. Todas las canciones y los dibujos tenían un nuevo sentido. Todas las preguntas agarraban vuelo y me acompañaban toda la noche como tormenta tropical. A veces lograba levantarme para apuntar estas inquietudes para ver si a la calma del día siguiente le podía acompañar alguna lucidez que me hiciera entender para encontrar una respuesta. Pero a cada respuesta le venían diez preguntas más. Si esta era la naturaleza de aquella disquisición, quizás por eso aquel término que comenzó en el hemisferio cultural de occidente como “ecología” devino hoy en día en “la emergencia climática”. Cada pregunta se enfrenta al gran muro de vidrio que Gunther Anders bautizó como lo supraliminal: en pocas palabras, es aquello que es real pero es tan grande para entender que navega por encima de las palabras como la bomba atómica o como un gran tsunami.

Ante esas dimensiones, toda inquietud se incrementaba a cada paso que lograba dar en el entendimiento a estas preguntas que generaban muchas respuestas y aún más interrogantes. Llegaba el punto en el cual lo único que quería era escuchar a un experto o experta dar alguna clave optimista en torno al futuro. Pero esa pista no venía y mucho menos de los expertos que ya cargaban con varios duelos al ser vigías del horizonte trágico que se avecina.

Y así pasaban las noches y los días que para entonces ya eran una misma cosa. ¿Será que todas las paternidades generan naturalmente este cuestionamiento?; ¿será que ahora no solo nos preguntamos por el futuro de nuestros hijos, sino por el futuro de la humanidad entera?; ¿ será esta la primera vez en la historia de la humanidad que estas preguntas naturales ahora abarcan a todo aquello que está vivo y aún más allá? Por más que leo ensayos al respecto y que formalmente puede existir un laberinto para dibujar su recorrido, siento que hoy nos estamos haciendo las preguntas terribles respondiendo a un llamado que nos conecta con la tierra y con todo aquello que percibimos. Por favor, lean esta columna del fin de año de 2014 que escribió Eliane Brum. En ella le da nombre a la angustia y ansiedad moderna que sentimos los seres humanos — y que estoy seguro son padecidas por todos los seres vivos también— en este momento y en todas partes.

Esta “enfermedad del siglo XXI” es la alarma que nos convoca a prestar atención a la destrucción de todas las cosas que nos mantienen vivos. Es un grito amorfo y muy silencioso que requiere mucho arte para ser escuchado. Hay que ver ese hilo dorado que nos señala el horizonte y seguirlo hasta descubrir que no hay mayor alegría y libertad que encontrarnos en ese camino. Y así, como en muchas otras cosas, cambiará la cosa.

A mí me cambió la vida ocuparme y poner el cuerpo para entender la emergencia climática. Me dio rumbo y conjugó con aquel sentimiento bellísimo y liberador que es ser padre, donde te das cuenta ¡por fin! que hay alguien más importante que uno mismo. Hay muchas maneras de crecer y darse cuenta de esto. No quiero que se interprete que ser padre es la única manera de lograr ese salto de madurez. Pero a mí así me tocó. O por lo menos, ese fue un detonante de estas inquietudes que ya tenía, pero a las que nunca me había enfrentado con la frente plena y la panza relajada.

Hago pausa para poder seguir después, pero cierro con esta frase potentísima que el escritor húngaro Sándor Márai le hace decir al general en El Último Encuentro: “Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son estas: ¿Quién eres?; ¿qué has querido de verdad?; ¿qué has sabido de verdad?; ¿a qué has sido fiel o infiel?; ¿con qué y con quién te has compartido con valentía y cobardía? Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí es que uno al final responde con su vida entera”.

Solalinde, el cura que ya no es rebelde

SALVADOR CAMARENA

Cuenta Emiliano Ruiz Parra que un día cuando Alejandro Solalinde era seminarista los carmelitas descalzos pretendieron castigarlo por violar un voto de silencio. El futuro sacerdote había contestado una pregunta a una señora y sus superiores reprendieron al hoy famoso prelado. La caridad no puede no estar por encima de una instrucción, reclamó el entonces estudiante. No era la primera muestra de rebeldía, pero fue de las últimas. Su actitud, que no era nueva y le seguiría distinguiendo, le costó la expulsión.

Ruiz Parra es uno de los periodistas contemporáneos que más ha reporteado a la Iglesia Católica y sus pastores. En Gatorpardo publicó en noviembre de 2011 un perfil de Solalinde cuando este era, precisamente, el símbolo de un saludable desacato: la voz que denunciaba la violación de derechos de las personas que atraviesan México para tratar de llegar a Estados Unidos, y la complicidad de autoridades policiacas y migratorias con mafias de polleros.

Cuando Ruiz Parra publicó ese reportaje Solalinde gozaba de una justa fama como ese dedo flamígero que había señalado con puntualidad y valentía el salvajismo del crimen organizado que hace de los migrantes su negocio más lucrativo —son, dice Emiliano, las víctimas perfectas: sin papeles, sin representantes populares, sin dinero, sin incentivos para exigir justicia porque les urge cruzar la frontera norte, sin familia aquí— y la pasividad de los gobernantes.

Pero eso fue con otros gobiernos. La implacable voz de Solalinde durante dos sexenios, la irreductible piedra en el zapato para los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el pastor que eligió elevar el reclamo de justicia por ovejas transhumantes, estos cuatro años y medio ha guardado, si hemos de hablar de críticas y denuncias, lo más parecido a un voto de silencio ante el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. E incluso se ha vuelto protagonista en el coro que le canta alabanzas al tabasqueño.

Y a partir de marzo 27 ha ido más allá. Lejos de sumarse la ola de indignación que causó la muerte ese día de 40 migrantes en un centro de detención del Instituto Nacional de Migración (Inami), en Ciudad Juárez, se ha prestado a cargarle la cruz a López Obrador, a quien desde entonces ha visitado para ofrecerle una reforma al modelo gubernamental de atención a los que migran a través de México. Una bendición más que oportuna para López Obrador: la nota en los medios es Solalinde hablando de presuntos cambios burocráticos antes que de justicia para las víctimas.

El cura menudo que cumplirá 80 años en 2025, el párroco que renunció a las comodidades de una iglesia en Toluca, el misionero que enfrentó a los sanguinarios Zetas, el fundador del albergue Hermanos en el Camino que compartió con todo migrante lo poco que había de comer o el suelo para dormir, el valiente predicador contra las mafias del Inami y de las policías estatales y federales, ese otrora irreductible hoy sermonea la santidad del actual presidente y culpa de los pocos avances al pasado.

Disidente de su Iglesia, en la que ha rechazado vez tras vez los ofrecimientos de cargos administrativos, hoy en cambio se apresta a redactar un proyecto de reforma a los organismos de atención del fenómeno migratorio para López Obrador, quien con eso capotea la crisis por el incendio de Ciudad Juárez en donde los guardias contratados por el Inami dejaron morir encerrados a cuatro decenas de centroamericanos. Solalinde al rescate, esta vez, del poder: colgó el hábito de la rebeldía.

Porque el sacerdote que el año entrante celebrará sus 50 años de ordenación elige no ver la realidad de estos años y abrazar la fe del lopezobradorismo. Palabras suyas incluidas en el reportaje de Ruiz Parra hoy le dejan mal parado. Por ejemplo cuando, en conversación con el periodista salvadoreño de El Faro Carlos Martínez, criticó a la Administración calderonista (2006-2012) por hacer de México el patio trasero de Washington:

“El Gobierno federal —entiéndase de Felipe Calderón— tiene una política de Estado con Estados Unidos. Estados Unidos es su aliado y es su amigo, entonces él tiene que hacerse responsable y cumplirle a su amigo. Cumplirle significa hacer el trabajo sucio, cuidarle su patio trasero, y si tiene una política de Estado, también tiene que tener una estrategia de Estado, que es la política migratoria que está implementando con los migrantes. México no puede, le da vergüenza y no tiene valor para hacer un muro de una vez por todas y sellar la frontera, que sería lo más honesto, porque sabe que si lo hiciera no tendría cara para exigir que quitaran el muro en el norte, pero, además, tampoco podría exigir una reivindicación para los migrantes mexicanos en el norte, entonces lo que hace es una política de Estado por colusión o por omisión, como son los secuestros”.

Ese patio trasero nunca ha sido más evidente, y agraviante para México, que tras los acuerdos del canciller Marcelo Ebrard con Washington. Y si algo ha hecho el actual Gobierno es usar a la Guardia Nacional y al Ejército para hacer dos muros humanos: en la frontera norte y sur, a fin detener la migración como un favor a EE UU. Para esas políticas de López Obrador el padre Solalinde no ha tenido las duras críticas que tuvo para Calderón o para su sucesor, Enrique Peña Nieto.

Solalinde le dijo a Jorge Ramos en una entrevista en Univisión en noviembre de 2018: “Peña Nieto se ha convertido en el policía número uno que contiene el flujo migratorio, y yo diría más todavía que la migración norteamericana es operada por él”.

En esa misma conversación el sacerdote decía que “los muros no van a servir para nada, la contención, las razzias, lo que hace el Inami para contener no va a servir para nada, lo único que sirve son planes de desarrollo en la región, estamos listos para los que se quieran arraigar en este país”, una narrativa que se alineaba ya desde entonces con lo que propuso el candidato AMLO

Univisión lo entrevistaba a menudo, y en ese medio visto por millones de hispanos en Estados Unidos, Solalinde señaló hace seis años que Peña Nieto era responsable de “los secuestros de migrantes porque están bajo su responsabilidad”. ¿Dirá lo mismo hoy de los secuestrados de hace días en San Luis Potosí, por ejemplo? ¿Estaban o no estaban bajo la responsabilidad de López Obrador los retenidos en la cárcel del Inami de Ciudad Juárez?

Todos aquellos discursos, todas aquellas posiciones de confrontación al poder le valieron a Solalinde un reconocimiento nacional e internacional, apoyos para su precario albergue y el ser considerado un defensor de quienes padecían una tragedia humanitaria: robos, extorsión, secuestros, violaciones, lesiones y, por supuesto, la muerte, al cruzar por México.

Pero ese discurso es parte del pasado. Hoy sus palabras cuadran perfectamente con cualquier mañanera.

—En este momento, padre, están violando a una menor centroamericana —le preguntó el periodista Fernando del Collado, de Latinus, hace 10 meses.

—Sí —contestó Solalinde—. En este momento y siempre lo han hecho. Solo que ahora se ve y antes no se veía.

—En lo que durará esta entrevista, padre, habrán extorsionado a 12 migrantes.

—Es verdad que las extorsiones no han bajado mucho, siguen.

—Cada cuatro minutos un migrante es asaltado y extorsionado en su paso por este país.

—Sí, y antes era el doble…

—Cada día más de cinco migrantes son desaparecidos.

—Nadie lo puede contar, porque los migrantes no han contado ni antes ni hoy, nadie tiene esas cifras.

—Son las mismas mafias del crimen que usted antes denunciaba…

—No, las mismas no, las mismas quizá del crimen organizado sí, pero no el crimen autorizado.

—¿Al presidente le interesan los migrantes?

—Le interesan, pero él conoce quizá poco de lo que está pasando en la operatividad del Inami, él sabe lo que le cuentan.

—¿Le mienten?

—Tal vez.

En otra parte de esa entrevista, Solalinde adopta incluso en primera persona la política del gobierno. “[AMLO] Está luchando contra la impunidad, pero el paquete que nos dejaron los gobiernos anteriores neoliberales es terrible”, le dijo a Del Collado, quien le cuestiona si el mandatario seguirá con ese recurso de culpar al pasado: “no es culpa, está explicando, educando a la gente de hoy, está formando la conciencia”, respondió el entrevistado.

Esa charla, que durante años se ha hecho notar por su estilo de preguntas cortas y respuestas concretas, había iniciado con un silencio de Solalinde cuando Del Collado le preguntó por los millones de pobres más que hay en este sexenio.

—Usted confiaba en él —siguió Fernando el interrogatorio ante un prelado callado.

—Yo confío en él, absolutamente.

—Nos dijo aquí que es un santo.

—Es un santo, y él tiene… santo político.

Hay que conceder a Solalinde que su sometimiento al oficialismo ha sido consistente en lo que va del sexenio; que el giro de 180 grados que dio, su renuncia a criticar con dureza a los gobiernos, quedó patente desde el arranque de la Administración: en abril de 2019 criticó duramente ya no al presidente sino a un periodista que lo cuestionó en la mañanera.

“La agresividad y altanería de Jorge Ramos no se puede repetir”, escribió el prelado en Twitter el 19 de abril de 2019. “La insolencia con la que trató a nuestra legítima y máxima autoridad nos ofendió a mexicanos y mexicanas que luchamos por un cambio. Por qué no le habló así a los presidentes corruptos anteriores. Admirable AMLO!”.

Si en cambio uno lee el perfil de Ruiz Parra resultará inevitable ver que Solalinde no ha defendido ni la jerarquía de la Iglesia como sí lo hace con AMLO. Su rebeldía clerical es tan añeja que desde el seminario organizó a su propio grupo de disenso: “estaba a disgusto con el conformismo y la hipocresía de sus pares, que soportaban el autoritarismo para no poner en riesgo sus carreras”.

La tragedia de Juárez le ha dado una visibilidad mediática que no había tenido en el sexenio. Su entusiasmo le ha llevado a anunciar desde la desaparición del Inami hasta la salida de su titular, Francisco Garduño, a quien, sin embargo, el presidente ha sostenido incluso después de que se supiera que era investigado por la Fiscalía General de la República.

Con acceso privilegiado a Palacio Nacional hoy negocia reformas que el lopezobradorismo ni intentó en cuatro años y medio, cambios que habría que ver si Estados Unidos, para quien trabaja esta Administración en este renglón, ve con buenos ojos.

Hoy sin rebeldía, Solalinde, ese que rechazaba cargos eclesiales —”antes que elemento de un organigrama, soy misionero”, dijo a Ruiz Parra—, quiere salvar al Gobierno (no a las verdaderas víctimas) de su negligencia en materia migratoria.

Un misterio llamado Chabelo

Héctor De Mauleón

“Un domingo sin Chabelo no es un domingo”, decía Jacobo Zabludovsky, y de algún modo tenía razón. Sorprende el alud de recuerdos que la muerte del “animador infantil”, Xavier López, Chabelo, suscitó, por ejemplo, en las redes.

El fallecimiento de Chabelo suscitó un fenómeno inesperado. De los chistes a consecuencia de su longevidad, miles de personas pasaron de golpe al reino dorado de su propia infancia. Durante los días inmediatos a la muerte llovieron escenas, anécdotas, recuerdos. Hoy sabemos que el programa más visto de México fue el de un adulto de pantaloncillos cortos que se fingía niño.

¿Por qué? De momento no importan las respuestas. Chabelo estuvo en los hogares de México desde mucho antes de que saliera al aire su programa canónico, En Familia, que generaciones de mexicanos presenciaron tercamente, ritualmente, durante inimaginables 48 años.

Chabelo es el inicio y el auge de la televisión mexicana. Uno de los símbolos de esos días en los que todo México veía las mismas cosas en unos cuantos canales. Yo tengo ya todos los años del mundo e incluso allá, hasta donde llega mi memoria, está Chabelo con El Pecas y El Hormiga en un programa en blanco y negro.

Todos ellos eran técnicos de Televicentro. Manejaban las cámaras, los cables, “los fierros”. De repente los pusieron a hacer cosas para la pantalla chica, entre ellas la sección “Lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer”, que tal vez era lo mismo que “Mi conciencia y yo”, no lo sé bien. En todo caso, un programa que propalaba virtudes éticas y cívicas.

Veíamos a la pandilla, por ejemplo, jugando futbol en la calle: de pronto rompían los cristales de la ventana de una casa vecina: tocaban el timbre para avisar a los dueños y hacerse cargo del desperfecto. Eso era, nos decían, “lo que se debe hacer”. Más tarde la escena se repetía, idéntica, pero, luego de romper los cristales, todos echaban a correr para evadir responsabilidades. Era “lo que no se debe hacer”.

El extraordinario guionista Manuel Ajenjo –a fines de los sesenta hizo el clásico de la televisión, Ensalada de locos; más tarde tramó la exitosa serie “La carabina de Ambrosio”; hoy es el genio detrás del punzante El privilegio de mandar– fue uno de los grandes amigos y compañeros de trabajo de Chabelo.

Ajenjo recuerda que el futuro animador tuvo un padre muy severo, “de esos de cinturón y esas cosas”; recuerda que, muy joven, tuvo que vender cigarrillos en el Hipódromo de las Américas, y que a cambio de una comisión iba a comprar a la taquilla los boletos de los apostadores. Recuerda que el padre del actor tuvo un casino en León, Guanajuato, y que más tarde puso un bar en Chicago, Illinois. Dice que Chabelo le contó que en tiempos de la guerra de Corea fue reclutado para hacer prácticas militares en un campo de El Paso, y que ahí sufrió el bullying del oficial encargado de su instrucción.

Practicante de lucha grecorromana, jugador de futbol americano, aspirante a médico general, el muchacho llegó a vivir a la calle de Acapulco, en la colonia Condesa –la misma donde vivía quien pronto iba a volverse uno de sus grandes amigos: Juan José Gurrola.

Un vecino de la calle, Andrés de la Garza, llevó a Xavier a trabajar como técnico en Televicentro. Ahí se volvió floor manager del programa que conducía el locutor Ramiro Gamboa: el futuro Tío Gamboín, otra de las instituciones de la televisión de esos días.

El resto es de sobra conocido: en el programa –creo que era El Club Quintito– se escuchaba la voz de un niño que nunca aparecía a cuadro. Ajenjo recuerda que aquella voz intrigaba y fascinaba al público. Fueron tantas las llamadas de que televidentes que preguntaban que quién hacía aquella voz, que el productor Carlos Salinas Saucedo quien decidió llamar a Xavier a escena.

Fue Salinas Saucedo quien decidió el traje infantil con que Xavier López iba a ser conocido. Ramiro Gamboa, me relata Ajenjo (a quien por generación debo algunas de las carcajadas más estentóreas de mi vida), tenía a la mano un libro de chistes, en el que aparecía una rutina entre padre e hijo. El hijo se llamaba Chabelo.

Todo se decidió y el éxito fue instantáneo. Vino una gira internacional y luego un programa diario: “Media hora con Chabelo”, que duró varios años. Ahí aparecía la sección de la que hablé líneas arriba y cuyos fragmentos se hallan en la prehistoria, las cuevas rupestres de mi memoria.

Chabelo fue una presencia inevitable en la televisión: “Discoteca Orfeón”, “La Hora Raleigh”, “Domingos Herdez”. Está en los albores, los balbuceos de la televisión. Relata Ajenjo que la gente le reclamaba al encontrarlo de noche, por ejemplo, en Gitanerías: ¿Cómo era posible que “el amigo de todos los niños” anduviera en los antros?

“La gente se lo apropió, se apoderó de él. En Televicentro se congestionaban las llamadas –cuenta Ajenjo–. Y él se creyó su papel porque, tras lo traumático de su infancia, aquel papel le permitió encontrar al niño que había en su cabeza: porque el adulto era, en realidad, un niño auténtico”.

“Salir con él era desesperante –prosigue el guionista–. Mientras el Loco Valdés groseramente se comía las servilletas y los papeles de la gente que le pedía autógrafos, Chabelo no le negaba nada al público: fotos, autógrafos, abrazos, apretones de mano: era propiedad de ellos. Solo así me explico una permanencia de tantos y tantos años”.

No me gustó nunca En Familia con Chabelo. Las intervenciones de este en el cine mexicano siempre me parecieron grises. Pero pocas veces reí tanto como en aquel sketch con César Costa en La Carabina de Ambrosio, en el que, bizarramente, el muñeco Pujitos metía en la maleta a su ventrílocuo, o en aquellos otros en los que Chabelo se cacheteaba de manera inesperada con el inolvidable Héctor Lechuga. Perdónenme, estoy tonto.

Las reacciones tras su muerte, la serie de historias que esta desató, hablan de manera incontestable de lo que yo no supe ver, y del tesoro que Xavier López entregó durante medio siglo a cientos de miles de mexicanos.

EL UNIVERSAL

Solución Bukele, o entre García Harfuch y el Ejército

EL PAÍS

JORGE ZEPEDA PATTERSON

Observar la imagen de más de mil torsos desnudos cubiertos de tatuajes y doblados con la cabeza rapada al piso, vigilados por guardias encapuchados y de riguroso negro, provoca sensaciones encontradas. Por un lado, la inconfesable sensación de alivio que genera la certeza de que esa noche y las que siguen, los ciudadanos no se encontrarán con ninguno de esos prisioneros al final de un callejón. Pero en los pliegues de esa satisfacción yace también un pensamiento inquietante; la foto remite a un arrebañamiento de masas sometidas al poder del garrote, una imagen asociada a un estado fascista.

Entre estas dos sensaciones resulta evidente que la primera termina predominando. O de qué otra manera explicar los niveles de aprobación de 90% (datos de febrero) de Nayib Bukele, el presidente salvadoreño, responsable del combate frontal a las bandas criminales de su país. En enero, el mandatario inauguró la prisión más grande del mundo, con capacidad para 40 mil detenidos, denominada Centro de Confinamiento del Terrorismo, nombre que despeja cualquier duda de la actitud del Estado en contra de los delincuentes. Ese día Bukele tuiteó: “¿Podrán dar órdenes desde adentro? No. ¿Podrán escapar? No. Una obra de sentido común”.

Sentido común o no, lo cierto es que son palabras e imágenes apreciadas por la mayor parte de los ciudadanos de su país, hartos de la violencia. Detrás de los niveles de aprobación de los que goza Bukele se encuentra el vertiginoso descenso de la criminalidad en El Salvador. De una tasa de 106 muertos por cada 100 mil habitantes en 2015, la peor en el mundo, cayó a 7,8 en 2022, similar a la de Estados Unidos. La magnitud de este cambio puede advertirse al compararse con las cifras de México: entre 30 y 29 asesinatos por cada 100 mil habitantes al iniciar el sexenio, 28 en 2021 y podría descender a 25 este año, todavía de los más altos entre los países de su tamaño e importancia económica: el promedio en Europa es 1. De continuar la tendencia de los primeros meses de 2023, El Salvador podría terminar el año como el país más seguro del continente, afirman sus autoridades.

A cambio de esta “tranquilidad”, los salvadoreños han decidido entregarle a Bukele muchas otras cosas. El presidente disolvió el parlamento, impuso el estado de excepción que permite tratar a cualquier sospechoso como terrorista, con las consiguientes irregularidades en materia de derechos humanos, modificó las leyes para reelegirse y somete sin miramientos a la prensa crítica. Y no obstante, la gente vota entusiasta por él. La pacificación no se ha traducido en una mejora de la situación económica, pero la caída en las extorsiones que padecían los negocios, el incremento en el turismo y la calificación positiva de agencias internacionales, dan alas a las promesas del Gobierno en el sentido de que ahora cosecharán la anhelada prosperidad. Habrá que ver.

El modelo Bukele, afirma The Economist esta semana, no es del todo exportable por las peculiaridades de este pequeño país de poco más de 6 millones de personas y superficie similar a la de Nayarit. Pero dígaselo a los políticos que comienzan a surgir en Centroamérica y el Caribe prometiendo algo similar.

México no tiene los niveles de violencia que catapultaron a Bukele, pero sí un hartazgo acumulado tras varios lustros de impotencia frente a la inseguridad y existen regiones de violencia extrema que emulan a la del país centroamericano. No veo a un Bolsonaro o a un Bukele en el trayecto a la elección presidencial de 2024, pero, si la situación de inseguridad no mejora, podría existir tal riesgo para la de 2030 o incluso para la consulta de revocación de mandato en 2026 o 2027. En proporción de 9 de cada 10, los salvadoreños apoyan a quien les ha quitado libertades esenciales. Es muy fácil juzgarlos, pero no deberíamos. Lo que habría que hacer es impedir a toda costa llegar a ese callejón sin salida, en el que nos veamos obligados a elegir entre tan terrible melón o sandía.

Frente a tal riesgo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha recurrido al Ejército, hasta ahora con carácter poco más que presencial. En teoría, frente a una escalada de la violencia o una exasperación ciudadana extrema, los militares y su despliegue en cuarteles por todo el territorio, se activarían y afrontarían la amenaza, evitando así el arribo de un político de corte fascista que quiera “profitar” del miedo frente a la inseguridad. Algunos se preguntan si el remedio resulta casi tan dañino como la enfermedad, a juzgar por la proclividad de los militares a violentar los derechos civiles.

No veo que Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard, los más probables sucesores en el Gobierno de la 4T, compartan el entusiasmo de López Obrador por los generales en materia de inseguridad. En la Ciudad de México, Sheinbaum ha propiciado una alternativa más articulada en términos policiacos, no militares, apoyando a un policía profesional, Omar García Harfuch. Por su parte, Ebrard, quien fue secretario de Seguridad Pública en la capital, no ha escondido su inclinación por una opción civil para enfrentar el problema.

La pobreza de la oposición para generar propuestas convincentes o cuadros atractivos de cara a las mayorías, tarde o temprano, hará del tema de la inseguridad pública y el miedo un filón irresistible. En Estados Unidos y en Europa la ultraderecha ha ganado espacios, y en algunos casos el poder, explotando el temor a la migración y a las importaciones de China; ¿cuánto tardarán las derechas mexicanas en pulsar la tecla que explota el miedo a sicarios y extorsionadores?

Cuando llegue un Bukele, no será un reaccionario de derechas necesariamente, sino un joven atractivo, de verbo fácil y sentido común a flor de piel, genio de las redes sociales y carismático, capaz de prometer y convencer a muchos de su capacidad para producir soluciones mágicas. En Brasil surgió emparentado con el propio Ejército a través del militar retirado, Jair Messias Bolsonaro.

Obviamente, lo mejor sería resolver el problema de la inseguridad pública desde ahora, algo que no está sucediendo o no a la velocidad con la que se necesita. Si los gobiernos de la 4T o los intereses democráticos, cualquiera sea su tendencia, no desean ser sorprendidos desde este flanco, tendría que construir sus propias respuestas; los cuadros capaces de competir con argumentos convincentes y de presencia políticamente atractiva frente a los Bukeles. Y, para eso, necesita de los Harfush de los que pueda dotarse. No digo que sea él, precisamente, pero sí su equivalente. Políticos-funcionarios con experiencia y resultados en este campo, competitivos en las urnas. Algo, menos ser presa fácil de los encantadores de serpientes, que los habrá.

Cuenta de Jorge Zepeda Patterson en Twitter: @jorgezepedap

La mujer como territorio del conflicto criminal

MILENIO




Ricardo Raphael

Ciudad de México. Partes de sus cuerpos fueron localizados a 17 kilómetros de la casa donde estuvieron citadas. El siete de marzo seis mujeres acudieron a trabajar a una casa ubicada en el Club de Golf Álamo Country. Después de buscarlas durante diez días encontraron sus restos disueltos en ácido, dentro de una fosa ubicada a 17 kilómetros del último sitio donde fueron vistas.

La verdad detrás de esta tragedia es la única justicia posible, o lo que es lo mismo, la oportunidad más cierta para conjurar que su muerte continúe repitiéndose.

Existe testimonio de la hija de Rosa María Ramírez Ayala de que habrían sido citadas a las 19:30 horas. Ella narra que su mamá fue convocada al evento por una amiga de nombre Gabriela Barbosa Ruiz.

Ambas acostumbraban a solicitar servicio de taxi a un mismo chofer que esa noche las depositó a las afueras del fraccionamiento. De acuerdo con ese chofer, las dos mujeres habrían calculado que su servicio no duraría más de dos horas. Sin embargo, después de las once de la noche del teléfono de Gabriela se emitió un mensaje avisando que no iba a necesitar su transporte porque utilizaría un Uber.

No hay confirmación de que ese mensaje haya sido enviado por Gabriela, solamente de que salió de su dispositivo.

Nada volvió a saberse de esas mujeres que habrían acudido a laborar como escorts (damas de compañía) para unos clientes cuya identidad no ha sido aún dada a conocer.

¿Qué sucedió en esa fiesta? ¿Quiénes eran los clientes? ¿Cómo fue que los restos de esas mujeres terminaron disueltos a diecisiete kilómetros de distancia?

La fiscalía general de justicia del estado de Guanajuato ha sido parca respecto de la información proporcionada. Sin embargo, han trascendido como posibles autores materiales los integrantes del Cártel de Santa Rosa de Lima, comandado hasta el año 2020 por José Antonio Yépez Ortiz, conocido como El Marro.

La liga entre este criminal y la muerte de las mujeres puede apresurarse por el hecho de que fue en ese mismo fraccionamiento, el Álamo, donde El Marro tenía su centro de operaciones.

Se trata del campo de golf más grande de Celaya y también uno de los fraccionamientos más caros de la región. La lujosa mansión en la que vivía su familia apareció retratada en los medios durante la primera semana del 2020, cuando fue apresado.

La historia de siempre: El Marro vivía como rico entre los ricos, pero las autoridades supuestamente no lo sabían.

Una vez detenido, se hicieron públicos los negocios principales de este sujeto cuya capacidad para provocar terror en Celaya y los municipios vecinos de Guanajuato fue muy grande.

Por aquella época, la Unidad de Inteligencia Financiera dijo que, además de dedicarse al robo de combustible (huachicoleo) y al narcotráfico, Yépez Ortiz controlaba una red de prostitución y trata de personas.

Estos elementos juntos llevarían a concluir que, aun con El Marro tras las rejas, poco ha cambiado la violencia en el que fuera su territorio.

Pero hay otros elementos que merecerían ser puestos en contexto para dimensionar el horrendo crimen de las mujeres de Celaya. Eventos diversos, también de sangre, han sucedido al mismo tiempo en que desaparecieron y fueron buscadas las seis mujeres.

El mismo día 7 de marzo, por la noche, un grupo armado lanzó una ráfaga de bala contra un antro de Celaya conocido como La Palapa, ubicado a muy poca distancia del lugar donde el taxista depositó a Rosa María Ramírez y Gabriela Barbosa. El saldo de este acto de violencia fueron tres muertos y dos lesionados. Una vez concluido ese performance macabro, la autoridad encontró también un cuerpo calcinado.

El Cártel Jalisco Nueva Generación, organización enemiga de la banda fundada por El Marro, se adjudicó este acto terrorista. Podrían no estar relacionados los dos eventos y sin embargo hay otros argumentos que obligan a verificar la posible conexión.

Cinco días después de la desaparición de las mujeres y de la masacre de La Palapa sucedió otra matazón a solo 30 kilómetros del Álamo. Esta vez el escenario de la crueldad fue un bar llamado El Establo. Antes de la media noche del sábado 11 un grupo de personas armadas ingresó a ese lugar disparando indiscriminadamente contra la concurrencia. Esta vez diez personas perdieron la vida y trece más resultaron heridas.

Quien reclamó la autoría de este atentado fue el Cártel de Santa Rosa de Lima, es decir la organización comandada, acaso todavía desde la cárcel, por El Marro.

Recapitulando, el martes siete desaparecen seis mujeres de una casa situada en los territorios del Marro y al mismo tiempo es baleado un antro administrado igualmente por su organización. Cabría suponer que detrás de estos dos hechos de sangre estuvo el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Cinco días después escaló la venganza con una agresión al bar La Estación, negocio vinculado con los adversarios del Cártel de Santa Rosa de Lima. No es claro si La Palapa y La Estación son sitios donde se ejerce el trabajo sexual remunerado, pero no debería descartarse la hipótesis ya que en Celaya y alrededores la disputa por el negocio de la prostitución viene cobrando vidas desde hace tiempo.

Es como si el cuerpo de las mujeres se hubiese convertido en territorio disputado por la ciega violencia criminal.

Un año diez meses atrás es posible ubicar un episodio más para ilustrar esta guerra. Se trata de la masacre del hotel Gala, ocurrida el martes 24 de mayo. Aquel sitio era un prostíbulo ubicado también en Celaya que ese día se encontraba a media ocupación.

Quince personas desembarcaron armadas hasta los dientes, dispararon sin piedad y arrojaron bombas molotov para incendiar el inmueble. Ahí perdieron la vida, entre otras personas, ocho mujeres. Se sabría después que con su muerte habrían dejado huérfanos a quince menores.

En esa ocasión el Cártel de Santa Rosa de Lima presumió la autoría. La policía explicaría más tarde que la rivalidad entre las organizaciones criminales había llegado al extremo de asesinar trabajadoras sexuales para arrebatar ingresos al contrario.

Es difícil no ubicar la tragedia de las seis mujeres de Celaya dentro del contexto del conflicto armado interno que se vive en Guanajuato y muchas otras regiones del país. La disputa es por todo y eso incluye el cuerpo de las mujeres.

Sobra decir que de nada sirvió para la paz el haber detenido hace dos años y medio al Marro. La matazón entre organizaciones es hoy tanto o más feroz que en 2020.

Perros con extremidades en la boca: otra imagen del México que somos. Un perro, frente a elementos de la policía de Oaxaca

EL PAÍS

JAVIER RISCO

06 MAR 2023 

Han pasado cien días desde que fue captado un perro con un brazo en el hocico cuando deambulaba por las calles de Oaxaca. Mientras lee estas primeras líneas quizá le viene a la mente la trágica imagen de un perro cargando una cabeza humana, pero ese otro caso ocurrió en Zacatecas veinte días antes; o tal vez lo confunde con el de otro perro que por las mismas fechas, al llevar una pierna humana, permitió que se descubriera una macrofosa en Irapuato.

De pronto los miles de cuerpos de personas desaparecidas y asesinadas en México son más difíciles de “esconder”: los asesinos han dejado de enterrarlas y ahora las dejan en cualquier basurero o en la ribera de un río o tiradas en la calle. Nos hemos acostumbrado tanto al horror que en el paisaje de la violencia mexicana ha quedado como algo anecdótico –casi lúdico– que un perro callejero corra tranquilamente por las calles de este país con una parte de un cuerpo humano. Sabemos de estos tres casos porque en las redacciones de los diarios pensaron que, más que una tenebrosa coincidencia, era un patrón que se repetía en un país que dejó de sorprendernos. Apenas el 12 de febrero pasado un diario de circulación nacional publicaba en la lejana página 11 una nota titulada Hallan en Reynosa a perro con una mano de mujer.

La efeméride que da nombre a esta columna hace que me detenga en el perro de Oaxaca o, mejor dicho, en el cuerpo de la persona de Oaxaca. Ya estamos en ese momento en el que la nota es el perro y nadie se ha detenido en que sostiene con su hocico una parte de un ser humano. ¿De quién era ese brazo? ¿Dónde quedó el cuerpo? El 16 de noviembre de 2022 fue visto en calles de la colonia Emiliano Zapata, de San Martín Mexicapan, a las afueras de la ciudad de Oaxaca, un perro negro mordiendo un brazo humano. Al ver la trágica postal, habitantes de la zona reportaron el hecho y fue la Fiscalía Especializada en Atención a Delitos de Alto Impacto la encargada de atraer el caso y abrir la investigación.

Las primeras notas periodísticas presumían que el perro provenía de la ribera del río Atoyac que, al ser un depósito de aguas negras, se ha convertido en tiradero de basura y de cuerpos, como ya se ha documentado en numerosas ocasiones: tan solo un mes antes de estos hechos fue encontrado flotando el cuerpo de un hombre de unos 40 años y luego el de una mujer; el mes anterior –septiembre– también fue hallado otro hombre de unos 30 años y en agosto otro más; el hallazgo de cadáveres es frecuente en esa ribera.

Cien días después, la fiscalía no ha hecho pública ninguna información adicional sobre el caso. A través de una petición de información directa, las autoridades me respondieron que el hecho ha sido catalogado como “delito de homicidio calificado”, también que el brazo pertenecía a una persona identificada con las iniciales J. H. M. y que “a 200 metros del sitio donde se encontró la extremidad” localizaron, en un terreno baldío, los restos humanos de la víctima, quien murió asfixiada por estrangulamiento. Por último, la tarjeta informativa que me entregaron señala que el caso “se encuentra en investigación para establecer la identidad de los responsables del homicidio”.

También solicité vía Transparencia el acceso a la carpeta de investigación y me encontré con que la información está reservada; lo único que la fiscalía respondió es que sigue “en trámite” y que el cuerpo hallado sin vida el 16 de noviembre en San Martín Mexicapan “se encuentra identificado por la persona que acreditó el interés legal correspondiente ante la autoridad ministerial, con constancias que obran dentro de la carpeta de investigación correspondiente” –bla, bla, bla–.

Todos sabemos el final de este expediente, otro más de los 828 homicidios dolosos que hubo en Oaxaca en 2022, según las cifras de la propia fiscalía. De pronto la relevancia de una persona muerta en nuestro país llega por el hocico de un perro, la imagen circula profusamente en redes sociales y despierta diferentes reacciones, nada más allá de las cejas levantadas por nosotros y por las autoridades: otra imagen más del país que somos.

La infiltración del narco

EL PAÍS

La penetración del narcotráfico en los más altos niveles de la Administración de México deja un regusto de amarga impotencia. El responsable de liderar la guerra contra el crimen organizado y antiguo secretario de Seguridad Pública durante el mandato de Felipe Calderón (2006-2012), Genaro García Luna, ha resultado ser el jefe de los traficantes, según el juicio celebrado el martes en un tribunal de Nueva York bajo los cargos de conspiración para la distribución internacional de cocaína y delincuencia organizada, entre otros. El juicio ha dejado a la vista de todos los engranajes de una maquinaria corrupta que alcanzaba el corazón del Estado. Las conclusiones del jurado son demoledoras, a partir de las investigaciones, los testimonios y las pruebas aportadas: el zar antidrogas de México era en realidad un estrecho colaborador del cartel de Sinaloa, el grupo criminal fundado por Joaquín El Chapo Guzmán.

Los vínculos de García Luna con el narco, según el veredicto, se remontan a su etapa como director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), bajo el mandato de Vicente Fox, pero fue con Calderón cuando ascendió hasta la cúspide de la que tenía que ser la lucha contra el crimen organizado. Ahora el exjefe de la Policía se enfrenta a una sentencia, que se conocerá en junio, que oscila entre los 20 años y la cadena perpetua. Esta condena no solo cuestiona toda la estrategia del expresidente del Partido Acción Nacional, que enarboló públicamente la bandera de la lucha contra los carteles, sino que siembra dudas razonables sobre su grado de conocimiento de la connivencia entre el Gobierno y los capos de Sinaloa. Lo más importante hoy es el derecho de la sociedad a conocer la verdad y despejar las sospechas. El 84% de los mexicanos opina que Calderón debería ser investigado por lazos con el narcotráfico, según una encuesta de la consultora Enkoll para EL PAÍS. La única forma de disipar dudas y fiscalizar esa etapa es una investigación, que en su primera fase no tiene por qué pasar necesariamente por la justicia ordinaria y puede concretarse a través de otros canales como una comisión especial parlamentaria o de otra índole.

Pero hay todavía otro argumento a favor de que las autoridades mexicanas tomen la iniciativa. García Luna fue condenado en Estados Unidos, donde la justicia actuó una vez más y acabó haciéndole el trabajo al país vecino. En las dos últimas décadas se han multiplicado las detenciones en territorio estadounidense, mientras que México se volcó en una sostenida política de extradiciones. La condena del exsecretario de Seguridad Pública y las sombras que el juicio ha proyectado sobre todo un mandato pueden ser, a la postre, la palanca para reivindicar el Estado de derecho y lanzar una poderosa señal de madurez institucional.

García Luna traicionó a su país.- Fiscal de EU

AFP

Nueva York, Estados Unidos(23 enero 2023). El ex Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna escuchó los alegatos del Gobierno estadounidense que lo acusa de haber “traicionado” a su país y a Estados Unidos por traficar cocaína, delito por los que se enfrenta a la cadena perpetua. En tanto, su defensa aseguró que el caso se basa en “cimientos inestables”.

Acusado de cinco cargos, entre ellos varios por narcotráfico, el ex mando mexicano llegó a la sala del juicio con semblante relajado, llevándose la mano al corazón en varias ocasiones, al tiempo que enviaba besos a su esposa e hija, presentes en la audiencia que preside el juez Brian Cogan.

Antes de empezar, se fundió en un abrazo con los miembros de su defensa, dirigida por el abogado César de Castro.

Tras un largo discurso del juez al jurado sobre lo que debe hacer y cómo debe comportarse a lo largo de las ocho semanas que se prevé que dure el juicio, la acusación presentó sus alegatos contra el mexicano.

“El acusado tomó millones de dólares en sobornos una y otra vez (del Cártel de Sinaloa)”, dijo el fiscal Philip Pilmar, que recordó que “nadie está por encima de la ley”.

“Traicionó a su país y al nuestro”.

Según la fiscalía neoyorquina, el director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) entre 2001 y 2005 y Secretario de Seguridad Pública de 2006-2012 ayudó al Cártel de Sinaloa a introducir 53 toneladas de cocaína a Estados Unidos, convirtiéndose en un “miembro” más de la conspiración.

Por su parte, la defensa alega que no hay “dinero, ni fotos, ni videos, ni grabaciones, ni textos, ni pruebas” de estas acusaciones.

Este caso está basado en “cimientos inestables”, aseguró De Castro.

“Cantidad no es calidad”, dijo el abogado defensor al jurado, y cuando “no tienes calidad abrumas con cantidad”.

Según la defensa, los testigos del Gobierno son víctimas de la guerra contra el narcotráfico del ex Presidente Felipe Calderón, y pretenden “matar dos pájaros de un tiro: reducir su condena y vengarse de la persona que más odian los narcotraficantes”.

El nombre de García Luna surgió en el juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán en el que uno de los testigos contó que le había entregado maletas con millones de dólares en sobornos entre 2005 y 2007.

¡Edúquese quién pueda!

La docencia y todo lo que conlleva es un misterio para quienes no han estado relacionados con esta situación y desde “las gradas”, aprovechando el periodo mundialista, podría parecer que todo es sencillo, a pesar de que literalmente las y los docentes en el mundo cargamos con el futuro del mundo.

A la escuela y a los docentes, se les ha encomendado la formación de generación tras generación, esto a pesar de que muchos modelos ya son anacrónicos, la realidad nos ha demostrado que hoy por hoy las necesidades personales y laborales en muchas ocasiones ya no se armonizan lo suficiente.

Hoy las escuelas y las aulas no solo se encargan de la preparación académica, actualmente la frase “la escuela es mi segundo hogar” ha cobrado todo el sentido, ya que debido a los nuevos roles familiares, las exigencias laborales y económicas, así como la incertidumbre frente a un mundo en crisis, ha provocado que muchas y muchos “solo dejen a las bendiciones en la escuela”.

Lo anterior ha impactado directamente a la sociedad y la labor docente, aunado a la extrema burocratización de los entornos educativos, ha llevado al máximo a las y los docentes, quienes preocupados por cumplir con temas administrativos que nada suman a la comunidad, descuidan su labor en el salón.

Esto deja a docentes entrampados en la labor en el aula y “arrastrando el lápiz” para salir avantes frente a los procesos administrativos dictados por las autoridades educativas.

Como Andres Oppenheimer bien lo adelantó en 2014 en su libro “Sálvese quien pueda”, que los robots y las nubes de información se encarguen de compartir conocimiento en bruto, esto ante el anhelo humano de sistematizar y dejar todo en manos de robots e inteligencias artificiales, por ello los docentes tendremos que apuntar a ser facilitadores y a saber gestionar a los educandos frente a sociedades que avanzan más rápido de lo que creemos. 

Hoy quienes vemos en el aula nuestra pasión, tendríamos que plantearnos apuntar más a trabajos afectivos y de vínculo, que lamentablemente, para muchos tecnócratas, no puede asignársele una calificación. 

Como ciudadanos, tomadores de decisiones y representantes populares, urge impulsar mejores contextos en donde los docentes no solo pongan calificación en función de la memorización de datos, apostemos a aulas en donde se promuevan habilidades blandas y a tener alumnas y alumnos con la suficiente inteligencia emocional para afrontar este caótico presente al que tenemos cara a cara.

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¿Por qué nadie protesta por las vacaciones en México?

REFORMA

SONIA CORONA

Es sorprendente cómo en México, las cosas que importan se quedan al final de la lista de prioridades. Es el caso de la reforma de las vacaciones dignas. Esa propuesta para cambiar en la Ley Federal del Trabajo la duración de las vacaciones de los trabajadores: de 6 a 12 días al año. En las últimas semanas, los legisladores han trabajado contra el reloj para aprobar una iniciativa que pueda tener contentas a todas las partes: el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los empresarios y los trabajadores. Y ahí están, legislando en una segunda vuelta —la iniciativa ya hizo un primer camino de ida y vuelta en las dos Cámaras— con una versión edulcorada para no dejar a nadie insatisfecho. Ignoran la máxima de que se puede tener todo, pero no todo a la vez.

Es la eterna historia del Congreso mexicano: dejar al final lo más vital para sus ciudadanos. La propuesta para aumentar las vacaciones de los mexicanos llegó al Congreso en febrero de este año. Por delante pasaron la reforma de la Guardia Nacional, la energética y, por unas cuantas horas, es probable que también la reforma electoral. Los legisladores se encuentran in extremis resolviendo un asunto que pudieron fácilmente abordar desde que comenzó el año. Negados a la practicidad, han preferido repetir un proceso legislativo, o sea trabajar doble, antes que aprobar los cambios a dos artículos de una ley que podrían transformar la productividad del país. De última hora, los diputados han elegido inclinar un poco la balanza hacia los empresarios.

Las patronales han sufrido ya unos cuantos varapalos durante el Gobierno de López Obrador: la reforma que anuló la subcontratación y el aumento sostenido al salario mínimo. Ambas, por cierto, han sido recibidas con bastante buen ánimo entre los trabajadores. En esta ocasión los empresarios han sido más cautos y han dejado bien clara su posición, con cabildeo incluido. La voz del poder económico está sentada sobre la mesa y el poder político, esta vez, ha actuado muy poco desde Palacio Nacional. Es escandaloso el silencio de los sindicatos y es preocupante que la voz de los trabajadores sea la que menos se escuche estos días. ¿No sería necesaria una movilización para exigir un derecho tan fundamental como el del descanso?

En las últimas semanas, diversos frentes políticos se han dedicado a demostrar su fuerza y potencial en las calles. Vimos tumultuosas marchas en contra de la reforma electoral y a favor del presidente López Obrador. Un universo político que le queda muy lejos a millones de mexicanos, que si acaso pueden opinar, lo hacen en las urnas cada que hay elecciones. Más cerca de su realidad están el agotamiento, el exceso de horas trabajadas y la necesidad de un momento para recuperarse, tomar fuerzas y seguir adelante. Las vacaciones no son un lujo, son un derecho.

Los datos están a la vista: los mexicanos trabajan muchas horas pero no destacan en productividad. Lo dice la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los empleados en México trabajan 2.225 horas al año, 480 horas más que el promedio de los países de la organización, y eso apenas les da una evaluación de 20 puntos en productividad de un total de 100 puntos. Una prestación de solo seis días de vacaciones ha permanecido por más de 50 años, a pesar de que las formas de trabajo y la economía han evolucionado sustancialmente. México, además, se encuentra en una penosa lista de países —que incluye a China, Filipinas, Nigeria y Tailandia— con los menores periodos vacacionales del mundo. También están en la pila decenas de estudios sobre los efectos positivos que el descanso tiene en la productividad de las personas. Tenemos, incluso, al magnate Carlos Slim pidiendo en foros internacionales semanas laborales de tres días. Pero en firme, no tenemos nada.

Frente a nuestros ojos, los legisladores —que ya tenían en sus manos una reforma contundente de vacaciones de 12 días continuos— utilizaron medidas dilatorias para finalmente llegar a una versión descafeinada en la que los seis días agregados pueden negociarse con el patrón. “A discreción”, como se dice en México, en una relación laboral donde las fuerzas de poder no son iguales y las de negociación todavía lo son menos. Escribía Patricia Mercado, senadora de Movimiento Ciudadano, en su cuenta de Twitter que había que centrarse en que se está a punto de conseguir los seis días adicionales y que eso es ya “un gran avance”. Sin duda, pero sería mejor un escenario en el que no hubiese la posibilidad de conformarse.

El Dante.

Opinión

Por Erika Spezia 
¿No les ha pasado que en las charlas de café siempre aparece el tema de la situación política actual?, unos a favor del régimen actual y otros en contra cobran horas interminables de debate… exacerbado estas ultimas semanas por el fenómeno de las marchas.
Si pones atención encontrarás quienes disfrutan analizando profusamente los frentes, las posiciones y los partidos políticos, que si las alianzas de unos y otros, que si los quebrantos por los que atraviesan; los mas audaces, incluso hacen pronósticos de quien será designado como el abanderado del partido gobernante, o quien representará a los llamados opositores para la silla presidencial y para las sillas de gobernadores. El 2024 acapara todas las deliberaciones, y todos coinciden que el 2023 será un ensayo muy revelador.
En algún punto cada postura puede ser vencedora o vencida, lo que resulta lógico en una contienda como la que está por iniciar.
Sin embargo, nadie habla del gran ganador en la política actual, nadie por alguna razón lo ubica en ese pedestal de honor, que por fuerza, tenacidad, capacidad o simple coincidencia se ganó. Hablo de la posición de privilegio que tiene Dante Delgado y su partido Movimiento Ciudadano. Por azares del destino o por así tenerlo proyectado, Dante se encuentra hoy por hoy como pieza clave en este rompecabezas político, y puede inclinar la balanza para un lado o para el otro, tanto a nivel federal como a nivel local (hablando de mi querido Puebla) e influir definitivamente en otras entidades de México.
Si Dante decide que MC juegue con la oposición y encima sigla al candidato, puede restarle al movimiento de López Obrador tanto en votos como en visibilidad, tendría una posición inmejorable al ser cabeza de la oposición.
Si Dante y su visión pragmática se mantiene sin alianzas, y ya que ha logrado tener liderazgos sólidos que suenan a presidenciables y aunque no ganasen arrastraría votación suficiente para impulsar candidaturas de menor calado como, regidurías, presidencias municipales, diputaciones locales y federales o senadurías, y por que no, hasta gubernaturas. Por supuesto, esto significaría una ganancia significativa dentro del panorama político para el partido.
Dante ha acuñado una frase que parece ser hasta metafórica… “ la Política no es, va siendo” y así va siendo la circunstancia a la que se adapta, a la que entiende y se cuela, esas cartas que le acompañan son tan polémicas como avasalladoras, Colosio, Lemus, el mismo tándem Samuel-Mariana, y hasta por que no, él mismo.
Ustedes ¿qué piensan?, será que las conversaciones entre amigos con una buena taza de café ahora también tendrán este componente.
Nos leemos en la próxima.
@ErikaSpezia